Hugues Maurin, de profesor en la escuela de Bellas Artes de Burdeos, solía aconsejar a sus estudiantes, 'Hazlo con deseo, y no intentes buscar más'. Este consejo lo sigue él desde su infancia.

Sus placeres: modelar, ofrecer, contar el camino, el amor, el humor, los sueños, el valor, el trabajo...con palabras de madera, de cemento, de inox, de resina...

Después la Segunda Guerra Mundial, participa en el salón de la Jeune Sculpture en París. En los años 50, atraído por curiosidad y conocer lo que se hace en otros sitios, se va a Nueva York, allí se queda cinco años, se casa, esculpe, tiene varios éxitos, pero al final decide regresar a sus raíces del Sur-Oeste francés. Empieza a trabajar la madera, buscando ... 'el sentido gravado en la materia'. Así se realiza la alquimia en su imaginación. Seguidamente se interesa por el hierro y su trabajo se hace más complejo a través la realización de siluetas torturadas y serenas a la vez. En los años 70', vuelve a un arte más abstracto, con curvas y líneas suaves, gracias al uso de nuevos materiales; inox, resina... Hugues Maurin descubre como proponer un otro vocabulario plástico. Consigue un par de éxitos en galerías parisinas; como por ejemplo, cuando Pierre Cardin, el modisto, le abre las puertas de su Espace. Encuentra inspiración a través de sus relaciones con grandes industriales, arquitectos, designers... Deja su huella monumental en ciudades como Burdeos, Sarlat, Bergerac, Périgueux, Tolosa... gracias al apoyo de alcaldes voluntaristas. En los años 80, sus obras de cemento, traducen la energía interior del artista utilizando la fuerza natural de la materia. Así se puede ver en los Processionaires, o en los bustos femeninos muy depurados. Los 90', le hacen volver a la madera, ofreciendo una segunda vida a antiguas vigas, tajos, traviesas...A partir de éstas y usando una policromía de colores puros que recuerdan el pasado, Hugues Maurin, realiza tipos de tótem que evocan por sus formas, los antiguos ritos paganos. Desde 2003, sigue su camino como 'creador de un arte sagrado que no tiene dioses'.

Hugues Maurin sabe como mezclar arte y vida, es lo que se puede destacar de la geografía de sus talleres, abiertos como casas para los amigos.