“Forgotten dolls” es el nombre de la última serie del artista salmantino Fernando G. Malmierca con la cual ha gestado un aterrador conjunto de imágenes en las que las modelos aparecen reducidas a la categoría de juguetes, empaquetadas y suspendidas en algún lugar más allá del tiempo, donde anidan las fantasías masculinas y algunos de sus más arraigados temores.

La muñeca, el robot, el autómata y el maniquí han sido objeto de reflexión y análisis en múltiples ocasiones por parte de creadores contemporáneos tan ilustres como Hans Bellmer, Cindy Sherman o Luis G. Berlanga, debido a la capacidad que poseen para simbolizar diferentes actitudes humanas: pero es precisamente por el hecho de que la muñeca como juguete remita a los rituales de aprendizaje de la infancia que su utilización o su simple contemplación por parte de los adultos propicie la ... aparición de nuevos significados tan paradójicos como perturbadores.

Fue Sigmund Freud quien señaló al respecto que dos de las experiencias que determinan la aparición de lo siniestro en el seno de lo cotidiano se producen: primero cuando nos enfrentamos frente a un ser ante el cual no estamos seguros si está vivo o muerto, animado o inanimado, despierto o dormido, mecánico o viviente… pero también cuando nos enfrentamos con nuestro propio doble…

El ambivalente sentimiento de atracción e inquietud que provocan las muñecas de Malmierca se deriva precisamente de su doble condición de objetos inertes privados de su motor vital y de modelos reales disfrazadas de “autómatas”. En este orden de cosas estas muñecas podrían recordar tanto a las Real Dolls que, cada vez con mayor frecuencia, algunas personas convierten en “pareja sexual de hecho” como a las víctimas de El Coleccionista de Muñecas, película dirigida por Howard McCain en 1998 cuyo perturbado protagonista somete a las mujeres su voluntad obligándolas a que (en una suerte de inversión perversa) adopten las poses del juguete infantil.