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Facundo de Zuviría. Estampas porteñas

Exposición / Sala Recoletos - Fundación MAPFRE / Paseo de Recoletos, 23 / Madrid, España
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Cuándo:
11 feb de 2023 - 07 may de 2023

Inauguración:
11 feb de 2023

Horario:
Lunes: 14.00-20.00 h. Martes a sábado: 11.00-20.00 h. Domingos y festivos: 11.00-19.00 h.

Precio:
Entrada general: 5 €. Entrada gratuita los lunes (no festivos): 14.00-20.00 h

Comisariada por:
Alexis Fabry

Organizada por:
Fundación MAPFRE

Artistas participantes:
Facundo de Zuviría

ENLACES OFICIALES
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Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Madrid 

       



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Descripción de la Exposición

Fundación MAPFRE presenta Facundo de Zuviría. Estampas porteñas, la primera exposición retrospectiva que se presenta en España del artista argentino uno de los más relevantes en el panorama de la fotografía actual. La muestra, que se centra en imágenes de Buenos Aires, refleja su «obsesión», como él mismo ha reiterado en varias ocasiones, por su ciudad natal. El autor ha retratado sin tregua los escaparates y las fachadas de sus calles, con una predilección por la señalización urbana levemente obsoleta. De ahí, sin duda, «la nostalgia, el presente que ya se escribe en un tiempo pasado, la “melancolía de un anacronismo” que se perciben en su obra», tal y como señala Alexis Fabry, comisario de la exposición, citando a Alan Pauls en su Factor Borges. —Facundo de Zuviría es uno de los fotógrafos más relevantes de Argentina, un país en el que la disciplina fotográfica no estaba considerada al nivel de las artes plásticas a comienzos de la década de 1980, cuando inicia su carrera. —La obra de Zuviría ofrece una mirada del Buenos Aires de los últimos cuarenta años. —La exposición incluye la serie «Siesta argentina», cuyas imágenes nos muestran una ciudad transformada por la profunda crisis del corralito que sufrió Argentina en 2001. N.º DE OBRAS 195 fotografías BIOGRAFÍA A la edad de seis años, Facundo de Zuviría (Buenos Aires, 1954), recibió como regalo de cumpleaños una cámara fotográfica rudimentaria de la marca Eho, una simple caja negra con un minúsculo objetivo de 1 × 1,5 cm, a través del cual comenzó a «mirar el mundo y hacerlo caber en un rectángulo», según el propio artista. Fue su primer contacto con la fotografía. Tras terminar los estudios de Derecho en 1980, Zuviría decidió dedicarse exclusivamente a la fotografía. Trabajó en la revista del diario La Nación (1977-1979) y colaboró en el suplemento del diario La Prensa (1980-1982), así como con medios de otros países. Entre 1983 y 1989, trabajó en el Programa Cultural en Barrios de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, fotografiando la ciudad y organizando talleres de fotografía. En 1988 organizó junto con otros colegas las Jornadas de Fotografía Buenos Aires-La Plata, primer festival fotográfico realizado en Argentina. Ese año comisarió conjuntamente con Eduardo Grossman la muestra antológica Maestros de la fotografía argentina 1860-1960, que tuvo lugar en las Salas Nacionales de Exposición del Palais de Glace de Buenos Aires. Discípulo de Horacio Coppola, Zuviría ha representado a Argentina en distintas Bienales Internacionales de Arte y ha participado en la de Buenos Aires en 2000 y 2002. Ha sido galardonado con varios premios, entre los que destacan el Premio Konex, que ha recibido en dos ocasiones, en 1992 y 2012, y el Premio Leonardo a la Trayectoria del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires en 1996. Su obra se encuentra en las colecciones de distintas instituciones internacionales, como el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), el Museo Moderno (Buenos Aires), el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, la Fondation Cartier pour l'art contemporain (París), la Fondation Hermès (París), la Bibliothèque Nationale de France (París), el Museum of Modern Art (Nueva York) o el Metropolitan Museum (Nueva York), entre otras. CLAVES –Pop vernáculo: uno de los aspectos más importantes en la obra de Zuviría es la influencia del arte pop, incluso cuando él mismo no es consciente de ello. Su capacidad para capturar lo vernáculo a lo largo de su serie «Estampas porteñas», por citar su trabajo más longevo, es una de sus características más relevantes. El artista