Descripción de la Exposición
Quimera Galeria presenta “Es tierra melancolía perros, y la ruta avanza” una muestra colectiva con obras de artistas de Noruega, Estonia y Argentina curada por Melina Berkenwald.
La presente exhibición surge de una propuesta de Melina Berkenwald, directora del proyecto URRA, para visibilizar la producción de artistas de Noruega que han participado del proyecto URRA desde el año 2010 al 2019, junto a otras producciones contemporáneas. Algunos trabajos seleccionados se produjeron en Buenos Aires en dichos programas de residencias, incluyendo la obra un artista de Estonia cuyo trabajo dialoga con obras de los artistas noruegos. Otras obras elegidas se produjeron luego, pero como consecuencia o continuación directa de dicha experiencia. Hay también otras producciones, más o menos recientes, que se suman en una tercera instancia de selección, y que incluyen tanto obras de artistas de Noruega como así también de artistas de Argentina, seleccionadas especialmente por su sintonía con las otras producciones antedichas y con la temática general de la muestra. Cabe destacar que la Real Embajada de Noruega ha sido un gran apoyo para este diálogo entre Noruega y Argentina, cuyo fruto puede verse en esta propuesta, que suple la imposibilidad de traer artistas de dicho país durante los dos últimos años de la pandemia.
Texto de sala
Habitan la sala obras de artistas de Noruega, Estonia y Argentina. Agrupadas, sí, pueden estarlo. Emparentadas, desde ya, por ejes que las atraviesan, no de una sino de varias y diversas maneras: animales, payasos y personajes que deambulan las noches, aparecen en pinturas de texturas planas y pastosas. Naturalezas, paisajes inmóviles como ruinas que dejó el paso del tiempo, son retratados por la cámara y el video, o quedaron marcadas en objetos remanentes del viaje que las dejó abandonadas en el asfalto del conurbano. Elementos encontrados se ensamblan como tótems, semillas talladas se transforman, herramientas sin función cargan tantos simbolismos; y aparece la alquimia y el misterio. Hay también paisajes de vidrio de arena de vidrio, de una costa de río o de mar, complementando bosques que surgen de papeles calados emergiendo como en un cuento de hadas o un breve film de carretera. Se vislumbra también, a oscuras, una obra maestra de la arquitectura carioca que sigue abandonada en el Líbano, que nunca se terminó de construir, y nos cambia el rumbo al cielo de los domos, de baldes abandonados, y de nuevo hay un perro que acompaña. En la sala, una radio transmite la hora en idiomas distintos, son lejanos los países que se anuncian, y así estamos un poco en todos lados. Una carta manuscrita enviada por correo propone un plan para un futuro viaje, marcando la distancia, y en sintonía un texto nos lleva a la ruta, que avanza, polvorienta.
Dicho de otro modo y en otro orden: estas obras nos dicen que en la imaginación hay siempre restos de recuerdos. Así con los payasos y los perros, con los personajes mareados, otros maquillados, y las obras que emanan olor a tierras costeras del origen. Viajes a otros esteros, señales casi humanas. La radio, como un mensaje trasatlántico, deja su impronta siempre viva. Una carta evoca el viaje, con olor a mar y a encuentro, a futuro. En otras obras la forma aparece al rascar la cara contra el pavimento, marcando siempre un trayecto inevitable. ¿Dónde el personaje, dónde la estatua? De especies sensibles, de historias de libertad y cautiverio. Paisajes recortados se rearman, igual que las tallas en miniaturas de carozos recién cosechados en el arte que come la mirada. Formas con humanidad, como un trasplante, y paisajes desolados, el silencio anterior a todo. Ruinas previas a ser construidas, abandonadas se transitan igual. Desde la piedra el martillo se transforma, de elemental a materia viva, obra construida, cucharas de plata hacen un vaivén que absorbe el aliento del fuego en llamas. De forma consciente, o no, lo vivido tiñe lo que se aproxima; el futuro no se piensa sin memorias, mismo haya amnesia.
Así convocan estas obras a escucharlas, verlas con el olfato que perdimos en tantos paraísos de enseñanza laica, aunque nunca lo sea realmente. Darles tiempo, darse tiempo a viajar por esta sala, cambiar los recorridos de Noruega a Argentina, de Argentina a Estonia, de Estonia a Noruega, de Argentina a Noruega, ir y venir, incluso más allá de estos territorios que son algo más propios. Y así transitar en el mismo suelo la tierra, melancolía, los perros vienen, como un malón, y la ruta avanza. Anónima, como lo seremos también en el futuro, y en totalidad.
Melina Berkenwald
Buenos Aires, enero 2022
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