Las artes son un misterio que se compromete a configurar los presentes con los pasados y habitando los futuros. Algunos son crónicas sociales, otros especulaciones formales con el oído puesto en la novedad, y los menos extrayendo las emociones de una sincera excavación en la intimidad.

Ángeles Muntadas pertenece a este grupo de melancólicos optimistas capaces de hacer y deshacer las emociones. Para ello usa de su fuerza y devoción en todo aquello de lo visible e invisible que sabe o intuye. Con una profunda búsqueda se encuentra al mismo tiempo que se busca de nuevo habiéndose encontrado.

Dios o los dioses consideraron que entre lo creado o lo visible eran los artistas quienes debían acabar con lo dibujado. Así Ángeles Muntadas recorre caminos de nuevas alegrías, de sinuosos misterios, de rutas encriptadas ... y mapas de nuevos lugares. Su pintura no es un acto de creatividad, que también, es tanto un acto de su sutileza emocional como una manifestación de escritura pictórica, una carta leída en la intimidad y enviada a otras intimidades. Pintura sutil y enormemente cargada de fuerza, adquiere las virtudes del color en masas atmosféricas, arquitectónicas o de inquietantes jardines de la memoria mientras un dibujo se pasea definiendo el último trazo en la conjunción de su alquimia pictórica, el silencio y la poesía bordada.