Su obra toma la referencia urbana como soporte de un discurso narrativo vivo, dinámico y directo. La ciudad aparece como fondo y parte en sus piezas, combinaciones de fotografía y pintura que dialogan sin pausa. A un lado la pintura, rabiosamente gestual, de estética cercana a la pop, pero alejada en su concepción, que nos presenta personajes urbanos, habitantes de un entorno propio. A estos individuos les pertenecen las imágenes que a su lado completan el díptico, fotografías de lugares abiertos, que reflejan diferentes aspectos de la globalidad actual, del mecanicismo en que se ha convertido nuestra cotidianidad, transformada en escenario del espectáculo. La publicidad y el consumo, dos elementos básicos de la sociedad moderna, han creado una nueva concepción urbana, integrada en nuestras vidas, intrusa en una tradición que se resiste a desaparecer pero que está siendo fagocitada por nosotros mismos, los habitantes -y al tiempo ... creadores- de los nuevos 'marcos' visuales a los que Quintana nos enfrenta.