Descripción de la Exposición “Quizá mi interés principal sea lo asombroso, y no otra cosa que asombro es lo que intento suscitar en el ánimo de los espectadores”. Maurits Cornelis Escher. Maurits Cornelis Escher (1898-1972) se ha convertido en uno de los artistas gráficos más importantes del mundo gracias a sus casi 450 litografías, sus numerosos grabados en madera y los más de 2.000 dibujos y bosquejos que realizó durante su trayectoria artística. El genio holandés experimentó en sus trabajos con la arquitectura, la perspectiva y los espacios imposibles, reorganizando las reglas de la perspectiva y de la física conforme a su personal e ingeniosa lógica. La exposición que se presenta en el Centro de Exposiciones Arte Canal, es la primera gran muestra que se realiza en Madrid sobre la obra de este artista y, sin duda, la mayor que se ha visto nunca en España. El grupo de obras que se exhibe pertenece a la excepcional colección que la Fundación M.C. Escher conserva en Holanda. El mundo de Escher se presenta a través de 135 de sus mejores obras, dispuestas en siete salas dedicadas a diferentes temáticas, y dos espacios realizados expresamente para esta exposición: la Mezquita isótropa y la Caja mágica. La muestra se acompaña de varias piezas audiovisuales entre las que se incluyen documentales sobre su vida y su obra y otras proyecciones que escenifican los juegos visuales escondidos en sus trabajos. La agrupación aquí realizada es una abstracción teórica pero no temporal. El espacio expositivo, diseñado específicamente para la muestra, dialoga íntimamente con los dibujos. El proyecto expositivo es obra de los arquitectos Carlos Ferrater y Borja Ferrater quienes, además de crear la concepción global de la muestra, logran transmitir las ideas que inspiraron al artista a través de la manipulación espacial. El resultado de la intervención es un espacio laberíntico en el que se varían la geometría y las dimensiones de los elementos como si formaran parte del universo escheriano. El discurso narrativo que sirve de hilo conductor de la muestra ha sido elaborado por el comisario científico y arquitecto, José Juan Barba. Sala 1: La realidad congelada La muestra se inicia con el área dedicada a la representación figurativa en la obra de Maurits Cornelis Escher. El grupo de obras que aquí se expone pertenecen al primer periodo gráfico de Escher, el que va desde 1917, poco antes de su ingreso en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas en 1919, donde conoce a su futuro mentor y maestro Jessurun de Mesquita, hasta llegar al punto de inflexión más importante de su carrera en 1937, que también coincide con su último viaje a España y con su retorno, desde Italia, a los Países Bajos. Estos primeros años corresponden a su etapa de aprendizaje instrumental y el dominio de diferentes técnicas gráficas, entre las que se incluyen las xilografías, aguafuertes, linoleografía, litografía y los grabados en madera. Las influencias en la técnica del claroscuro, aprendida de Jessurun de Mesquita, se pueden apreciar en “Retrato de hombre barbudo” (1919), “Delfines” (1923) y “Mujer con flor” (1925), dedicado a su esposa Jetta. Son especialmente interesantes los trabajos dedicados a las pequeñas naturalezas de plantas e insectos. Las referencias a su compleja naturaleza escondida en sus diminutos tamaños, casi invisibles a los ojos humanos, se convertirán en un mundo cuya complejidad siempre intentará reproducir hasta en el más mínimo detalle. Su interés por los fuertes contrastes le llevó de la litografía a la xilografía. Su concentración casi exclusiva durante estos primeros años en la técnica del grabado en madera le permitió alcanzar un gran virtuosismo. En 1921, Escher llega por primera vez al sur de Europa. Recorrerá el Mediterráneo en barco, visitará España en varias ocasiones y finalmente se instalará a vivir en Roma hasta 1936, momento en que, tras la radicalización de los acontecimientos políticos en Italia, regresará a Suiza y posteriormente a los Países Bajos. Durante esos años efectuó constantes viajes acompañado por su mujer, Jetta Umiker. La luz y el clima de estas tierras se reflejarán en sus futuros trabajos. Sus paisajes forman dos grupos: los paisajes naturales, abiertos, paisajes del territorio, sin fronteras; y como contrapunto, sus paisajes artificiales, los paisajes de las ciudades y monumentos que va visitando. Dentro de este último grupo forman un especial conjunto por su elevado virtuosismo los dedicados a la ciudad de Roma, ejecutados entre 1931 y 1934. Los grabados en madera, como las xilografías, fueron impresos siguiendo un antiguo procedimiento japonés, con ayuda de una cucharilla de hueso. La tinta se distribuía sobre la madera con un rodillo, se colocaba una hoja de papel sobre las planchas y rápidamente se pasaba la cucharilla sobre la hoja. El procedimiento es lento y engorroso, pero tiene