Descripción de la Exposición El Museo de Teruel inaugura, una gran muestra de fotografía bajo el título “España Diez Miradas”. La exposición, que ha sido coproducida por la Sociedad Estatal de Exposiciones Internacionales (SEEI) y la editorial Lunwerg en colaboración con la Diputación de Teruel, pretende reflejar la evolución de nuestro país durante los últimos 25 años, a través de la mirada subjetiva de diez grandes fotógrafos, considerados como los artífices del mayor cambio cualitativo en la fotografía documental española. Un total de 100 imágenes permitirán al espectador asomarse, con una gran riqueza de opciones, al vértigo de la realidad de un territorio y sus gentes durante una época en la que se han experimentado significativas transformaciones. Los fotógrafos que han visto seleccionada su obra poseen, sin duda, una destacada trayectoria profesional que avala su capacidad para plasmar imágenes de la vida española en la transición del siglo XX al XXI. La nómina de fotógrafos de esta atractiva exposición la integran: Juan Manuel Castro Prieto (Madrid, 1958); Ricky Dávila (Bilbao, 1964) ; Alberto García-Alix (León, 1956); Cristina García Rodero (Puertollano, 1949); Xurxo Lobato (A Coruña, 1956); José Ignacio Lobo (Tolosa, 1967); Ramón Masats (Caldes de Montbuí, 1931); Isabel Muñoz (Barcelona, 1952); José Manuel Navia (Madrid, 1957) y Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, 1953) Esta exposición de la SEEI ahora itinerante fue, en su origen, inaugurada en el Tokio Metropolitan Museum of Photography y constituyó uno de los actos culturales estrella de la presencia española en la Expo Aichi que se llevó a cabo en Japón del 25 de marzo al 25 de septiembre de 2005. Tras este evento, la muestra ha visitado ya las ciudades de Valladolid y Granada y ahora podrá ser contemplada, hasta el próximo 28 de enero de 2007, en las salas de exposiciones temporales del Museo de Teruel. La exposición “España Diez Miradas” se complementa con la edición de un cuidado catálogo en el que además de reproducirse las 100 imágenes que integran la muestra, se publican textos del prestigioso fotohistoriador Publio López Mondéjar y de Andrés Trapiello, Antonio Soler, Francisco Calvo Serraller, Julio Llamazares, Antón Patino, Miguel Sánchez Ostiz, José Manuel Caballero Bonald, Christian Caujolle, Augusto Roa Bastos y José Luis Gallero. Completan el atractivo volumen las biografías de los diez fotógrafos seleccionados y una cronología de la vida española del periodo 1975-2004. ESPAÑA DIEZ MIRADAS El comisario de la exposición, Publio López Mondéjar, considera que la muestra refleja el tránsito vertiginoso entre la rancia España predemocrática y el moderno y desarrollado país actual. Para ello nada más indicado que recurrir al testimonio de la fotografía, porque ningún lenguaje como el fotográfico nos habla tan eficazmente de nosotros mismos, cuando el que lo ejerce no se resigna a renunciar a las cualidades básicas de su lenguaje y a su primitiva vocación de registro y representación. Una condición que hermana la obra de los diez fotógrafos reunidos en la muestra “España Diez Miradas”. Desde Ramón Masats, un profesional felizmente en activo que contribuyó decisivamente a construir la vanguardia documental de los años sesenta, hasta Ricky Dávila o José Ignacio Lobo, que son los benjamines del grupo, en sus imágenes hallamos siempre un pálpito de la cambiante sociedad española del último cuarto de siglo, de la presencia del hombre o, al menos, de su huella. Los diez fotógrafos aquí reunidos comparten idéntica necesidad de borrar las fronteras de la geografía y del tiempo, aunque no han orillado su interés por los paisajes, las costumbres, los pueblos y las gentes de su país, cuyos caminos han cruzado reiteradamente durante los últimos años. Cada uno a su manera, desde sus propias certezas, dudas e inquietudes ha ido escrutando la cambiante realidad española, que sólo en el último cuarto de siglo ha experimentado una mutación incomparablemente más profunda que en los largos siglos de inmovilismo y autarquía. Desde ópticas y planteamientos diversos y complementarios, los diez prestan más atención a la medida del hombre que al artificio de las cosas, conscientes de que en la fotografía puede condensarse toda la conmovedora aventura del género humano. Son fotógrafos que rara vez caen en las trampas de lo documental, recordándonos que una fotografía no es sólo el resultado de una contemplación, sino de una forma personal de mirar. A todos les une la común indiferencia por cualquier forma de ortodoxia, en un tiempo en que los dictados de un nuevo academicismo pugnan por alejar a la fotografía de la más leve sospecha de representación y registro de lo real. LOS FOTÓGRAFOS José Manuel Navia (Madrid, 1957) es uno de los más brillantes representantes del nuevo reporterismo español, de los que con mayor empeño y dedicación ha ido puliendo la herramienta de su propio lenguaje, en una búsqueda tenaz de la mayor eficacia y precisión expresiva. Un propósito que nunca le ha abandonado, desde el día en que su madre le regaló un curso de fotografía en la linde entre su infancia y su adolescencia. A su profundo conocimiento de