El deseo de la eterna juventud suena familiar, como la música pop, empalagosa. Pero, objetivamente, el deseo de no envejecer nunca está 100% condenado al fracaso. Las expectativas solo pueden verse defraudadas porque nadie, realmente nadie, es siempre joven. Katharina Arndt se asoma a la estética del consumo masivo de una sociedad opulenta, decadente y sobre la construcción de estilos de vida en la era digital. Para ella, el tema de la "superficie" -social, cultural, material- es emblemático. En el mundo online, hiperreal y al mismo tiempo inmaterial, sólo la apariencia visual de nosotros mismos y de los productos que debemos comprar. La eterna juventud, como algo artificial, superficial, conformista. Será el psicograma de una sociedad de consumo positivista, que intenta escapar de su propia fugacidad.