la ventaja de dañar menos la plancha de madera que cuando se utiliza una prensa. A partir de 1937 su obra comienza a caracterizarse por el desarrollo de la realidad figurativa que, hasta ese momento, habían representado sus trabajos. En sus obras repetirá asiduamente la necesidad de captar la realidad fugaz y prolongar así su existencia. Sin embargo, sus dibujos no son copias o idealizaciones de ninguna realidad física o tangible. Escher se distinguió por su carácter dualista, un rasgo que se reflejó en su constante creación de mundos contrapuestos a la realidad, en la elección del blanco y el negro, en sus juegos con la realidad y el reflejo, o con la noche y el día. Sin embargo, estas contraposiciones no son opuestas, sino que se conectan a través de misteriosas continuidades y caminos de unión entre mundos imposibles. Este cruce de mundos le permite acercarse al surrealismo, donde las formas y colores todavía se encuentran vinculadas a la realidad o no abstraídas de la misma. Aunque Escher no es un surrealista coincide con esta corriente en que su comprensión de la realidad y el reflejo de la misma estarán cercanos: las formas se reconocen pero no la relación natural entre ellas, la realidad no es idealizada, sino más bien alargada. Los mundos imposibles de Escher se ofrecen para ser descubiertos, y son articulados y edificados bajo principios constructivos que normalmente encontraba en las matemáticas y en la geometría. El resultado son mundos que sólo existen dentro de los límites del dibujo ideado por Escher y que surgen ante el espectador sobre las superficies del agua y del vidrio. La fascinación de Escher por los cuerpos regulares surgió de su interés por la cristalografía, una afición que compartía con su hermano Berend George, conocido geólogo y catedrático en la Universidad de Leiden (Países Bajos). El interés de Escher se extendía a las formas regulares, como las espirales, prestando un especial interés por la reinterpretación de la cinta de Moebio, a la que si se le da la vuelta, adquiere ciertas propiedades que son interesantes desde el punto de vista matemático. Se trata de un objeto que tiene una sola cara y un solo borde, ambos continuos. Los juegos con la perspectiva, cuestionando o alterando la relatividad de los puntos de fuga y la idea de relatividad, son mostrados en diferentes grabados de los que cabe destacar por increíble y sugerente: “Profundidad” (1955) en el que aparecen el estudio de la perspectiva y la repetición de motivos hasta el infinito y “Tres esferas I” (1945) en el que parecen presentarse tres esferas con deformaciones diferentes, cuando en realidad son tres círculos planos. La idea del infinito es quizá una de las que más apasionó a Escher y quizá una de las más influenciadas por sus viajes a la Alhambra de Granada y a Córdoba. El artista holandés escribió un extenso tratado sobre la partición regular del plano en el que aborda con precisión importantes detalles técnicos. Este proceso, que consistía en rellenar el espacio con formas regulares e irregulares, se perfecciona tras su segunda visita en 1936 a la Alhambra y a la Mezquita de Córdoba. Escher siempre utilizó en sus grabados motivos concretos relegando esta técnica a mero instrumento creativo, este hecho se aprecia con claridad en obras como Metamorfosis y Ciclos. Las obras en las que utiliza la división infinita del plano, son también en las que más se aproxima a otros de los temas fundamentales de Escher, la idea del infinito. Las obras iniciales, como en “Sol y Luna” (1948), “Caballos y Pájaros” (1949) o “Peces y Ranas” (1949), tan sólo buscan una ordenación del espacio bidimensional que después pasará a ser una ocupación completa del plano. El interés de Escher por las matemáticas le ayudó a llegar a un tercer nivel, que comienza a intuirse en “División Regular del Plano VI” (1957), con cuyas figuras, una especie de lagartos, realizará otras obras. Las Metamorfosis son un escalón más elaborado en el proceso de partición periódica de la superficie planteado por Escher en sus dibujos. Este proceso se intuye ya en algunos de los grabados iniciales de 1922 y se desarrolla instrumentalmente tras sus estudios de la Alhambra y de la mezquita de Córdoba. El grupo de obras aquí mostrado quizá sea la mejor selección que puede presentarse de estas piezas: “Espejo Mágico” (1946), “Metamorfosis II” (1939-1940), “Encuentro” (1944), “Reptiles” (1943) o “Predestinación” (1951). Todas ellas hablan del cambio, de un proceso de transformación, de mutación que utiliza los conceptos de espacio y tiempo a la vez. Ello le permite madurar y realizar elaboraciones complejas en busca de lo infinito como en “Límite circular III” (1959), “Más y más pequeño” (1956) o “Límite cuadrado” (1964). En uno de los dibujos más conocidos, “Día y noche” (1939), se puede apreciar cómo formas indeterminadas y abstractas se van transformando, tanto