Desde tiempos remotos se ha relacionado al género femenino con lo textil. Milagros Bentín en los inicios de su carrera, investiga el enlace que existe entre la pintura y el proceso de tejer; viendo cómo se superponen las tramas del lienzo, del lápiz y lo que se genera a partir de la repetición de un módulo.
Libertad y control, son dos conceptos que se unen en esta serie de pinturas de gran formato. El proceso de producción de Bentín abarca dos momentos muy diferentes que podríamos identificar con estas palabras. Ella comienza su trabajo pintando con total libertad gestual sobre láminas de vidrio. La pintura, una vez seca, semeja a una piel acrílica que es despegada de su soporte y reconfigurada sobre un lienzo en blanco, organizada en fragmentos que remiten a una geometría primordial. Una nueva unidad de rico significado plástico nace de estas operaciones y le debe su ser,...tanto a la libertad del primer gesto como a la fragmentación, disolución y recomposición del mismo. La libertad del gesto y el razonamiento del color se ven unidos por estructuras que controlan ambos conceptos.
La técnica de Bentín hace referencia a uso tradicional del barniz de pasto, resina utilizada en los queros polícromos del siglo XVI. Estos bellos objetos, testigos de la transición del arte precolombino al mestizaje colonial, eran decorados con incrustaciones de resina vegetal coloreada y recortada según los requerimientos del diseño, creando hermosas composiciones de personajes y flores y tocapus.
Entrada actualizada el el 31 may de 2018
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