Descripción de la Exposición
Bajo el título de Futurismos se presenta la primera exhibición en Roma del artista argentino Matías Ercole. Un conjunto de 9 dibujos esgrafiados, realizados en tinta y cera sobre papel en tela, ocupa el espacio de la sala de exposiciones de la Casa Argentina en Roma.
El trabajo de Ercole se asienta sobre la certeza de que el dibujo es capaz de volver visible lo invisible y, en sus últimas obras, se centra en el estudio de un “personaje”: la luz, como eje de su sistema, abordada desde un espectro técnico, físico, místico y poético. En esta ocasión, el artista retoma la formalidad que ha sabido imponer la pintura futurista, para observar una realidad que no es fija, relacionándose a los estudios de la luz de Giacomo Balla y su manera de representarla, en este caso en movimiento, aceleración y tiempo.
Las obras de la muestra son el punto de reunión de una realidad descompuesta en fragmentos, donde los puntos de vista y las posibilidades de imaginar espacios futuros nos ponen frente al misterio, sabiendo que, la idea detrás de este, solo puede conocerse en partes.
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Futurismos
Cuando visitó Buenos Aires, hacia fines de 2013, el compositor italiano Salvatore Sciarrino quedó sorprendido por la luz de la ciudad. “¿Siempre hay aquí una luz tan hermosa, tan brillante?”. La luz de Sciarrino era la luz de Palermo, donde nació. Al rato, llegó a la conclusión de que la luz de Buenos Aires se parecía bastante a la de Roma. Pero es cierto que él nunca vivió en Buenos Aires y que, en su condición de compositor, fuera acaso más sensible a los fenómenos sonoros que a los ópticos. La comparación se impone. Suele decirse, sin razón, que el material de la música es el sonido, cuando en realidad sería mucho más exacto decir que su material es el tiempo. Esta conclusión podría derivar, por simple simetría de contrarios, en que el material de la pintura es el espacio, aunque en realidad (repitamos la formulación) sería más exacto decir que su material es la luz. Para Matías Ercole lo fue siempre. Es muy probable que las semejanzas entre la luz de Buenos Aires y la de Roma sean para él menos evidentes, y la confrontación entre sus trabajos porteños y los romanos basta para probarlo. Quedará por decidirse si hay muchas luces o una luz sola, de la que el resto no son más que episodios de la percepción. Sospecho lo segundo, y sospecho que Ercole también sospecha lo segundo.
Los paisajes de Ercole (digámoslo ya mismo: hay también aquí un principio paisajístico) son monodramáticos: no los habita más que la luz, un único personaje. Pero aquello que en trabajos anteriores, como los que expuso en 2019 en Munar, estaba dominado por la fijeza de hacer visible lo inmaterial, en estos, esgrafiados de tinta y cera sobre papel en tela, lo inmaterial conquista en cambio su estatuto visible en el movimiento. Lección y descubrimiento de la vanguardia: lo que no se mueve, o lo que no depara la ilusión del movimiento, no puede ser contemplado. Observa el artista: “Cuando estaba en Roma, comencé a investigar obras de Giacomo Balla, y precisamente otra manera de representar la luz, en ese caso movimiento, aceleración, tiempo. Una imagen en fragmentos para mostrar las capas del tiempo en una misma unidad o superficie”. Si hay alguna mimesis en estos trabajos de Ercole es la mimesis de lo que ilumina, no de lo iluminado.
La elección de Futurismos para dar nombre a la muestra es menos programática de lo que podría parecer. El plural insinúa que no hay ya una prescripción conminativa. Notamos la observación atenta que hizo Ercole de la obra de Balla, y aun también en menor medida tal vez de Fortunato Depero. Sin embargo, la anécdota geométrica no es para Ercole el punto de llegada, del mismo modo que, a su turno, el divisionismo tan publicitado por Balla no era en última instancia un “medio técnico” sino un “complemento congénito”. El vórtice y la velocidad son atajos literarios, alegorías que indican la representación del movimiento, irrepresentable en el plano. Lo que queda son las subdivisiones de un golpe de vista, y esas subdivisiones son el origen de la nueva morfología del trabajo de Ercole, aunque eso nuevo pide ser entendido como una continuidad: el collage fue siempre un instrumento del taller que en todo caso adopta ahora un signo diferente. Dice el artista: “Esa formalidad de la imagen futurista me interesó, ya que mis imágenes también se construyen hoy por hoy de fragmentos de mirada sobre un mismo plano”.
La pretensión de elementos desemejantes en un plano desemejante de esos elementos se vuelve inmaterial: son fracciones de tiempo, porque también la luz está hecha de tiempo, de horas del día. Recordemos lo que imaginaban Balla y sus amigos en el Manifesto tecnico de la pintura futurista: “Los ojos acostumbrados a las más radiantes visiones de luz. Las sombras que pintemos serán más luminosas que las luces de nuestros predecesores, y nuestros cuadros serán como el fulgor del mediodía frente a la noche tenebrosa”. Ercole, su trabajo, corrige la formulación: el movimiento comprende tanto la hora sin luz como la hora sin sombra. El artista no fija lo que se mueve; pone en movimiento lo que está fijo.
Pablo Gianera
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