vertical como horizontalmente, en figuras de contornos definidos para terminar convirtiéndose, respectivamente, en el mismo paisaje pero en un tiempo diferente o en piezas indeterminadas. Dentro de esta búsqueda de lo infinito se encuentra transitando un grupo de naturalezas vivas o pequeños animales que van desde las hormigas recorriendo la cinta de Moebio o los mutantes “animalillos-cachivache”, protagonistas de diversas obras, hasta las serpientes de su último grabado. En esta última área se muestra un grupo de obras vinculadas todas ellas con espacios construidos, con arquitecturas imposibles, con invenciones construidas de imposible ejecución. En estas invenciones arquitectónicas, Escher va culminando todas sus investigaciones teóricas, por ejemplo, la cinta de Moebio, continua, infinita y recorrida por hormigas, se transforma en el recorrido del agua en la reinterpretación realizada en “Cascada” (1961). Conceptos matemáticos como las “escaleras de Coxeter”, se reproducen en “Subiendo y bajando” (1960); y otro como la “superficie de Riemann” se plasma en la galería dilatada de la “Galería de grabados”. Los juegos tridimensionales o con la perspectiva son reproducidos en las obras “Belvedere” (1958), “Convexo y cóncavo” (1955) y “Arriba y abajo” (1947); los juegos perspectivos se mezclan con mundos surrealistas en “Otro mundo” (1946) y sus primeras aproximaciones al control del espacio por medio de la geometría se muestran en la obra “Interior de San Pedro”. Un paseo entre columnas reales y reflejadas. El visitante se traslada a un espacio isótropo, que se comporta igual en todas direcciones, en el que derecha e izquierda, arriba y abajo, afuera y adentro se diluyen. Una invitación a perderse en una sala en la que predominan los dos colores característicos de las obras de Escher, el blanco y el negro. En la idea de espacios isótropos, se detecta la influencia de los mosaicos y las teselas que Escher descubrió en la Alhambra de Granada y en Córdoba. Estos espacios son los que mejor se instrumentalizan para desarrollar las ideas de espacios continuos o infinitos. Los cuadros de Escher cobran vida en este espacio habitado por monjes y lagartos que suben y bajan escaleras de direcciones imposibles. Una animación escheriana con luz y música de Johann Sebastian Bach. Maurits Cornelis Escher nació el 17 de junio de 1898 en la provincia holandesa de Friesland, hijo de George Arnold Escher, ingeniero, y de su segunda esposa, Sarah Gleichman, hija del ministro de Finanzas. Mauk, como lo llamaba su familia, fue el tercer hijo de este matrimonio. El pequeño Mauk acudió a la escuela secundaria en la ciudad de Arnhem, donde vivía con su familia desde los 5 años. En general se puede decir que fue un estudiante discreto en todas las asignaturas excepto en las de dibujo. Desde 1916 se interesó por las diferentes técnicas de grabado y en ese año realizó su primera obra gráfica, un retrato de su padre. Los padres de Mauk querían que eligiera una profesión respetable, y la Arquitectura parecía ser una carrera muy apropiada, así que empezó a tomar algunos cursos en la Escuela Técnica Superior de Delft; pero al suspender el examen final de la escuela secundaria, no pudo continuar los estudios. Con objeto de poder adquirir experiencia práctica, su padre le aconsejó que se fuera a la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, donde estuvo estudiando entre 1919 y 1922. Allí fue donde conoció al artista holandés Samuel Jessurun de Mesquita, su profesor de dibujo y artes gráficas, quien le enseñó muchos aspectos de las técnicas del grabado en madera y lo animó a experimentar. Escher se centró por completo en las artes gráficas y decorativas, en particular en la técnica de grabado en madera y la xilografía. Al concluir sus estudios viajó por el norte de Italia, donde visitó ciudades como Florencia, Siena, Asís, Urbino, Rávena, Venecia, Padua y Milán, entre otras; y también por España, donde destaca su visita a la Alhambra. En 1923 se instaló en la ciudad italiana de Ravello donde conoció a Jetta Umiker, con quien se casó un año después. La primera exposición individual de Escher se pudo ver en la ciudad italiana de Siena y en 1924 se inauguró la primera muestra de Escher en Holanda, en la Galería De Zonnebloem de La Haya. La pareja se instaló en Roma, donde residió hasta 1935. Durante estos once años, Escher viajó con frecuencia por distintos lugares de Italia, dibujando y bosquejando. Más tarde usaría muchos de sus bosquejos para realizar litografías y grabados en madera. A partir de 1929, Escher empezó a ser conocido gracias a la organización de cinco exposiciones casi simultáneas: en Rótterdam, en Utrecht, en Leeuwarden (en la casa donde nació) en Arnhem y en La Haya. A partir de entonces, aumenta sustancialmente la cantidad y la frecuencia de las exposiciones de su obra gráfica. En 1934, Escher fue premiado en