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Que el vino es un afrodisíaco que desinhibe y estimula los cinco sentidos y que forma un vehículo perfecto con el que maridar para practicar el sexo, lo saben los hombres desde que Baco levantara por primera vez una copa de vino para celebrar con ellos cualquier alegría mundana que les acercara a los dioses y les permitiera sentirse como si ellos mismos lo fueran. Desde entonces, muchos han sido los artistas que le han rendido homenaje al Dios, y no solo para agradecerles la magnífica herramienta con la que los mortales se liberan de sus problemas y les hace más fácil el tránsito para ser bendecidos por Eros entregándose al sano placer del sexo, sino porque además el elixir, en su caso, les lanza a la inspiración y a la poesía. Y eso lo ... saben los artistas porque no hay nada como un buen vaso de vino para iniciar cualquier acto creativo que exija poner en orden las ideas, agudizar el ingenio y alimentar la creación.

La Bodega Espelt Viticultors acoge desde el 1 hasta el 27 de marzo una colectiva sobre el resultado que tiene juntar a Eros con Baco. Seis visiones diferentes, pero con el mismo tronco común, que nos acercan a la divertida y picaresca atmósfera (en algunos casos algo subida de tono) que este maridaje tiene.

Para el pintor ampurdanés Ametlla, el erotismo siempre ha sido representado por la mujer y su desnudez, con especial atención a ciertas partes del cuerpo, tema recurrente de su pintura. En esta ocasión, la relación de Eros con Baco se transforma sutilmente en la mirada desinhibida del 'sexo' como fuente de placer.

En el caso de Benjamí Tous la relación entre Eros y Baco es casi una ecuación matemática. En ambas situaciones -alcohol y sexo-, hay un punto inicial de seducción, de dejarse llevar de bienestar: una subida y pérdida total del control y finalmente un momento caótico muy parecido al inicial: el clímax. Sus parejas, que hacen el amor en la butaca, pasan por estos estados: un poco de caricia, un momento cariñoso, una locura pasional, un poco de vicio... pero, en general, el máximo placer en el relax de la butaca. Si en medio está el amor mucho mejor para que termine siendo una fiesta.

Carmen Bueno, totalmente identificada con la estética del Romanticismo, trabaja una abstracción lírica y colorista donde el paisaje y el jardín nostálgico de épocas pasadas es el protagonista en el que envolver una escena: Grecia, el renacimiento, los edificios de Palladio...Todo ello dentro de una explosiva luz donde los elementos más concretos, normalmente sólo sugeridos, se rodean en esta ocasión por el dios del vino y todo su séquito de sátiros y de ninfas danzando, bebiendo y durmiendo en unos escenarios idílicos propios de nuestra cultura mediterránea.

Con Eros y Baco, Carol Laurenti da rienda suelta a lo que más le interesa en la pintura: contar historias. Utiliza el dibujo y el collage como el medio de expresión que le permite seguir hasta el presente a estos dioses, con sus evoluciones, así como a la relación que se establece entre los hombres y las mujeres con sus sentimientos a veces placenteros y desinhibidos, gracias al alcohol, y en otras ocasiones al olvido sentimental y existencial a consecuencia del 'mal vino'. Toda una paleta de matices relacionadas con la naturaleza humana, en donde la artista juega con las palabras claves de 'vino', 'cepa', 'sexo' y sus sinónimos, utilizando la vaina del bottel tree australiano (brachichiton populeus) como un sugerente símbolo de la vulva.

Eleazar, con su habitual ironía, recrea el mundo del Kamasutra en el que la bebida ya ha hecho su efecto y hay que poner en marcha, sin tardanza, el juego del amor. Algunas posiciones son tan rebuscadas y excéntricas que son más propias de acróbatas y contorsionistas que de amantes dispuestos a pasar un buen rato, aunque el resultado siempre sea alegre y placentero: un verdadero homenaje al sexo practicado sin tabúes.

Toni Clos, a caballo entre Cornellà y Sant Hilari, bebe, vive y pinta sobre los temas más vitales desde la disciplina de la ironía: el amor, la muerte, el sexo, el divertimento... Eros y Baco son la excusa para disfrutar de la fantasía de la prohibición y del peligro en que se convierte el vivir.

En conclusión, una divertida, alegre, pedagógica y sugerente exposición de pintura que hará que más de uno sienta la urgente necesidad de abrir una buena botella de vino acompañado de su pareja.