Descripción de la Exposición
En la teoría de la arquitectura del siglo XIX, frente a autores como Marc-Antoine Laugier y el mito de la cabaña primitiva, existió la propuesta de Gottfried Semper, quien expuso que el inicio de la disciplina podía tomar como punto de partida el uso de los textiles. Este renombrado arquitecto alemán, bien conocido por interpretar las apuestas wagnerianas a la arquitectura o por diseñar espacios museísticos poniendo en diálogo las ciencias naturales con las artes, también realizó un importante estudio sobre el trabajo en textil, a través del vínculo de la arquitectura con la antropología y destacando la relación entre la geometría, el trenzado y el tejido en la definición de dichas producciones.
Semper sugirió, a partir de la idea de Vestimenta en la arquitectura, distanciándose de la tradición vitruviana, un tipo de analogía biológica que relacionó a otros referentes de manufacturas, como la cerámica y la cantería, con el fin de explicar los primeros elementos constructivos desde una mirada primitivista: la plataforma, el techo y el envolvente frente a la tela y el hogar. El teórico tomó como ejemplos al tapiz y la casa de campaña de Asiria, revestimientos que después dieron paso a sistemas constructivos en estuco, alabastro o terracota, siguiendo el modelo y diseño originario del textil.
Posteriormente, en la década de 1970, el crítico peruano-mexicano Juan Acha retomó la propuesta de Semper para entender el desarrollo de los “ambientes” en el arte latinoamericano. Para ello, y como parte de una extensa investigación sobre la tríada constituida por el arte, el diseño y la artesanía, y como parte de la articulación de los no-objetualismos, estudió con detenimiento los textiles paleo-andinos que relacionó a la labor de artistas como el poeta Jorge Eduardo Eielson o la escultora Marta Palau: “En verdad, los artistas renovadores del tapiz parten de la realidad material y pacífica del tejido para adecuarlo a la sensibilidad moderna, producto en gran parte de las artes visuales. Estas –claro está– contribuyen a que los efectos tacti-visuales del tapiz sean aceptados y tomados en su verdadera dimensión artística”.
Desde hace algunos años, específicamente tras el cambio de perspectiva global que trajo consigo la pandemia mundial de 2020, el artista limeño José Carlos Martinat ha dado unos giros inusuales que también mantienen una relación con el trabajo textil. Reconocido desde hace varias décadas por el trabajo con la instalación, la mecánica, la electrónica, o por el interés de retomar elementos que forman parte del espacio público, Martinat comenzó un nuevo campo de exploración artístico que mantiene una tensión entre sus investigaciones pasadas y las presentes, en donde una nueva forma de diseño textil ha ganado campo.
Esencia: Materica representa un conjunto que da continuidad al cruce entre dos ámbitos: uno médico y otro espiritual. Por un lado, Martinat retoma la información del genoma del SARS-CoV-2, estructurado por cuatro letras que siguen 33,000 secuencias, el cual tiene la característica de visualizarse bajo un diseño geométrico y escalonado. Por otra parte, el artista se acercó a la medicina tradicional y al uso de minerales y cristales utilizados para restablecer el equilibrio orgánico; aunado a este proceso, incorporó el uso de tintes naturales con los que tiñó inicialmente un conjunto de gasas. Al conjuntar estos dos ámbitos, alcanzó una nueva posibilidad instalativa que dio sentido a otra forma de intervención espacial.
Esta exposición se compone de 5 estructuras en yute teñidas con elementos como la cúrcuma, o bien, polvos de colores utilizados para rituales de limpieza y recuperación, que retoman el diseño geométrico del virus antes señalado, ya que el sentido cromático varía en relación el genoma y la letra que le corresponde. En la pesquisa hecha desde México, Martinat reinterpreta prácticas que conoció por las travesías en el Mercado de Sonora, para incorporar materias con una potencia mágico-religiosa, como pigmentos o hierbas de santería para crear un entorno aromático. Asimismo, mantuvo contacto con diversas curanderas, una de ellas que usa las tijeras como elemento curativo y cuyo método inspiró una pieza sonora que acompaña a esta serie. Todos estos elementos entrelazados por telas, sonido y olor, generan un ambiente unificado por la idea, o tal vez por la invocación, de la sanación. El zig-zag de estructuras colgantes dotan de un nuevo sentido a una construcción preexistente y a nuestra experiencia con un entorno específico.
Las referencias iniciales antes citadas, que remiten a la historia, potencia constructiva y ritual del textil, permiten incluir a esta instalación en dicha genealogía y destacar sus aportes en el contexto actual. Si la historia de la arquitectura puede pensarse desde la relación entre una cosmogonía traducida en tintes y figuras sagradas que derivan al medio textil, esta muestra augura un retorno a los cruces en una relación en red, como llaman Denise Y. Arnold y Elvira Espejo para el caso boliviano, donde la práctica de esta antigua práctica se comprende en relación con la tierra, los animales, las plantas, el agua, y cualquier ciclo que entre dentro del proceso de concepción de una obra en tapiz. Martinat continúa un camino trazado en el que se separa de la apropiación que siguió su labor anteriormente para, en cambio, asimilar el proceso de la desapropiación y restauración personal, simbólica y material a partir de otra arquitectura, la cual es posible a partir de un ambiente sensorial que afecta la mirada, el caminar, el olfato, la escucha, es decir, todos nuestros sentidos en su relación con el universo.
Natalia de la Rosa
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Exposición. 26 feb de 2025 - 01 sep de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España