la técnica, que le ha convertido en un verdadero maestro del color, suma Navia una vasta cultura y un contundente sentido común. Si bien se mira, sus reportajes se adentran cada día más en los meandros de la literatura, uno de los lenguajes más sólidamente anclados en la vocación narrativa de su trabajo. Algo que cada día se hace más presente en sus imágenes, cuya sobriedad y aparente sencillez no son sino la expresión de su sosegada perfección. Ramón Masats (Caldes de Montbui, 1931) es uno de los más grandes fotógrafos de su generación, y el primero en seguir el camino del reportaje puro, gracias a su sorprendente vigor creativo, su asombrosa osadía para romper los convencionalismos formales y unas cualidades realmente portentosas. Durante casi medio siglo ha ido pasando ante sus cámaras una España maltrecha y epilogal, con sus ulceraciones y desgarraduras, pero también con su magia y su misterio, que él ha sabido captar con admirable maestría. En sus últimos trabajos realizados enteramente en color encontramos su misma insumisión y su vigor de siempre, quizás ahora más atemperados por la sabiduría y el sosiego. En ellos aún nos sorprende con su capacidad para condensar tonalidades y colores, para atrapar la fugacidad del tiempo, las angulaciones imposibles sólo accesibles para un fotógrafo como él, privilegiado con el don de la mirada. Cristina García Rodero (Puertollano, 1949) es la fotógrafa española más universalmente reconocida y la que con mayor dosis de sabiduría, de obstinada y orgullosa humildad, ha aprendido a mirar, a dejarse sorprender por el incesante espectáculo de la vida. Tras más de treinta años de perseverante y esforzado peregrinaje, mantiene viva la insaciable curiosidad que le ha llevado a desentrañar las raíces de lo popular, que para ella es sinónimo de lo culto y lo permanente. Su obra España Oculta (1988) constituye un deslumbrante espejo de las fiestas y ritos de la España rural, a través de unas imágenes cautivadoras y de una extraordinaria plasticidad, que reflejan magistralmente la realidad religiosa y profana de los viejos ritos ibéricos. En los últimos años ha ido ensanchando el objetivo de su mirada, indagando en las nuevas realidades sociológicas de una España en vertiginosa transformación. Su interés por lo popular le ha llevado a explorar en otros pueblos y civilizaciones, en un trabajo monumental entre el cielo y la tierra, en la que ha ido dejando generosamente jirones de su corazón y de su portentoso talento. Xurxo Lobato (A Coruña, 1956) es otro de los grandes reporteros españoles y de los que, con mayor eficacia ha sabido sortear los estragos del monopolio informativo, haciendo públicas sus imágenes en una docena de libros, en los que nos ha ido mostrando la imagen plural de su Galicia natal. Su obra es, de alguna manera, un reflejo de las decenas de mundos que coexisten en su tierra, a medio camino entre la tradición y la modernidad; culta y urbana, pero unida aún a viejos atavismos y a un protervo caciquismo rural. Comprometido con Galicia y con sus más nobles causas, Lobato ha sabido atrapar la esencia de esta tierra en que vive la esquizofrenia de un tiempo vertiginoso en el que el pasado y el futuro parecen confundirse. Es el suyo, por extensión no sólo uno de los retratos más certeros de Galicia, sino de toda España porque, como nos dice Miguel Torga, lo universal no es sino lo local sin límites. Tras largo años de ejercicio apasionado de la fotografía, Isabel Muñoz (Barcelona, 1951) ha llegado a convertirse en una de las más diestras especialistas en algunos casos de los más nobles procedimientos fotográficos como la platinotipia, una técnica arriesgada y difícil, sólo apta para los que tienen su perseverancia y su talento. Así ha llegado a crear algunas de las más bellas imágenes de la actual fotografía, de las más delicadas y dignas de contemplación. Diríase que, como Pessoa, a falta de otras certidumbres o esperanzas, ha encontrado el sentido de la vida en la búsqueda obsesiva de la belleza. De ahí, quizás, esas fotografías suyas desconcertantes en su propia perfección, escorzos de pieles, de cuerpos y miradas, que coexisten en plena armonía con otras más próximas al vértigo del reportaje. Bordeando siempre el riesgo de lo pintoresco, ha sabido hallar el modo de sortearlo, dejando en sus fotografías la huella de su mirada, de su modo de acotar la realidad para extraer de ella lo más hermoso y perdurable. Juan Manuel Castro Prieto (Madrid, 1958) es uno de nuestros fotógrafos más dotados. Siendo siempre cautivadoras, sus fotografías son como las páginas de un diario, que sólo alcanzan su último y más profundo sentido en compañía de otras. Él mismo ha insistido en la cercanía de su trabajo con la literatura, y nada más útil para certificarlo que contemplar sus admirables imágenes, que constituyen una apasionante narración de vivencias sucesivas, engastadas por el fotógrafo en diversas épocas y geografías. Castro Prieto no es un reportero uso, no busca el instante decisivo o el deslumbramiento de un azaroso hallazgo visual. Diríase que tiene con su universo iconográfico una relación más honda, más reflexiva. De ahí que en sus fotografías no sólo se