Descripción de la Exposición
Kōan. Tres caminos para una vía contemplativa
La década del ‘90 transcurrió para Juan José Cambre representando solo una vasija; el escrutinio fue lento y prolongado hasta que, al final, se desvaneció.
Sobre ella decía: “La vasija es muy referencial, tiene muchos sentidos para la gente de los que yo no participo en absoluto. La elegí en forma casual, es básicamente lo más simple de una forma continente. Hace poco me contaban de una escuela zen en la que el discípulo tiene que hacer una vasija o una pieza de cerámica, siempre la misma. Y el programa de estudios es el siguiente: viene el maestro, mira la pieza y la rompe. Hasta que un buen día el maestro pasa, mira y deja la pieza intacta. Y ese día el discípulo está en condiciones de hacer lo que quiera en el mundo” [1].
En un ciclo de video-entrevistas llamado El Club del Arte del año 2015, Fabián Burgos daba una serie de definiciones sobre su inclinación –nunca interrumpida– por la abstracción: “La abstracción no es más que el trabajo fuera del naturalismo, del realismo. Cuando iba a las escuelas de arte, o cuando estudié de forma más académica había algo que te decían siempre: vos fijate cuando hacés figuración o dibujás objetos, que el vacío es tan importante como el objeto, y cuando me lo dijeron por primera vez me asombró. Los vacíos que se forman entre objetos son formas geométricas. Me empecé a interesar más por esos espacios entre los objetos que por el objeto en sí mismo. Yo tengo una inclinación por la invisibilidad” [2].
Ante la pregunta ¿cuál sería la forma en que sugeriría leer su obra? [3], Jane Brodie respondió: “En términos de una serie de contradicciones/tensiones: escaso/excesivo, tensión/relajación, movimiento/quietud...”. Una escultura hecha de baldosas ruinosas; un papel plegado y engrampado sobre la pared; un móvil de cintas de máquina de escribir sobre acetato. En cada una de estas obras extraídas de la realidad, conviven en armonía futilidad y monumento.
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The Future
Give me back my broken night
My mirrored room, my secret life
It's lonely here
There's no one left to torture
Give me absolute control
Over every living soul
And lie beside me, baby
That's an order
Give me back the Berlin wall
Give me Stalin and St. Paul
I've seen the future, brother
It is murder
Leonard Cohen, 1992
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Corrían los últimos meses de la década del ‘80 cuando Daniel García viajó por primera vez a Europa. La aventura duró algunos meses y significó ̶entre otras cosas ̶ encontrarse por primera vez, tête à tête con muchas de las obras que conocía solo a través de reproducciones. El impacto de ver a Picasso, Hermann Nitsch, Monet fue notable; pero también hubo otros impredecibles. Por ejemplo, contemplar las lápidas románicas y góticas de los cementerios que llevaban labradas calaveras, siluetas de ángeles o figuras abstractas. Aquello que había capturado su atención en el verano del ‘90 coincidía con el Nuevo Orden Mundial. Todo el mundo hablaba de la muerte de las ideologías, la muerte del Comunismo, la muerte del trabajo. La Muerte en general era el leitmotiv de la época. Sin embargo, para Daniel García “no era una cuestión de muerte, sino de emergencia. Había heridos que retirar de los campos de batalla, entonces pasé de las lápidas a las camillas”. Los símbolos salidos de la Guerra Civil Española, la Revolución Rusa, la iconografía Peronista, los martillos y laureles que representó en lienzos trasuntaban improvisadas camillas de trinchera.
Cada época le da forma a su propio Tánatos, lo esculpe de manera singular. Para el final del siglo XX fue huesudo, demacrado; forjado en la delgadez disciplinada por la anorexia y la bulimia. El ideal de belleza concentraba un programa de austeridad y ajuste que hacía deseable la privación. La epidemia de SIDA azotaba. El cuerpo en los ‘90 se aparecía frágil; reducido a órganos como reliquias en las obras de Silvia Gai tejidas con delicadeza y pathos en igual medida. Sergio Bazán lo hizo a través de la monitorización del cuerpo apuntado por tecnologías de control, que a lo largo del siglo XXI no hicieron más que acrecentarse. Texas, la tierra natal de George Bush Hijo, el cowboy de pocas luces que redujo a cenizas Medio Oriente. Gaspar Campos, 1065, Vicente López, donde Juan Domingo Perón fijó su residencia al retornar del exilio de dieciocho años, en 1972. Control Universal, la prognosis, 100% cumplida.
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El Museo Civico di Storia Naturale di Milano fue fundado en 1838. La biblioteca tiene una colección de libros antiguos y raros que testimonian la evolución de los libros naturalistas desde los primeros incunables del 1400 a las ediciones de gran formato del siglo XIX. Marcela Cabutti investigó sus fondos documentales entre 1997 y 1999. Una de las extrañas publicaciones que vio fue Kunst Formen der Natur, del biólogo alemán Ernst Haeckel. En uno de sus folios aparecen quince mamíferos pertenecientes a un mismo orden, los quirópteros, conocidos de forma general como murciélagos y algunos de ellos como vampiros. Inspirada por esto, Cabutti desarrolló a fines del siglo pasado un cuerpo de treinta esculturas; son pequeñas cabezas que retratan a los monstruitos alados que podrían ser personajes centrales de una película de Pixar. Cabutti no sabía entonces, que treintaiún años después en Wuhan, uno de ellos comenzaría a desplegar sus alas hasta cubrir todo el mundo.
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[1] Laura Batkis, “Las vasijas de Juan José Cambre y los perros de Varda Caivano en Klemm” publicado en Perfil el 16/04/1998. Disponible en
https://www.laurabatkis.com.ar/las-vasijas-de-juan-jose-cambre-y-los-perros-de-varda-caivano-en-klemm/
[2] El Club del Arte. Conducción: Daniel Abate. Disponible en
https://lalulula.tv/cortitos/entrevistas-cortas/el-club-del-arte/el-club-del-arte-fabian-burgos
[3] Disponible en http://www.boladenieve.org.ar/artista/600/brodie-jane
Exposición. Desde 23 jul de 2022 / sala _imán / Buenos Aires, Argentina
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España