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Francisco Cerezo Moreno (1919-2006) nació en Villargordo (Jaén) y es uno de los artistas jiennenses más reconocidos. Considerado un autodidacta, su valía pronto le hizo ganar algunos concursos y montar sus primeras exposiciones colectivas y después individuales, primero de dibujo y después de pintura. También consiguió una Beca de la Diputación de Jaén que lo llevó hasta Madrid durante unos años y es allí donde se inicia en la otra pasión que le duraría toda la vida, la restauración. ... Al regresar de Madrid monta su Estudio y alterna la pintura con la restauración, de esto segundo aprende mucho también, al estar en contacto constante con obras de otros artistas que le precedieron y que fueron grandes maestros de la pintura. De entre todas las temáticas practicadas por Francisco Cerezo es el Bodegón por la que más se le ha conocido y reconocido.

Cerezo Moreno es un pintor figurativo y clásico a pesar de que es prácticamente contemporáneo al desarrollo en España de todas las vanguardias e istmos que nacen en la segunda mitad del siglo XIX en la pintura y los que provocan una revolución en las artes tradicionales. De todas formas, en sus bodegones y sobre todo en sus paisajes se pueden vislumbrar algunos rasgos impresionistas o expresionistas. Ha sido un pintor que ha estudiado y aprendido mucho de sus predecesores.

La evolución de su obra está clara y donde mejor se aprecia es en sus bodegones, desde los claroscuros y las penumbras de los años 40 ó 50 a la explosión de la luz, los colores vivos, luminosos y los que dejan atrás a los negros, ocres y marrones de otras décadas anteriores. Pasa de ser un pintor tenebrista a ser un pintor luminoso.

Su pintura es una pintura muy valiente y segura, con grandes y anchas pinceladas, sabiendo lo que se hace y lo que se quiere transmitir. La utilización de las luces y las sombras muestran su maestría, el saber utilizarlas nos da unos ambientes distintos incluso dentro de un mismo cuadro, nos resalta unos elementos y nos esconde otros y crea un ambiente de misterio e invitación a fijarnos a contemplar, a averiguar qué pasa, qué relación existe entre algo tan simple, tan normal, tan de diario como puede ser una fruta o una flor.