Muñoz construye y prepara minuciosamente los escenarios de sus imágenes porque entiende la fotografía como un mundo sugerente, no como un registro fiel de la realidad. Así, ubica objetos, muebles y otros elementos de la vida cotidiana en entornos naturales como bosques, creando espacios cercanos a la ensoñación y el surrealismo. El objetivo perseguido es sorprender e impactar al espectador; muestra de ello son sus trabajos publicitarios para el suplemento Magazine de El Mundo, entre muchos otros. “La obra de Rosa Muñoz es para la fotografia como García Márquez para la literatura, debido a su fuerte realismo mágico”, comenta Pablo Juliá, director del CAF.

Además de su particular concepción de la fotografía, Muñoz añade una dosis de minuciosa escenografía, una especial importancia a la iluminación y el colorido, junto a una cuidada composición. El resultado, imágenes que sorprenden al espectador ... y consiguen convertir en natural aquello que es puro artificio; de ahí la magia de sus imágenes.

La colección, formada por 32 imágenes de gran formato, se divide en cuatro episodios: el bosque animado, nómadas, objetos encontrados y casas. En todos ellos, muebles, objetos o viviendas inacabadas son totalmente descontextualizados de su entorno y llevados a paisajes como bosques o desiertos.

Así, vemos un armario perfectamente ordenado situado en mitad del bosque, un árbol de relojes o flores en el desierto. En definitiva, paisajes sobre los que parece haber llovido estampas caseras y recuerdos; un mundo soñado que consigue provocar en el espectador un fuerte impacto visual.