Descripción de la Exposición
Desde su origen, el ser humano se ha relacionado íntimamente con el espacio estableciendo una unión inseparable que ha condicionado la evolución de ambos. La necesidad por sobrevivir y dominar el territorio ha hecho que el hombre se adaptara inevitablemente a su entorno y que gradualmente lo fuera transformando a sus intereses. Por tanto, se puede afirmar que el ser humano ha moldeado a su capricho el entorno y ha hecho de él una extensión de su forma de vivir y de pensar. Aquí se sitúa la base de todo mi proyecto artístico, en mi interés por rastrear la inseparable relación de correspondencia que se establece entre el individuo y su entorno.
Principalmente, a través del paisaje indago en el carácter espacial de la existencia humana tomando como referencias investigaciones procedentes desde diferentes ámbitos. Son relevantes las teorías estructuralistas de Jean Piaget, Georges Perec, Gastón Bachelar y Otto Friedrich Bollnow. Según argumenta el epistemólogo Jean Piaget, la relación del ser humano con el espacio se desarrolla gradualmente durante la infancia, donde el niño empieza a construir su mundo. Norberg Schulz enumera diversos esquemas organizativos que necesita el individuo para orientarse: el centro y el lugar, las direcciones y los caminos, las áreas y los límites, referencias muy presentes en toda mi obra. El ser humano se percibe desde el centro y busca constantemente delimitar ese espacio que le sirve de referencia y le aporte estabilidad. Este centro representa lo conocido, en contraposición con lo desconocido que está representado por lo circundante, definiendo a medida que avanza los lugares, definiciones del espacio necesarios para orientarnos dentro de él. Por eso en mi obra son constantes los caminos, las líneas y los cruces o la carencia de ellos, referencias que convierten al espacio en una dimensión real de la experiencia humana.
Curiosamente, la trascendencia de la relación del ser humano con el entorno también se ha podido encontrar en otras culturas y, en particular, en las estéticas orientales, principalmente en el taoísmo, que defiende en sus principios la unidad del individuo con el todo, en contraposición a los esquemas organizativos centristas occidentales. Ya a principios del siglo IV a. C. los filósofos chinos escribían sobre el yin y el yang en términos relacionados con el entorno, siendo su principal objetivo enseñar al hombre a integrarse en la naturaleza como vía hacia el conocimiento de uno mismo.
Es mis últimos trabajos, el desarrollo de estas teorías me ha llevado a adentrarme en el campo de las ideas epigenéticas que, simplificándolo mucho, nos vienen a decir que todo lo que nos rodea configura la esencia de lo que somos, más allá de la cadena de información depositada en el ADN. La epigenética investiga los mecanismos no genéticos para intentar explicar por qué somos como somos; como dice el investigador Thomas Jenuwein, el ADN es como un libro, su interpretación es el ser humano. La afirmación de que somos mucho más que una cadena de información pre-programada nos lleva a defender la relevancia de la experiencia espacial del ser humano y abre diferentes vía de aproximación epistemológicas al tema. Tenemos el caso de la geobiología, que se define como un arte ancestral que investiga las relaciones telúricas del ser humano con el hábitat. O la psicogeografía de Guy Debord, quien busca en el espacio urbano las claves para definir al individuo.
La exposición que se presenta a continuación lleva por título Epigenetic Landscapes donde ser humano, identidad y entorno se entremezclan para mostrar, mediante el uso del paisaje, estas ideas evolutivas basadas en una concepción holística del ser humano. Mi interés ha sido, mediante la fotografía, crear lugares, o mejor dicho, no lugares, como decía Marc Augé, que se caracterizan por estar vacíos y deshabitados, definidos por la ausencia y el silencio. La idea del ser humano de interpretar el espacio es congénita a la forma de ver y de entender el mundo, como decía Georges Perec: "Vivir es pasar de un espacio a otro sin golpearse". Estos lugares que se presentan invitan a ser interpretados o, utilizando una terminología romántica, conquistados por el individuo. Estos espacios suelen estar intervenidos por mínimos elementos como una bola, una roca, una línea, unas direcciones, etc., que empujan al observador a identificarse y verse inmerso en la amplitud del territorio presentado.
Además de las fotografías se muestran unas esculturas que representan unos contenedores con forma de vísceras que refuerzan la idea de la relación total entre el paisaje exterior y el paisaje interior humano, base en la que se sustenta toda la serie.
Es mi deseo que disfruten de esta muestra que, ante todo, intenta transmitir la íntima y relevante relación que existe entre el individuo y su entorno, y cómo la unión de ambos son el germen de la esencia del ser humano, más allá de las instrucciones genéticas grabadas en el ADN.
Bernabé Gómez Moreno
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España