En la década de los sesenta, se dijo adiós a la austeridad, la cual produjo una revolución cultural y social. Los jóvenes se enfrentaron al sistema establecido rompiendo el molde. Hasta ese momento todo fue gris: la televisión, la fotografía, la moda. Pero el boom de la imaginación y la creatividad generó una explosión de color. Esta explosión es lo que ha influido en el trabajo de Guillermo García. “Siento el impulso de lanzar colores sobre el lienzo, la emoción llega inducida por la música, otras veces por la intensidad y aroma de las pinturas, hago grandes manchas de colores puros que se van fundiendo unas con otras hasta que desaparezca el blanco del lienzo. En los retratos que pinto intento descifrar los sentimientos, pensamientos y el pasado de las personas. El resto es solo cuestión de ir moldeando los volúmenes del rostro hasta obtener el parecido del modelo.”