ennoblece los elementos de la sociedad de consumo, como los carteles, las vallas publicitarias o los rótulos de los bares y restaurantes, que hacen que su obra «huela» a Buenos Aires. –Los barrios: para Facundo de Zuviría la esencia de Buenos Aires no reside en el centro, sino en los barrios que, a inicios de la década de 1980, todavía periféricos, le resultan menos impersonales. Como él mismo declaró en una entrevista publicada en el periódico Clarín en 2015, dos cosas le llaman la atención en los barrios de la ciudad: «Las casas bajas, esa cosa de pampa edificada que tiene Buenos Aires, que es llanura con mucho cielo. Las fachadas de los negocios de 8,66 metros, dos ventanas laterales y una puerta central que forman un tríptico, y dentro de esa estructura, todas las variedades posibles». –El corralito: el 3 de diciembre de 2001 se decretó en Argentina el corralito, una medida gubernamental que, entre otras cosas, prohibía al ciudadano extraer dinero de las cuentas corrientes, libretas de ahorro e inversiones financieras. Este suceso causó una profunda crisis social. La restricción de liquidez monetaria tuvo como colofón la asfixia de la economía y la parálisis del comercio y el crédito. La conmoción que produjo en la sociedad una medida tan drástica, cuyo efecto se prolongó durante varios años, puede englobarse dentro de la crisis política que se instaura tras la dimisión del presidente Fernando de la Rúa el 21 de diciembre. Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, estuvo una sola semana en el poder (del 23 al 30 de diciembre) y fue sustituido por Eduardo Duhalde, que asumió la presidencia de la República el 2 de enero de 2002. OBRAS DESTACADAS Vista desde la oficina, Buenos Aires, 1987 La vista de esta oficina, la que alojó el Programa Cultural en Barrios de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires entre 1984 y 1989, en el que el propio Zuviría organizó talleres de fotografía y documentó todas sus actividades, nos habla de varias despedidas y tiene distintas capas de significado. Esas máquinas de escribir, hoy un anacronismo, han quedado olvidadas y solas, no hay nadie que las utilice, quizá sus usuarios están en la calle, en los barrios que se conforman a partir de aquellos años, como lugar de reunión y protesta sobre todo tras la última dictadura, conocida como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Metáfora de una ciudad que se desvanece y también de toda su obra, esta vista de oficina habla también del fin de una jornada laboral, que es, a su vez, el fin de una de las labores del artista, que se dedicará finalmente solo a la fotografía de manera profesional. Puerta y ventana con rejas, 2005 Perteneciente a la serie «Frontalismo», esta imagen en color presenta una fachada típica de la arquitectura popular argentina, un horror vacui de revestimientos ornamentales de cerámica, carpintería metálica, pizarra y persianas enrollables de madera que podría pertenecer a una típica casa de campo. Pero al mismo tiempo, la composición de la imagen, a pesar de que se reconozca la fachada, lleva a pensar en una retícula neoplástica, debido también a la combinación de luz, color, formas y texturas fuertemente objetivas. Este color, casi hiperrealista, ofrece además una visión gozosa de aquello que separa el espacio público del privado. Gaucho pop, afiche en Monserrat, 1985 Sin duda, el cartel urbano es uno de los motivos más característicos de toda su obra, y este muestra una de las más importantes influencias de Zuviría, el arte pop. En el artista, sin embargo, se trata de un pop deslavazado, que al tiempo que nos enseña uno de los arquetipos de la cultura argentina, el gaucho —aquel individuo mestizo de sangre española e indígena que proliferó en los siglos XVIII y XIX y que se convirtió en protagonista de distintas corrientes literarias—, también deja entrever cierta violencia en su desnudez arrugada, pues los pliegues del cartel se confunden con los de la piel, y en el puñal que porta en el cinturón. Esta violencia que Zuviría muestra de forma indirecta y casi soterrada recoge una vez más la idea de una ciudad de Buenos Aires en crisis. LA EXPOSICIÓN La muestra, que abarca cuarenta años de trayectoria del artista, de 1982 a 2022, se concentra en torno a 195 fotografías en blanco y negro y en color y ofrece un itinerario lineal, un todo continuo por la obra de Zuviría solo interrumpido por las series «Siesta argentina», la más conocida y política, y «Frontalismo», gran ejemplo de su inclinación por la composición y la simetría. Los modos de trabajar del autor son dos: por un lado, realiza distintos proyectos de forma prolongada a lo largo del tiempo que surgen de una idea previa y en los que cada imagen se subordina a dicho concepto, tal y como ocurre en «Frontalismo». Esta serie, iniciada en 2010, era en un principio una serie con un fin, sin embargo, aún hoy en día continúa en proceso. Lo mismo ocurre con «Estampas porteñas», que el artista considera su trabajo más personal, pues se nutre de motivos a los que vuelve una y otra vez en sus paseos habituales por Buenos Aires. Por otro lado, aborda series de carácter autónomo y acotado, como en el caso de los fotogramas (1981-1983), las secuencias (2000- 2004), la citada «Siesta argentina» (2001-2003) o los cianotipos de libros que elaboró durante la pandemia (2020-2021), por citar algunos ejemplos. El RECORRIDO Fotografiar Buenos Aires es para Facundo de Zuviría una pulsión vital. Sin duda, «Estampas porteñas» es más que una serie o el título de un libro que publica en 1996, es la esencia de toda su trayectoria, un trabajo que aún hoy continúa desarrollando. Su amor por la ciudad procede en primera instancia de su madre, que, al trabajar en el sector del turismo, organizó paseos y visitas a los que su hijo la acompañaba. En 1983, una de las primeras intenciones del artista fue la de armar un archivo de imágenes de Buenos Aires, a raíz de su trabajo en el Programa Cultural en Barrios, dependiente de la Secretaría de Cultura. El proyecto no llegó a materializarse, pero a partir de ese momento nunca dejó de capturar sus calles, las fachadas de las casas, los patios interiores, los escaparates o las señales hoy levemente obsoletas. Fotografió también carteles superpuestos unos encima de otros, lacerados, que pertenecen a una época superada o en vías de caducar, lo que ofrece, en su conjunto, la nostalgia de una ciudad pasada en proceso de transformación, lugares que ya nunca volverán a ser los mismos. De esta manera ha ido construyendo a lo largo de su trayectoria una imagen paralela a la de su propia ciudad, la suya propia, que, hasta hoy, no lo ha abandonado. Tal y como él mismo ha señalado, su modo de trabajar es «coleccionando lugares o escenas que incorporaba a una especie de acervo personal, que iba organizando en series fotográficas que se prolongaban en el tiempo y que, a veces, se convertían en nuevos temas». Cada fotografía de Zuviría es la plasmación de un recuerdo que ha tenido en algún lugar de su ciudad. Al ser un artista muy prolífico, esto ha hecho que en ocasiones no jerarquice en su obra y haya sido su mujer, Paula Serrat, junto con distintos especialistas, como el comisario de esta exposición, Alexis Fabry, quienes lo ayudan a discriminar la memoria de la obra de arte. La mirada del autor se nutre del arte pop norteamericano, de las pinturas de Edward Hopper o del artista argentino Rómulo Macció. También se alimenta de la literatura, de la de Ricardo Piglia y sobre todo de la de su escritor preferido, Jorge Luis Borges. De él emula su deambular como peatón, su «apropiación» de la ciudad, de eso que el literato llamó «las modestas diferencias de Buenos Aires». En sus comienzos se siente entusiasmado por el artista ruso Alexander Rodchenko, especialmente por su faceta como fotógrafo, admira su complejidad a nivel formal: las sombras, los contrapicados, los reflejos o los planos superpuestos, que inspiran, entre otras, su obra El ciudadano, Alem y Viamonte, 1988. Pero si hay alguien que influye en Zuviría es Walker Evans. La obra del fotógrafo estadounidense entró en su vida cuando ya había comenzado sus series porteñas, pero Evans fomentó su coleccionismo frenético y su interés por lo vernáculo, asimismo le presentó la oportunidad de dejar que las imágenes hablaran por sí solas, sin forzar demasiado los ángulos o la composición de las tomas. A lo largo del recorrido, la exposición trata de mostrar los dos polos en los que se mueve Zuviría a lo largo de su trayectoria. Por un lado, la agilidad, la cercanía e incluso la luminosidad que expresan sus estampas porteñas; por otro, la austeridad y la lejanía que manifiestan dos de las series en las que se detiene la exposición: SIESTA ARGENTINA Las imágenes que Zuviría produce entre 2001 y 2003, algunas de ellas publicadas en el libro Siesta argentina (2003), son testimonio elocuente de los efectos de la crisis conocida