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Entre víboras y pelotas

Exposición / Centro Municipal Infanta Cristina / La Cadena, s/n / Pinto, Madrid, España
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Cuándo:
01 sep de 2008 - 22 sep de 2008

Organizada por:
Centro Municipal Infanta Cristina

Artistas participantes:
José Luis Menéndez Álvarez
Etiquetas
Escultura  Escultura en Madrid 

       


Descripción de la Exposición

Para esta ocasión, el artista ha elegido, en su mayoría, piezas de pequeño formato, organizando una muestra coherente con el título y dando una gran relevancia al contenido semántico de los títulos individuales de cada pieza. Los materiales empleados son los habituales en su obra (hierro, acero, madera...) con la introducción, en algún caso, de cristal o material de desecho...

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Los conceptos marxistas de valor de uso y valor de cambio entran en juego de manera dramática en el panorama artístico moderno y continuarán haciéndolo mientras se mantenga la situación de mercantilismo global a la que asistimos.

El "fetichismo de la mercancía" propio del modo de producción capitalista y de los sistemas neoliberales afecta también, a esa particular mercancía que es el arte. Por esta razón, la crítica no puede ni debe obviar, por un lado, el efecto alienante del "producto" artístico sobre el hombre que lo usa (que lo compra, que lo vende, que lo produce), y por otro lado, la naturaleza alienada del producto artístico en sí mismo, que resulta de los intercambios y traspasos comerciales de dicho producto. Incluso puede ir más lejos, al crear todo un sistema de formas y pautas de conducta de los sujetos implicados.

El error de los no marxistas consiste en no tener en cuenta (o no querer) todas estas consideraciones ni tampoco las marchas y contramarchas que sufre cualquier valoración de la obra de arte; el error de los marxistas es no darse cuenta que aún puede existir, escapando a las condiciones del mercado, un arte más genuino, un arte que, a pesar de todo, sigue realizándose a contracorriente.

Ponerse a contracorriente -ya sea socialmente, psicológicamente, ideológicamente- es una característica que el arte tiene desde siempre... Pero en el momento actual hasta el ponerse a contracorriente se convierte en un producto sujeto a la rentabilidad. El valor de uso ha sido sustituido por el valor de cambio y nada escapa: el trabajo, las personas, las emociones, las imágenes, la política, el arte, todo es producto de consumo. Superar una época donde rige este planteamiento del valor necesita una transformación de la sociedad mucho más profunda que la que puede conseguirse, únicamente con modificaciones político-económicas.

Aunque hoy resulte casi inimaginable, volver a recobrar, en el arte, el valor de uso, es posible. Sin embargo, siempre existe el peligro de consagrar obras absurdas, de ensalzar y convertir en consumible hasta el arte patológico.

Una de las características más destacadas de la estética contemporánea es la confusión entre verdad y mentira, entre realidad y ficción, entre realidad física y pseudorealidades. Ante este panorama, los antiguos conceptos de verdadero y falso entran en crisis. Sin embargo, en lo referente a la ética, y a menos que se acepte con todas sus consecuencias un cambio de paradigma, es necesario referirse aún a la plena significación de estos conceptos, lo que significa una contradicción. Pero en esta contradicción reside el necesario y buscado espíritu de resistencia. Una cosa es aceptar como hecho consumado un cambio de visión del mundo y otra muy distinta, admitir, como hace la ideología postmoderna las consecuencias de un cambio moral.

Por otro lado, la visión alegórica del mundo promocionada por un nuevo orden multinacional abona el terreno para la introducción de un reforzamiento ideológico que, al presentarse como natural, elimina la posibilidad de crítica.

Aunque todo este preámbulo parezca no venir a cuento, lo cierto es que delimita el escenario en el que pretendo encuadrar las obras de la exposición que me ocupa: las últimas realizadas por José Luis Menéndez y que se presentan bajo el significativo título de "Entre víboras y pelotas"... Precisamente el termino "doble juego" viene a significar la dualidad entre los contenidos plásticos y los lingüísticos.

