El trabajo de Mariona Moncunill (Tarragona, 1984) se inscribe dentro de la crítica institucional, la tradición artística contemporánea que analiza las condiciones de posibilidad de una obra de arte con respecto al contexto en el que se inscribe: las características físicas del lugar de exposición, la participación y el acceso del público o las formas con las que la institución gestiona y comunica el trabajo que muestra han sido los focos de su atención durante los últimos años. Para ello ha desarrollado una metodología, autorreferencial y tautológica, basada en la investigación de los protocolos institucionales que mimetiza como un código adecuado para sus fines. De este modo, la obra de arte deviene un acto significativo pero discreto que, precisamente por su estricta adaptación al contexto, se convierte en un poderoso instrumento de interpretación. Es la infiltración de la práctica artística en el modo institucional la ... que vuelve visible el funcionamiento de la institución, la que exhibe críticamente a la institución misma como una modalidad de la representación.

Al enfrentarse al proyecto de 'Composición de lugar', la artista ha centrado su atención en los usos del espacio, en concreto en la continua actividad que se produce en la biblioteca del centro. La cuestionable capacidad del arte actual para formar públicos encuentra en las salas de lectura un caso de estudio fundamental: 'Especialización de la biblioteca' consiste en añadir a la biblioteca existente nuevos fondos con los que se pretende nutrir a la institución de un público nuevo, que se objetiva por medio del tema seleccionado. La idea de aficionado, de aquel que comparte con otros adeptos el placer que le provoca una actividad concreta, es la del público perfecto, interesado y activo por definición, como lo sería utópicamente el público del arte actual. La tradición de asociacionismo en Barcelona permite localizar temas concretos sobre los que desarrollar la especialización, a partir de grupos de interés ya existentes. La selección de la filia a los acuarios y los terrarios, esas miniaturas domésticas del mundo animal, responde a una lógica programática en relación al campo del arte: su aparente inocencia abre su frecuentación a numerosos individuos que ignoran la posibilidad de una bibliografía específica, de un saber concreto con respecto a una actividad cotidiana; por otra parte, constituye una puesta en valor de la biblioteca por singularidad añadida, que pone el acento en la capacidad de las prácticas artísticas para generar un incremento simbólico rentable a nivel social.

De este modo, la obra de Mariona Moncunill consiste en una donación a perpetuidad de libros que se suman a las colecciones de la biblioteca de Obra Social Caja Madrid, integrados según el sistema de catalogación y el protocolo de uso del sistema bibliotecario, que no está regido por códigos expositivos, sino por la razón práctica de la ciencia archivística. La exposición que resulta es un uso y una disposición: los ejemplares a disposición pública, con su distintivo, se diluyen en el interior de la biblioteca como cualquier otra incorporación.

Más allá de la supuesta inutilidad que la tradición clásica atribuye a las artes y en consonancia con el debate sobre su función social, Mariona Moncunill lleva aquí al extremo los límites de su trabajo: el éxito de la pieza será mayor cuanta mayor su indiferenciación; en una temporalidad que trasciende la expositiva, será su aparente renuncia a la condición de arte la que ocasionará, en última instancia, su posible relevancia.