como el corralito, que afectó a toda la sociedad argentina y que provocó que la mayoría de los negocios tuvieran que cerrar y los habitantes perdieran gran parte de su poder adquisitivo. Representada por locales vacíos, tiendas cerradas, escaparates en desuso y lavanderías misteriosas en las que no se aprecian indicios de actividad, el blanco y negro utilizado por el artista refuerza la sensación de estar capturando una ciudad que se desvanece. Conocida por ser su serie más política, esta es, una vez más, el resultado de su «deambular». El inventario que hace de estos lugares cerrados o semiabiertos ofrece una mirada radical a la hora de captar las imágenes, que pueden recordar a la lógica de archivo que de la arquitectura alemana abordaron Bernd y Hilla Becher a partir de los años 1960. Tanto unos como el otro proponen la nitidez de la imagen frontal y la ausencia de personas, pero Zuviría recuerda, con el título de su serie y su frecuente optimismo, que se trata de una siesta, de la que indiscutiblemente se despierta, por lo que quizá la crisis solo sea un mal sueño que quedará en el pasado. A propósito de la serie, el crítico de arte Lucas Fragasso señaló: «La siesta es ese momento suspendido, ese breve fragmento temporal situado entre el sueño profundo y la vigilia. Casi un estado artificial que cobra en las imágenes de Facundo de Zuviría una dimensión dramática. Ellas nos hablan de ese tiempo en que parte de la ciudad aparece sumida en un obligado descanso. En la siesta, los sentidos externos se apagan y el sueño protege al durmiente de las incitaciones externas [...]. En el despertar, lo recientemente pasado, de lo cual no nos hemos alejado lo suficiente, de repente nos golpea. En el instante mismo de restregarnos los ojos golpea con toda su rudeza. Quizás las imágenes fotográficas de “La siesta argentina” también nos permiten divisar el momento en que se abren los ojos, cuando la siesta llega a su fin y algo que golpea comienza a cobrar forma». FRONTALISMO «Siempre fotografié las fachadas de frente, buscando en esas líneas simples y austeras los rasgos definitorios de su esencia, una suerte de argentinidad manifiesta en los frentes urbanos. Con esta idea [de «Frontalismo»] me propuse confeccionar una especie de catálogo personal de fachadas urbanas, vi viviendas de clase media en los barrios, tiendas modestas y algunas otras cuyo significado parece difícil de precisar». Con estas líneas presentaba Facundo de Zuviría su serie «Frontalismos», que inició en el año 2010, retomando una intención tipológica que había desplegado a lo largo de «Siesta argentina». En sus recorridos por la ciudad volvió a plasmar fachadas, cierres, enrejados, que nos hablan indirectamente de la violencia que hay en las calles y de la que el habitante debe protegerse. Una preocupación que queda soterrada por el color de estas imágenes, austeras pero cálidas, que destacan por una búsqueda de síntesis y abstracción más que por su valor realista o documental. CATÁLOGO La publicación que acompaña la exposición ofrece imágenes de todas las obras expuestas. Además, cuenta con una conversación entre Facundo de Zuviría y Alexis Fabry, comisario de la exposición. Se completa con sendos ensayos a cargo de la historiadora y comisaria Annateresa Fabris y el arquitecto Adrián Gorelik. ARTE EN DIGITAL Arte en Digital nace con la intención de invitar al público a acercarse a las exposiciones de la Fundación desde perspectivas no habituales. Sin ninguna intención de sustituir la visita presencial a las salas, serán las intervenciones encargadas a los “colaboradores digitales” las que aportarán estas perspectivas a través de acciones variadas que difundiremos y alojaremos en nuestros canales de redes sociales y web. Las miradas sobre nuestras exposiciones procederán de profesionales de diversos ámbitos de la creación cultural o de la vida pública y en los que, de alguna manera, encontremos un vínculo con la exposición. Para la exposición Facundo de Zuviria. Estampas porteñas se cuenta con la colaboración de Mario Obrero, poeta y presentador de 'Un país para leerlo'. GABINETE PEDAGÓGICO La muestra Facundo de Zuviría ofrece a grupos escolares un programa de visitas educativas dinamizadas en sala, que tienen como objetivo facilitar la comprensión del lenguaje fotográfico como expresión artística dominante de nuestra sociedad.


Entrada actualizada el el 09 feb de 2023

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