Descripción de la Exposición
Fuencisla Francés. Punto de fuga, es el resultado expositivo de un proyecto presentado a la convocatoria pública “Trajectòries. 2018-2020” del Consorcio de Museos de la CV. En esta muestra presentamos una revisión de la producción de esta artista con una cuidada selección de su obra, realizada durante cincuenta años de intensa y extensa creatividad. Esta creadora plástica, doctora en Bellas Artes, se formó en las antiguas aulas de la facultad valenciana que se ubicaban, precisamente, en el actual Centro del Carmen por lo que, en cierta medida, esta propuesta que presentamos supone un retorno a un espacio conocido y lleno de recuerdos. En la exposición se muestran obras de todas sus etapas creativas, desde la figuración de sus primeras obras hasta la abstracción, tendencia que dominará la mayor parte de su producción.
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Fuencisla Francés, o del gesto al contexto
Por Llorenç Barber
En un ambiente artístico algo provinciano, las propuestas plásticas de una ‘pintora’ como Fuencisla Francés confieren a su proponer un virtual “repensar el mundo” y su reflejo corporizado en un crear muy cercano a aquel “Die Welt neu denken” que nos llega vivo a muchos de nosotros desde su formulación en la Bauhaus. Un crear desafiante, pues, el de Fuencisla, en el que no dejar nunca de ser original, re/inventando el acto creativo cada vez. Y ello por más que crear sea enfrentarse a un gesto otro, singular y propio de un algo, un ‘motus’, inusitado o al menos cercano a la incertidumbre del ‘neu denken’ bauhausiano. Gesto y motus que, en el caso de Fuencisla, la lanzarán a un inopinado apropiarse del espacio circundante, una apropiación – empoderamiento dicen hoy - que lleva en sí su ración alícuota de tiempo, y por ende su avecindarse a las artes escénicas y de entre ellas también a la música.
La importancia de acercarse al proponer de un artista mediante la observación cuidadosa de su relacionarse (mediante movimientos, miradas, posturas, etc.) con su entorno, los materiales y los dispositivos que se ponen en circulación para así transformar y dar cuerpo a su propuesta. De manera semejante a como entre los artistas del sonido, hay quienes – los tardosinfónicos – confiesan que “su origen geográfico es la partitura”, los hay también quienes por el contrario, pasando de notaciones o signos prefijados, suenan atendiendo los diversos instrumentos o dispositivos, contextos o ambientes, distancias, materiales y reflexiones circundantes. De modo semejante, en el mundo convencionalmente dicho de las ‘artes plásticas’ – el sonido es también una singular materia plástica – es muy ancho y amplio el repertorio y la singularidad de los gestos creadores, por lo que si uno se acerca con atención al gesto creador de un Pinazo, inmediatamente constatará que nada tiene este que ver con los mil bocetos de los que surge y crece una Menina picassiana, con un ‘dripping’ de suelo, gotas y pozal a lo Pollock, o con la precisión milimétrica de las líneas de ilusión cinética y hasta óptica de un Eusebio Sempere. Por citar unos pocos prototipos cercanos y fácilmente distinguibles en su singularidad.
A partir de lo expuesto, ¿cual es el gesto creador de Fuencisla Francés? Para comenzar, es múltiple, pues su acto creativo pide toda una sucesión de situaciones y cada una de ellas exige uno bien distinto y complementario. Así, si el primero de ellos es pintar superficies como usualmente se da, - en su caso con una paleta tímbrica, en la que prima el blanco y el negro -, a ello le sigue un segundo gesto consistente en rasgar a trozos lo pintado, que se constituyen en teselas disponibles, dada una de ellas con una dimensión, unos contornos y siempre con su irregular superficie pintada. Un tercer gesto, definidor/definitivo consistirá en conformar - sobre un fondo mas o menos neutro - una especie de ‘collage’ con estas ‘teselas’- pintadas y rasgadas - dispuestas en un espacio que, como veremos tiene hambre de pasturear las afueras.
