Descripción de la Exposición La última obra de Papín Lucadamo se ha introducido de forma decidida en el terreno de la abstracción. Al hablar de pintura se emplea con naturalidad recurrente una metonimia, la “mirada del pintor”, para referirse a su manera de representar lo real o lo irreal a través de medios plásticos. Papín Lucadamo nos hace recordar esta idea cuando refiere cómo surgió la silueta ovoide que recorre todas sus obras recientes, a partir de la experiencia de cerrar fuertemente los párpados y tratar de adivinar alguna forma en medio de la nada. Más tarde comprendió que el punto que aparece en ocasiones, como la yema de ese huevo místico, no era más que la sombra del nervio óptico, el punto ciego de la retina.
Sería imposible, por lo tanto, en nuestro caso, hablar de su mirada sobre la realidad, y esta limitación se ajusta muy bien a una obra que tiene poco que ver con la representación y mucho más con el tiempo y los procesos. Hay un tiempo para crear –un tiempo para la acción– y un tiempo para esperar, aunque no siempre han de sucederse en este orden. Muchas veces, se impone un proceso de preparación en el que sopesar cada uno de los pequeños detalles que van a ponerse en práctica en una ejecución decidida.
Estas series se inscriben en una larga y prolífica tradición de la pintura contemporánea, pero quizá sería interesante referirse a algunos referentes más claros.
Por encima de la vinculación a los grandes movimientos como el Expresionismo Abstracto norteamericano, y el Informalismo europeo, nos parece que estas formas esquemáticas de Papín se relacionan de forma mucho más clara con la experiencia pictórica del japonés Jiro Yoshihara y el grupo Gutai que él mismo encabezaba.
Estos artistas, menos conocidos para el gran público, y generalmente olvidados en las recapitulaciones del arte contemporáneo, desarrollaron su trabajo en la periferia de Kobe a partir de 1948. Su gran valedor fue el crítico francés Michel Tapié, quien consideraba sus trabajos como algunos de los mejores ejemplos del arte autre que con anterioridad había promulgado. Las experiencias de Gutai tienen mucho que ver con la tradición del pensamiento oriental en cuanto a la relación con la naturaleza y el paisaje, y a la búsqueda de una belleza que se aleja de la perfección geométrica del movimiento moderno.
Aunque las formas simples formen parte importante de su pintura – especialmente la de Yoshihara – están tratadas de forma orgánica, vibrante, huyendo deliberadamente de las superficies y contornos asépticos para buscar el encanto de la imperfección. Como expresan en su manifiesto, “Gutai” significa tratar de captar visual y directamente las aspiraciones interiores de los hombres a través de la materia, al tiempo que revelan su belleza natural.
Toda la obra reciente de Papín Lucadamo se embarca en esta misma búsqueda, partiendo, además de principios conceptuales fuertemente arraigados en la cultura japonesa. Su relación con oriente viene de antiguo. Entre 1995 y 1997 viaja por India, Nepal y Tailandia, una experiencia que se introdujo inmediatamente en su iconografía. Pero lo que resulta más relevante, es que desde hace cuatro años recibe clases de pintura china con el maestro Li chi pang.
Este conocimiento de las técnicas tradicionales le permite, por un lado, el dominio de los materiales y las herramientas para la pintura, y por otra parte, le introduce en una experiencia artística que difiere en gran medida de la tradición occidental. El gran paso hacia las series de pintura que presenta en la actualidad lo realiza, curiosamente, a través de la cerámica. Trabajando en una serie de esculturas entra en contacto con un ideal estético que en Japón se vincula profundamente con la elaboración de piezas de este material.
El wabi – o wabi-sabi – es un concepto deliberadamente inasible y difícil de definir en pocas palabras. Podría asemejarse a la idea de gracia que se aplica en ocasiones en la estética occidental, pero se circunscribe a una belleza tosca, imperfecta, relacionada con las formas y procesos de la naturaleza. La cerámica Raku, como decía, es la manifestación más visible de esta idea de wabi, y sus piezas presentan contornos irregulares, superficies en las que se mezcla lo rugoso con lo pulido, lo mate con lo brillante, lo limpio y metálico con lo terroso y de aspecto oxidado. Texturas y calidades que están, sin duda, presentes en la pintura de Papín Lucadamo.
Cada una de ellas es el resultado de una búsqueda expresiva distinta, partiendo de una misma forma básica. Funde en el lienzo la experiencia estética y artística oriental – a través de las técnicas de la pintura tradicional china sobre papel de arroz y las calidades plásticas de la cerámica japonesa – con una forma que es a un tiempo íntima y universal. El resultado de su aventura abstracta es un conjunto de obras en los que la misma silueta se declina en infinitos matices de textura, color y sensaciones visuales. Una puesta en lienzo de la belleza efímera y tenue de la materia.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España