Descripción de la Exposición
Galería-Taller Ricardo Alario
Exposición
¿Es necesaria la vida para existir?
La exposición reúne una serie de obras fechadas en los años noventa del pasado siglo. La temática gira alrededor de la niñez, de la procreación y las relaciones parentales. La infancia como el inicio de nuestra existencia, como continuación en el tiempo de nuestra colectividad.
Si usted está leyendo este texto es porque usted está vivo. Sin embargo, si nadie le ve, si no existiera nadie aparte de usted, ¿cómo sabría usted que está vivo? Usted se acogerá a la consciencia de su existencia, y a la vez me contestaría que si yo no hubiera escrito este texto, él no podría ser consciente de su existencia, y que debe existir porque también existe el texto. Sin embargo el texto no es un ser vivo, pero en nuestra concepción sabemos que alguien lo escribió y puede seguir existiendo en el futuro aunque no exista nadie consciente que lo lea.
Hoy conocemos mejor el planeta que habitamos y el universo, un universo con 13.800 millones de años de existencia, por tanto anterior a nuestra consciencia. Hace años nos preguntábamos si existiría agua en algún otro cuerpo celeste, ya sabemos que la existencia de agua en la luna, marte y en otros cuerpos es común. Si embargo el agua en otros planetas existía anteriormente, aunque nosotros no lo hubiéramos descubierto, aunque no hubiera consciencia de ello. En realidad nuestro planeta solo tiene 4,543 miles de años y conocemos una pequeña parte de su historia, no podemos afirmar categóricamente que nosotros seamos la única civilización desarrollada. Algunos científicos especulan con la hipótesis Siluriana que plantea la posible existencia de una civilización avanzada anterior a la nuestra. El Homo sapiens lleva sobre la tierra 300.000 años sin contar con la existencia anterior del Homo erectus. Al mismo tiempo que descubrimos poco a poco nuestro universo, también lo hacemos sobre nuestro pasado, ambos existen a pesar de nuestro desconocimiento, pero no existen del mismo modo ni al mismo tiempo, aunque son muy similares, ya que al universo lo contemplamos en pasado, su pasado depende del tiempo que la luz de sus astros tarde en llegar hasta nosotros. Hasta ahora solo vemos rocas, hielo, polvo sin ningún rastro de vida y sin embargo existen. ¿Existen?, ¿realmente existen? ¿Y si morimos, sigue existiendo todo el universo? ¿Se puede existir sin consciencia? Seguramente en un futuro no muy lejano se descubrirá vida compleja en algún lugar del universo, vida consciente de su existencia, y solo entonces podremos estar seguros de que todo es real. Sabremos que con más de un mundo consciente la realidad que nuestros sentidos perciben no es producto de una ficción de un posible Dios.
Muchas personas creen en la divinidad, sus conciencias a nivel individual y colectivo dan forma a unos seres superiores, supremos. Nadie los ha visto, aquellos que escribieron sobre ellos lo hicieron siglos después de su supuesta existencia, otros son considerados con el tiempo como mitología y si nos alejamos más en el tiempo son solo mitos y leyendas. ¿Existen realmente? O son solo producto de nuestra necesidad, respuestas a las preguntas que no podemos responder, que quizás nunca podamos. Y sin embargo para muchas personas son tan reales como nosotros mismos, aunque nadie haya podido mostrarlos a unos terceros. ¡Dios existe! Existe a pesar de no existir. Es una existencia cuántica, podemos acogernos a la paradoja de Erwin Schrödinger, porque también podemos asegurar que ¡Dios no existe!
En nuestra sistema solar, por la información que tenemos somos la única vida inteligente, en todos sus planetas, lunas y cuerpos más o menos grandes hay menos vida que vida, en otras estrellas cercanas no sabemos qué se encontrará en un futuro. Nosotros conocemos la vida, somos conscientes de ello y analizamos desde la óptica de la inteligencia y de la vida, lo que llamamos muerte, suponemos que es lo contrario a la vida y nadie sabe qué pasa después. Lo inerte, inanimado y mutable puede ser infinito, ¿pero puede ser inmortal?, un átomo se puede romper su núcleo, pero no muere, ya que para morir se debe estar vivo y los átomos tienen la misma vida que una roca o un polímero.
La muerte va cambiando de rostro desde nuestra niñez a la senectud, se transforma en una cara más amable, su semblante es liberador de nuestras angustias, miedos e incomprensión de lo que nos rodea, sobre todo del sufrimiento propio o ajeno.
A veces me seduce la idea de no ser consciente, de convertirme en lo muerto, ya que desde la inconsciencia no existe ni lo vivo ni lo muerto, simplemente se está, se transforma, pero existe aunque nadie sea consciente de su existencia. Ser y no pensar que soy, estar y no pensar que estoy.
Sin embargo las imágenes de la exposición son instantes, experiencias de vida cotidianas sujetas a ser contempladas por otros, sus miradas buscan nuestras miradas, ya que sin nosotros existirían sin ningún sentido, como los surcos de un riachuelo seco.
Ricardo Alario
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