Descripción de la Exposición
RUINAS Y ATALAYAS
Cuando hablas con Vicente Barón, te transmite el desarraigo que siente en su relación con los lugares y territorios que ha ido habitando y abandonando a lo largo de su vida. Sin embargo, al observar su trabajo, descubres que su desarraigo no es total, lo es solo en cuanto a un lugar concreto y un momento concreto, pero no en cuanto a la cultura, al paisaje, al tiempo, a la forma de vivir...
Las obras que nos propone en la presente exposición transitan ese desarraigo, desde los restos de lo que dejamos atrás (ruinas) a los nuevos lugares de exploración (atalayas). Podemos así otear hacia donde nos dirigiremos a continuación en esa deriva, manteniendo una cierta preservación de nuestra intimidad desde lugares en los que nos sintamos seguros.
En la mayoría de las culturas, pero muy especialmente en la cultura y forma social de interacción mediterráneas, los espacios intermedios existen desde su propio origen. Son espacios en los que nos sentimos seguros, espacios comprendidos entre lo absolutamente privado (cerrado) y lo absolutamente público (abierto). Son espacios privilegiados que hacen de puente entre la esfera privada y la pública. Son tan comunes en nuestro ámbito cultural mediterráneo que al mismo tiempo nos pasan desapercibidos. Nuestra cultura no sería la misma sin esos espacios intermedios, que nos permiten refugiarnos al mismo tiempo que vislumbrar el espacio exterior.
Tanto las ruinas como las atalayas de Barón son espacios intermedios completamente mediterráneos. Son espacios que permiten que no estemos ni dentro ni fuera. Las ruinas permiten nuestro deambular por espacios que no son cerrados ni abiertos y las atalayas permiten nuestra visión lejana del espacio abierto sin estar en él. Espacios de refugio en el desarraigo. Los utiliza para remarcar no tanto su uso como su valor: valor de integrarnos en el paisaje circundante, valor de aprovechar nuestra posición y acercarnos al espacio público, pero al mismo tiempo sin exponernos ni directa ni excesivamente. Las obras de Barón nos permiten transitar desde nuestro espacio privado hasta asomarnos a nuestro paisaje circundante, abrirnos al mundo exterior, pero en el grado deseado por cada uno de los espectadores. Sirven como una pasarela desde la soledad a las relaciones sociales conscientes.
En general, las barandillas de balcones, terrazas e incluso bancales, permiten esa transición hacia el espacio y el paisaje abierto, siendo percibidas como una protección personal que al mismo tiempo permite la interacción social desde y hacia el espacio intermedio. En las culturas mediterráneas, a través de los espacios intermedios se produce la interacción e integración social entre las calles y plazas (espacios públicos) y las casas (espacios privados). Sin embargo, en esta ocasión, la posición de estos espacios concebidos como ruinas y atalayas, fruto del sentido desarraigo del autor, se alejan de las imágenes y los sonidos de los pueblos y ciudades del mediterráneo, quedando como lugares de soledad y de reflexión para quien los transite, sin perder la sensación de espacio seguro que las barandillas de cierre le ofrecen.
En cuanto a la materialidad de las obras destaca la construcción y la técnica preciosista para cada uno de los diferentes materiales. Esta construcción muestra los volúmenes deseados, incorporando el espacio circundante adyacente, apropiándose del mismo. Las superficies patinadas de las obras de la planta baja están en relación directa con los efectos que el paso del tiempo va dejando sobre los lugares que abandonamos. Al mismo tiempo, esa pátina artificial, nos proporciona una textura sedosa que contrasta con la primera impresión que se produce al observarlas, dotando a esos espacios intermedios de gran calidez y proximidad. Son ruinas, pero son “nuestras” ruinas. Las superficies más variadas de las obras de la planta superior sugieren otra manera de apropiarse de ese espacio intermedio. Quizá como significado de esa nueva búsqueda hacia nuevos territorios… en definitiva, hacia un nuevo futuro del desarraigo aún por construir.
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Ana D. Prades + Rafael Belda
RUINS AND LOOK-OUTS
When you talk to Vicente Barón, he conveys the uprooting he feels in his relationship with the places and territories he has inhabited and abandoned throughout his life. However, when observing his work, you discover that his uprooting is not total, it is only in terms of a specific place and a specific time, but not in terms of culture, landscape, time, way of living...
The works he proposes in the present exhibition move through this uprooting, from the remains of what we leave behind (ruins) to new places of exploration (look-outs). We can thus look towards where we will go next in this drift, maintaining a certain preservation of our privacy from places where we feel safe.
In most cultures, but especially in the Mediterranean culture and social form of interaction, intermediate spaces exist from their very origin. They are spaces in which we feel safe, spaces between the absolutely private (closed) and the absolutely public (open). They are privileged spaces that act as a bridge between the private and public spheres. They are so common in our Mediterranean cultural sphere that at the same time they go unnoticed by us. Our culture would not be the same without those intermediate spaces, which allow us to take refuge while also glimpsing outer space.
Both the ruins and the look-outs of Barón are completely Mediterranean intermediate spaces. They are spaces that allow us to neither be inside nor outside. The ruins allow us to wander through spaces that are neither closed nor open and the look-outs allow us to see the open space from a distance without being in it. Spaces of refuge in uprooting. He uses them to highlight not so much their use as their value: value of integrating ourselves into the surrounding landscape, value of taking advantage of our position and getting closer to public space, but at the same time without exposing ourselves either directly or excessively. Barón's works allow us to move from our private space to look out over our surrounding landscape, opening ourselves to the outside world, but to the degree desired by each of the spectators. They serve as a gateway from solitude to conscious social relations.
In general, the railings of balconies, terraces and even terraces allow this transition towards open space and landscape, being perceived as personal protection that at the same time allows social interaction from and to the intermediate space. In Mediterranean cultures, social interaction and integration between streets and squares (public spaces) and houses (private spaces) occurs through intermediate spaces. However, as a result of the author's sense of uprooting, the position of these spaces, conceived as ruins and look-outs, are far from the images and sounds of the towns and cities of the Mediterranean. They remain places of solitude and reflection for those who pass through them, without losing the feeling of a safe space that the enclosing railings offer
Regarding the materiality of the works, the construction and precious technique for each of the different materials stand out. This construction shows the desired volumes, incorporating the adjacent surrounding space, appropriating it. The patinated surfaces of the works on the ground floor are in direct relation to the effects that the passage of time leaves on the places we abandon. At the same time, this artificial patina provides us with a silky texture that contrasts with the first impression produced when observing them, providing these intermediate spaces with great warmth and proximity. They are ruins, but they are “our” ruins. The more varied surfaces of the works on the upper floor suggest another way of appropriating this intermediate space. Perhaps as a sign of this new search towards new territories… in short, towards a new future of uprooting yet to be built.
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Ana D. Prades + Rafael Belda
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España