exprese la realidad, sino especialmente su propio autor, capaz de descubrir la belleza en los rincones más humildes de la verdad, gracias a su admirable técnica de artesano, a su capacidad para mostrar la frontera nebulosa entre lo percibido y lo soñado, la desolación de los ámbitos desvanecidos, de los objetos agraviados por el olvido, que parecen convocarnos a la contemplación y a la melancolía. Durante más de un cuarto de siglo, Alberto García Alix (León, 1956) ha realizado una fascinante crónica de su tiempo y de sí mismo, a través de retrato de las personas de su cercanía personal o afectiva, miembros bien amados y malheridos de su tripulación dignificados por su mirada sabia, honesta y piadosa. García Alix fotografía emociones. Más que rostros, escenas o evidencias, refleja sus propias sensaciones de pasión y congoja, de desamparo, amor y camadería, sobre las que se sustenta la viga maestra de su vida. Así ha ido construyendo una deslumbrante colección de retratos, sin duda la de mayor intensidad fotográfica, desgarrado patetismo y capacidad de seducción, de la actual fotografía. Crecido en el magisterio del dolor, más que la belleza o la excelencia, García Alix busca ahora componer un retrato de su propia soledad, despojado de cualquier autocomplacencia o superflua vanidad, con la emoción de siempre y una implacable lucidez. Testigo privilegiado de una época apasionante de la historia de España, Miguel Trillo (Jiména de la Frontera, Cádiz, 1953) ha documentado exhaustivamente la evolución de las tribus urbanas españolas en los últimos treinta años. En esa despensa para el futuro como él mismo ha definido a su archivo, se han ido acumulando miles de imágenes que constituyen un espejo luminoso del vertiginoso cambio social del país, desde la mugre franquista al arrebato de la modernidad. Sus imágenes, aparentemente sencillas pero decididamente directas y eficaces, tienen una sorprendente coherencia y ese punto de equilibrio que las convierte en relevantes documentos visuales. Clásico y heterodoxo a la vez, alienta en él la vocación del narrador, del hombre que no ignora la fugacidad del tiempo y que, con una infrecuente humildad y dedicación ha ido levantando uno de los monumentos icnográficos más relevantes de la vida íntima de la juventud española, en las vísperas del nuevo milenio. Ricky Dávila (Bilbao, 1964) constituye un caso excepcional en el panorama fotográfico español. De su vehemente dedicación a su trabajo han ido surgiendo admirables reportajes y galerías de retratos que le convierten, pese a su juventud, en un referente inevitable de la actual fotografía española. Obsesionado por la pureza, sus imágenes tienen un punto de inquietante frialdad, de la que no ha sabido o no ha querido desprenderse. En el apasionado ejercicio de su oficio, ha alcanzado un infrecuente dominio de todos los géneros fotográficos, a los que siempre ha sabido aportar el sello de su talento. Alejado de toda rutina o acomodamiento, trata de dejar en sus estampas una parte de sus más íntimas obsesiones, sabiendo, como Brassai, que la vocación esencial de un fotógrafo es la de mostrar el inagotable caudal de la realidad, pero haciéndolo a su manera, dejando invariablemente algo de sí mismo, de lo que conoce y lo que ignora de sí mismo. Juan Ignacio Lobo Altuna (Tolosa, 1967) posee una mirada libre, honesta y llena de determinación, a la que añade un punto de audacia que le sobreviene de una infrecuente seguridad y fuerza interior. Con estas armas ha ido descendiendo a las zahúrdas del fervor, la tradición y el fanatismo, pero evitando siempre lo obvio o lo grotesco, la gratuita provocación o la imagen no avalada por su propio compromiso ético y estético. En este arriesgado peregrinaje por los meandros de la devoción nunca ha vuelto la cara ante cualquier verdad revelada por el cristal de sus cámaras, retratando aquello que los demás no vemos, o no nos determinamos a ver. Alejado de cualquier tipo de convencionalismo, ha preservado ejemplarmente en su camino, recordándonos que la fotografía es uno de los lenguajes más humildes, pero de los más precisos y trascendentes también. En esto reside la admirable coherencia de su obra, una de las más relevantes y dignas de atención de la actual fotografía española.
Seguramente diez es un número arbitrario, como arbitraria sería la decisión de elegirles precisamente a ellos, cuando tantos fotógrafos extraordinarios trabajan hoy en España. Cualquiera otro podría haber realizado una elección diferente y habría sido igualmente acertada o errada. Pero si le hubiese guiado el mismo propósito, si hubiese tratado de mostrar al menos un vislumbre de la realidad española en la frontera de los siglos, obligadamente habría debido recurrir a fotógrafos que, como los diez aquí presentes, buscan no sólo atrapar un testimonio en el cristal de sus
cámaras, sino dejar en él la huella de su propia mirada, sabiendo que sólo la fotografía que no renuncia a los fundamentos propios de su lenguaje y a su primera vocación documental nos permite asomarnos al vértigo de un tiempo como el que nos ha tocado vivir, desapacible y tornadizo.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España