Descripción de la Exposición
A diferencia de Valle-Inclán observaba a los personajes "desde arriba", hasta el punto de convertir a los dioses en "personajes de sainete", Salustiano los ensalza y entroniza, deificando una heterogénea selección de rostros anónimos, cuyas circunstancias no son sino un pretexto para reflejar el fructífero encuentro entre la divinidad y el hombre: la belleza. De ahí su predilección por los formatos circulares, indisolublemente ligados a la divinidad; de ahí los rostros idealizados, y esa expresión de inaccesibilidad perpetua ante la que únicamente podemos arrodillarnos. El espacio al que pertenecen, esa inefable monocromía etérea, es incognoscible; el tiempo en que habitan, inaprensible. No observamos un instante de un proceso; la acción que creemos reconocer no tendrá continuación, es, tan solo, la concreción de un sentimiento, o mejor dicho, la exaltación de una emoción. Ninguna de las figuras que observamos aspira al movimiento, más bien parecen exigir la eternidad, esa suerte de inmutable perfección. Si hay en estas obras, parafraseando a Cartier-Bresson, un instante decisivo, sin duda se encuentra en el contacto de la mirada del espectador con la del personaje, en la consumación del maridaje entre la racionalidad, la pulcritud extrema de la técnica, y la emoción, el sentimiento desbordado y desbordante que en cada uno de nosotros suscita cada composición.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España