Exceptuando las obras que ya estaban realizadas con anterioridad, estas últimas reducen el formato y las referencias humanistas acercándose a una estética más abstracta. El tamaño reducido le hace perder fuerza expresiva (su mentalidad se mueve en lo grande) pero gana en sutileza y sentido alegórico, entendiendo la alegoría tal y como la definiría Benjamín es decir "convertir las ideas en cosas"

Aquí es donde empezaré a traer a colación todos los puntos de la introducción anterior.

Se considera sano y razonable al individuo que se adhiere totalmente al mito colectivo. Pero dudo que tal cosa exista. Ese individuo sano y razonable es, más bien, algo vago, idea abstracta. Quizá sea bueno en una sociedad que ciertos individuos tiendan a ello pero se necesitan otras personas, especialmente los artistas por ser lo que de ellos se espera, que escapen de ese mito colectivo y de su carácter sano y razonable y nos abran nuevos caminos hacia otras lógicas. Que escapen de esa visión alegórica del mundo impuesta desde fuera y aceptada como natural. Que no se sujeten, aún a riesgo de comprometer seriamente su medio de subsistencia, a la tiranía del consumismo artístico, que vuelvan a recuperar para el arte el valor de uso, que impregnen cada una de sus obras de un sentido social, crítico, útil y humano. José Luis Menéndez es uno de estos individuos que bucea, escudriña y critica sin ninguna ambigüedad ni confusión ética el panorama artístico, social, económico y político que le ha tocado vivir.

Las obras de José Luis nunca son inocuas, ni tampoco inicuas pero sí son inocentes, entendiendo la inocencia como una postura frente al mundo donde uno se involucra con valores propios que surgen de un compromiso con la vida y con el arte. O, mejor dicho, donde el arte es una forma de compromiso con la vida. Esto no es nuevo, aunque sea poco frecuente. Ya desde la Primera Guerra Mundial las obras de denuncia son frecuentes en el panorama artístico. Tras la Segunda Gran Guerra la necesidad se hace aún mayor. El mundo cada vez resulta más difícil de entender y la realidad resulta difícilmente aprehensible. "Escribir poesía después de Aushwitz es un acto de barbarie" escribió Adorno. El problema es que muchas de esas obras, que pretenden un alegato contra la creciente deshumanización del hombre, se convierten en un producto de esa misma deshumanización: el efecto alienante del producto artístico, de las relaciones que se generan entre los que operan con el. A todo esto, las obras de José Luis y su actitud personal oponen una heroica resistencia sin perder un ápice de su delicada poética. "El Hombre Semilla" se abre paso por el único resquicio que queda en su esfera espinosa. El "Corazón Pelota" se enrosca de forma sinuosa, meliflua y asfixiante al cristal que quiere ser su tesoro... y así una obra tras otra trazando los perfiles de personajes, actitudes, referentes, amenazas... dibujando el aire con acero y las palabras con dardos afilados. Porque las palabras tienen aquí el peso del significado concreto. Resumen un micromundo dentro de otro y este, a su vez, dentro de otro mayor, como un espejo reflejado en otro, y otro, y otro, y así hasta el infinito. Y todos resultan ser el mismo y reflejar la misma imagen.

El efecto plástico se engarza a su título en una simbiosis llena de referentes culturales, atávicos, históricos o simplemente irónicos que convierten cada obra en un símbolo con significado independiente que trasciende los elementos que lo forman.

Sólo un reproche puedo hacerle al trabajo que ha realizado en esta ocasión. Mejor dicho, a la intención que lo inspira: ¡Haberse quedado demasiado corto! El medio en el que nos movemos necesita un saneamiento. El arte necesita credibilidad. La sociedad precisa, urgentemente, motivos...Y en este momento, el bisturí no creo que sea suficiente. Más bien se precisa un garrote.


Imágenes de la Exposición
José Luis Menéndez

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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