Es este tercer ‘gesto’ el que compone y define, cada vez, su trabajo. Pues mil veces el ‘collage’ de nuestra artista se abandona a un deseo de infinitud, que desborda todo límite y echa a andar por la superficie de la pared, la hondura del aire, o las profundidades sobre las que su ‘obra’ se presenta y sustenta o baila en suspensión y vuelo. Es a partir de este empoderamiento del contexto que mil veces su proponer plástico prescinde de la pared para devenir espacio/aire convertido en receptáculo de objetos suspendidos: maderas de muy diversas formas geométricas. Obviamente, previamente pintadas (blanco y/o negro), pero sueltas y por ende penduleantes ante brisas, ventiladores o tropiezos del curioso contemplador quien muchas veces se siente invitado a adentrarse e inmiscuirse entre estos formantes/colgantes deviniendo él mismo, durante un tiempo a determinar, (el artista pone y labora el espacio, el visitante pone el tiempo, cada quien ‘su’ tiempo) parte de la instalación, si así lo desea.
Antes de cerrar estas consideraciones, quiero resaltar ese último ballet gestual que Fuencisla conforma alejándose del núcleo y la vecindad de la ya instalación, para desde la distancia adecuada percibir ya no solo con la retina sino con el cuerpo todo, densidades, vacíos, superposiciones y posibles amontones, roces y connotaciones de un conjunto plástico cuya singularidad ha de rimar y hasta convivir con un entorno ya devenido a su vez parte del intervenido todo.
Y es aquí donde el viejo axioma de la Bauhaus que arriba citábamos, ese “Die Welt new denken”, adquiere nuevas lecturas y nuevas dimensiones, porque, bien mirado, es ella, quién dice cuando y como - trascendido y hasta olvidado el lienzo y su bastidor - se deben dejar las cosas como están, pero también junto a ella será el curioso gozador extemporáneo de su proponer, quien al mirar caminando, cavilando, dejando que el pensar reflexivo entre en fruición y espabiles, cuestione lo que ve y lo que sueña, al tiempo que se adentra en preguntarse ¿qué impide añadir (o quitar) una tesela mas o menos si, una vez fuera del marco, una vez borradas las fronteras, ya todo es espacio común dispuesto y abierto y deseoso de ser intervenido por una persona, Fuencisla, aparentemente discreta pero tenaz e insistente como pocas?
En efecto, algo de implosivo contiene el proponer en su intervenir explorador e invasivo. Sin aspavientos, sin ornamentos ni historias, con el simple disponer en un espacio de infinito fondo, todo un cosmos fluye y vuela deviniendo jardín de inmensidades volátiles y puede que caprichosas que se van conformando y conjuntando siguiendo un azar muy necesario y fungible como esas pechinas que según Cage recogemos o dejamos en la arena que nos envuelve en la playa, sin más criterio que un ‘ni se sabe por qué’. Así es, Fuencisla, se adentró - como un Malevich-sin-freno - en un suprematismo ‘otro’ que - por discreto y poco proclamado a priori - no deja de situar su propuesta allí dónde anidan nuevas esperanzas de un mundo/arte sin fisuras ni distinciones.
Lo que muestra y hasta expone resitúa las fronteras del arte en el terreno del habitar, invitando a quienes se acercan, a reconectar suelo, techos, paredes, aires, profundidades y distancias, con un disponer, puede que caprichoso, de unos fragmentos, unos ‘restos,’ hijos del pintar, y de un manojo de densidades y aprietes u holguras que parecen caminar creciendo como vivas plantas de una huerta o bosque invasor en ciernes, y siempre ‘in statu nascendi’, siempre ‘work in progress’, inacabado y como hollando un locus abierto y fértil.
A mi este fluido y casi monocromo disponer los afueras de Fuencisla, me suscita una sensación muy semejante a esas músicas minimalistas hijas del continuo, o de la repetición, que no piden concluir, pues ya tan solo acercándose o yéndose con la música a otra parte, basta y sobra. Y esa semejanza que, como músico percibo, puede que sea la llave par explicar la cercanía de esta ‘pintora’ tan fuera de lo común con todo lo musical, especialmente esa vía musical que transita por lo inverosímil e inaudito. De hecho, las instalaciones de Fuencisla han sido mestizadas fértil y sonoramente por artistas de lo sonoro como Fátima Miranda, Pep LLópis, Llorenç Barber, Bartomeu Ferrando…
La Canyada. Valencia. Març, 2019.
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