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La ficción forma parte de nuestra realidad, en muchos campos de lo cotidiano ya no podemos distinguirla: ha parasitado el mundo y las mentes creando un relato que modifica la verdad. En un tiempo en el que la publicidad ha instaurado un determinado modelo de comunicación visual, la ciudad, el territorio y la identidad del individuo, lógicamente, no han quedado a salvo de la cultura de mercado y consumo que ordena los ritmos de la sociedad. El desarrollo constante de estrategias de comunicación ha contribuido a la proliferación de modos de vida evanescentes, fundamentados en el acontecimiento, que se ha convertido en el eje motor de impactos mediáticos destinados a la construcción pública y privada de la imagen de la realidad. Esa pretensión constante de sublimación artificial tiene consecuencias en la desmembración del ... espacio público y la construcción de una tipología de cuerpo social inerte.

La aparición de un nuevo entorno, que deriva en una escena privada donde la identidad de los individuos se elabora a partir de condicionantes externos, se desprenden inputs que informan y subordinan las actitudes y formas de vida de la ciudadanía, así como los valores sobre los que se edifica el desarrollo de la sociedad. Siendo que los metalenguajes de la comunicación fundamentan su acción a partir de persistentes estímulos radicados en la emoción, se potencian las actitudes impulsivas en detrimento de la reflexión.

'Ficciones cotidianas' fija su atención en la relación que se establece entre los modelos urbanos y la evolución en las dinámicas sociales e individuales, así como su influencia en la configuración de una multiforme y reinventada identidad colectiva global. La imagen de lo cotidiano se fundamenta, más que nunca, en una gran ficción que desarrolla su representación en un complejo sistema de escenas enlazadas en el que, de un modo u otro, cada individuo actúa, interpreta, según los parámetros del papel circunstancialmente asignado.

El proyecto que aquí presentamos gira en torno al trabajo de Fernando Bustamante, Santiago Carreguí, Kai Försterling y Miguel Lorenzo. Fotógrafos de prensa que para esta ocasión han desarrollado propuestas que exceden los parámetros de la noticia y la información gráfica, haciendo emerger imágenes mediante lenguajes más personales. Lo que convencionalmente se espera de los artistas y creadores de imágenes es que vuelquen su potencial en los artificios del estilo y en las retóricas de la forma, como si fueran seres de otro mundo, ajenos a la pulsión de la realidad e indiferentes a la necesidad de verdad. Este proyecto contiene imágenes que analizan críticamente el modelo actual de sociedad, pero lo hacen en abstracto. Ciertamente la globalización ha conseguido desfigurar el rostro de los responsables de la crisis económica mundial, de la contaminación ambiental, de la precarización laboral, de la plaga de miedo endémico que se ha extendido sobre la población del mundo desarrollado... ya no hay responsables ni culpables, pero sí conocemos a las víctimas -que se cuentan por millones.

Ficción 1: Personas y no-personas.

Santiago Carreguí opone, con su serie de Retratos, una visión de personas -formulado en positivo-, despojadas de ornamentación pero con una clara voluntad de identidad. De estética depurada, los retratados podrían ser figurantes o modelos buscados a tal fin, siendo en realidad personas que circunstancialmente han posado para el fotógrafo, dejándose congelar, encapsulando su imagen por tiempo indefinido en unos retratos serenos que permiten la especulación biográfica. El valor ineludible del individuo, de lo único, irrepetible e imperdurable se enfrenta en este trabajo con la ficción vital que se desarrolla a través del ego y las vanidades humanas.

Ficción 2: Lugares y no-lugares.

En las imágenes de Kai Försterling se concitan las arquitecturas, como exaltación del potencial de transformación estructural, y los entornos yermos tras la acción humana. La ficción del hábitat se reproduce en escenarios enfrentados, antagónicos. La idea de progreso se condensa en la forma urbana, con sus grandes obras compitiendo en altura, en una carrera inacabable de materiales y formas. Por otra parte, esa pretensión urbanizadora se ha venido llevando a cabo con absoluto desprecio hacia los entornos naturales y desatendiendo el mantenimiento de un equilibrio con el medio. La naturaleza no es un mero atrezzo que podemos modificar tantas veces como es preciso cambiar el decorado de un escenario. Las grandes ciudades están rodeadas de terrenos baldíos, vertederos incontrolados y espacios que esperan ser urbanizados. Por el contrario, incluso en algunos de esos casos la belleza gana temporalmente el pulso y logra la pervivencia en condiciones extremas.

Ficción 3: La masa y la nada.

Fernando Bustamante, con Multitudes, aborda el asunto de las grandes masas, de las concentraciones humanas que se dan cita con motivo de las celebraciones deportivas, festivas y populares o como flujo continuo inserto en la lógica de desplazamiento y velocidad de la sociedad urbana contemporánea. El individuo se disuelve en la pulsión de la especie por el consumo, por la diversión programada y el ocio guiado, casi como un ejercicio de renuncia a la autonomía de sus capacidades para generar alternativas de bienestar propias. Las personas, apreciadas por el sistema en su rol de consumidores, engrasan con su actividad los mecanismos que han venido sosteniendo la estructura económica, como las células son a un organismo vivo. La ficción aquí mezcla la creencia del individuo de ser dueño de los actos y decisiones que emprende, con la participación como espectadores -parte de la masa- de acontecimientos que el entorno social y mediático ha recetado casi de forma facultativa como vitalmente necesarios.

Ficción 4: El banco de niebla.

Distintas ciudades del mundo han servido a Miguel Lorenzo para formular su Ciudad en silencio. Porque si bien el efecto de la multitud podría evocar la idea de vivir en compañía de, lo cierto es que encierra una ficción que deriva en estados de soledad diversos y consolidados. En sus imágenes se compendian fragmentos de la realidad múltiple que converge en lo urbano: espacios públicos saturados por la invasión de elementos, lugares de espera, fusión de materiales y planos, grandes entornos construidos, homogeneidad y contrastes, personas ausentes, naturalezas integradas en la ciudad, rincones, vehículos y asfalto. Ahora que las defensas que proporcionaba el Estado contra los estremecimientos existenciales están siendo progresivamente desmanteladas, y que las organizaciones de autodefensa comunitaria están siguiendo el mismo camino, sometidos a la presión de un mercado competitivo que erosiona la solidaridad de los más débiles, se ha dejado en manos de los individuos la búsqueda, la detección y la práctica de soluciones individuales a problemas socialmente producidos. Al ofrecer una mayor flexibilidad como único remedio para un volumen de inseguridad que ya es insoportable, los mensajes que proceden de las sedes del poder político dibujan una perspectiva para el futuro inmediato de mayores obstáculos y privatización de los problemas y, por consiguiente, de mayor incertidumbre. Es esa tensión la que mantiene el silencio.