Estados Unidos por una obra presentada en la Exposición de Artes Gráficas Contemporáneas, en el Art Institute de Chicago. En 1936, Escher realizó su segundo viaje a España, estancia que aprovechó para regresar a la Alhambra de Granada y a la Mezquita de Córdoba para estudiar la técnica y los motivos geométricos de los mosaicos. Este viaje marcó un punto de inflexión en su trayectoria artística que permite hablar de dos periodos: uno anterior a 1937, en el que los grabados están dominados por la representación de realidades visibles, los paisajes y la arquitectura de las ciudades italianas; y un segundo grupo de grabados formado por composiciones derivadas de su gran imaginación e inspiradas por lo visto en la Alhambra. Estas últimas imágenes estaban influidas por su interés por la división regular de plano y en ellas destacan la representación de espacios ilimitados, la búsqueda del infinito y la presencia de anillos y espirales. La llegada del fascismo complicó la vida de los Escher en Italia y decidieron trasladarse a Ukkel, cerca de Bruselas, desde donde regresaron a Holanda en 1941. Escher se instaló en el pueblo de Baarn, donde actualmente se encuentra su Fundación. En 1951, varias revistas internacionales, como The Studio, Time y Life publican artículos importantes sobre su obra. Estos artículos representan el inicio de la rápida difusión de la obra de Escher en el mundo anglosajón. Comienza a generalizarse también el interés de los científicos por sus trabajos. Un ejemplo de este interés fue la exposición de 1954 en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, con ocasión del Congreso Internacional de Matemáticas. También logró un gran éxito ese mismo año con la presentación una extensa exposición de su obra gráfica en la Whyte Gallery de Washington. En 1958, publica el libro Regelmatige vlakverdeling (La división regular del plano), que había comenzado dos años antes y en el que explica con ejemplos geométricos extraídos de su propia obra, sus diversos procedimientos técnicos para la partición geométrica del espacio. Seis años más tarde la revista Scientific American publica un extenso artículo sobre la obra de Escher. En 1968, expone en Washington y en La Haya, y realiza su último grabado. El 27 de marzo de 1972 Escher fallece en el Hospital de Hilversum, a la edad de 73 años. Desde 1970, tenía problemas de corazón y se había operado en varias ocasiones. Escher había seguido con mucho interés el libro que Bruno Ernst preparaba sobre su obra, ya que consideraba que sería realmente importante, pero no vivió lo suficiente para verlo terminado. Escher se ha hecho famoso mundialmente por sus litografías y xilografías. En su mundo reconocemos una profunda observación de la realidad y la expresión de sus propias fantasías. Su obra artística es una muestra de las extraordinarias manipulaciones del espacio, el tiempo y la perspectiva, que reorganizó conforme a su personal e ingeniosa lógica. La simultaneidad de la perspectiva es el lugar común, el infinito es la dirección, lo negativo y lo positivo son intercambiables y la fascinación es el resultado. En 1968, el propio Escher creó la Fundación M. C. Escher. En ese momento, el propósito de la fundación era controlar su herencia artística, publicar libros sobre su obra y organizar exposiciones. Lamentablemente toda la colección se dispersó en 1980 y casi la mitad de ella fue vendida en Estados Unidos. Actualmente la Fundación M. C. Escher, de la cual George A. Escher, hijo primogénito del artista, es presidente honorario, promueve la organización de sus exposiciones por todo el mundo, vela por la publicación de libros y artículos educativos y culturales sobre su obra y auspicia becas de investigación. Su objetivo principal es familiarizar al público con la obra de M. C. Escher, y ésa es la razón por la cual la Fundación está entusiasmada con la exposición que el Centro de Exposiciones Arte Canal organiza en la bella capital de España. Se puede decir que Escher vuelve a España, el país donde encontró la fuente de inspiración para lo que se convirtió en su obra gráfica más personal, que le ha hecho famoso en todo el mundo.
Sala 2: Paisajes naturales y artificiales. El Mediterráneo.
Sala 3: Cruce de mundos
Sala 4: Juegos tridimensionales y matemáticos
Sala 5: La búsqueda del infinito en el plano.
Sala 6: Metamorfosis. Espacio-Tiempo.
“Serpientes” (1969) es un trabajo brillante y maduro, realizado con menos obsesión por lo infinito que la mostrada en dibujos anteriores. En esta obra no se realiza el intento de continuar la serie de diminutos anillos sino que se conforma con sugerir la idea del infinito.
Sala 7: Viajando entre arquitecturas y belvederes
Sala 8: La mezquita isótropa.
Sala 9: La caja mágica.
BIOGRAFÍA DE M.C. ESCHER
FUNDACIÓN M.C. ESCHER
W. F. Veldhuysen
Presidente, Fundación M. C. Escher
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