“Todo converge hacia el Ojo como si este fuese el punto de fuga del infinito”
John Berger – Modos de ver
Hay un periplo, un tiempo visceral, una maquinaria en cuestión que se pone en escena con la: Pintura. Cientos de píxeles apresados por una posible condición, la trascendencia de ese acto que evoca una y mil veces la fuerza de un lenguaje que atraviesa la humanidad toda.
En medio de una revisión constante sobre los procesos tecnológicos, el siglo XX ha sido un gran laboratorio de sensaciones y también de convicciones sobre la imagen y sus formas, sobre los conceptos propios de la complejidad de la mirada y el acto de pintar.
En ese espacio provocador y riguroso que tiene la pintura para consagrarse como tal, el artista Gustavo Elola configura su impronta como pintor. Con precisión y maestría marca una ruta de acceso al complejo acto de dirigir a sus personajes en...escenas de particular intensidad y contenido.
Y justamente su obra se sitúa en lo que afirma Win Wenders “Asuman la responsabilidad que radica el acto de mirar, observen ese deleite de cavar más profundo. Aprecien cuánto vale la pena entregarse totalmente a la presencia de una persona, de un objeto o de un paisaje. Dejen que esa mirada de reojo, los lleve realmente a observar y a reconocer a ver el mundo en todo su esplendor, háganlo de un modo más perdurable, más serio, más apasionado y desde una mayor comunión. Para este acto de ver y de mirar no hay mejores maestros que lo pintores.”
Nos encontramos con evidencias, para seguir las líneas de lo que podría ser una constelación (Benjamin dixit), dado que la pintura de Elola, ejerce ese poder de dar tiempo al espectador para emancipar su mirada y profundizar en su obra. En este proceso de fugas de sentido, de un tiempo que se detiene brutalmente, de huellas paralizadas, cada una de las pinturas del artista logran de forma radical emprender la fuga del infinito.
En un ensamblaje meticuloso, producto de su pasión por el cine y la fotografía, se sumerge en esos contendidos y evoca fragmentos visuales para nuevos objetos. El camino, la ruta, lo siniestro, el impedimento y la frustración ante el desenlace constituyen la captura que el artista trabaja a través de los efectos de la luz sobre las capas de óleo, que cobran forma y significado en el lienzo.
Esta muestra nos transporta a escenas de mujeres que emergen de una pintura que convoca su fuerza. Su existencia es presentada con potencia disruptiva en medio de una eventualidad fatal o de un ensueño. Toman posición, evocan un conflicto, un escape. De esta forma el artista deja entrever los rasgos principales de los personajes a los que les da presencia. Como se aprecia en la pintura de la mujer que parece haber caído sobre el césped, y de su mano se desprende una botella, que al estrellarse en el pasto derrama su líquido. La caída, el cuerpo de la mujer, su rostro, los infinitos detalles del vértigo, el pliegue de sus piernas y el impacto del agua y la botella sobre el suelo, dejan ver los cientos de
píxeles que son capturados por el artista en un proceso aurático inverso: toma la luz de la imagen y la lleva al plano de la pintura, para operar con exquisita precisión. Así también lo vemos en las obras que presentan dos figuras que emergen en medio del camino, ese lugar incierto, que es tanto vía de encuentro como espacio a la intemperie. La elegancia y el despojo de las buenas formas, en medio de la oscuridad evocan el erotismo y la sensualidad, en una zona de riesgo fulminante.
Esta situación es la que se refleja en la mujer en la carretera, suspendida en la eventualidad del camino, la valija rigurosamente desalineada, sus zapatos de taco en estado alerta, el plisado del vestido y la camisa, todo en un equilibrio perfecto de luz, color y forma. Sobre esa obra el artista afirma: “este es el caso de una fuga de la superficie del tiempo fosilizado de la foto cliché, para desplegarse, quebrarse hasta romperse y volver a constituirse en una pintura.”
Esta exhibición es una oportunidad, de aproximarnos a la obra de Gustavo Elola, cuya pasión es la de pintar el ensamblaje de un tiempo vital, ese tiempo que difícilmente podemos asir en nuestra consciencia perceptiva. Un estado de shock en la escena que finalmente sale del estudio del artista con un trabajo removedor, en donde las figuras principales son traídas al mundo contemporáneo, un mundo de imágenes en fuga.
Lic. Jacqueline Lacasa
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(1) Wenders Wim. Los pixeles de Cézanne y otras impresiones sobre mis afinidades artísticas. Buenos Aires. Editorial Caja Negra 2016. Pag 159
Entrada actualizada el el 14 oct de 2021
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