Descripción de la Exposición
Pintor y dibujante, Enrique Tábara (Guayaquil, Ecuador, 1930-2021) está considerado uno de los máximos representantes de la pintura ecuatoriana. Investigador inquieto, sus raíces fueron la base indiscutible de su búsqueda artística: una pintura de caligrafías repetitivas, inspiradas en las decoraciones precolombinas que evolucionaran hacia un lenguaje constructivista. Su investigación sobre el arte de simbología andina se convierte en un referente en el desarrollo creativo y esta huella fue la que marcó su obra de una manera muy propia. El nombre de Enrique Tábara está ligado indiscutiblemente a lo sagrado y buena parte de sus creaciones surgen de la inclinacion por las culturas que dieron origen a la nación ecuatoriana.
La exposición muestra una cincuentena de obras correspondientes al trabajo de los últimos años. La muestra se programó para el 2020 para conmemorar su 90 aniversario, pero la pandemia no se lo permitió y ahora, sin su presencia, se convierte en un cálido homenaje a uno de los grandes artistas latinoamericanos más vinculados a Cataluña y con una de las trayectorias más singulares y personales de la escena contemporánea.
En 1946 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil y recibió una formación influida por las culturas americanas ancestrales. Se instaló en Barcelona (1955) gracias a una beca de su Gobierno. En esta ciudad, establece amistad con el artista alemán Will Faber y el poeta Joan Brossa, también conocerá a los artistas Cuixart, Villèlia, Tàpies, Tharrats y críticos como JECirlot, C. Areán, A. Cirici y el galerista René Metras, quien le expondrá en varias ocasiones. Cautivado por el arte moderno, entró a formar parte del movimiento Informalista catalán en el que participó activamente entre 1958 y 1962. Su estancia en Cataluña (1955-1964) y el contacto con los informalistas catalanes ejerció un cambio y una influencia en su obra. El artista abandonó la figuración precedente, en la que los elementos de simbología indígena y vivos cromatismos son protagonistas, para dar paso a superficies matéricas. Admirador de la obra de Tàpies, en ese momento realizó obras de gran interés textural, utilizando la materia como elemento esencial y experimentando con arenas, tierras y otros materiales. Combinó las nuevas técnicas con las aprendidas en su período anterior. Esta transformación no le impidió que, a nivel conceptual y formal, buscara una síntesis con su primera formación, influida por la estructuración de Torres García y por las culturas inspiradas en las caligrafías primitivas. Derivará rápidamente hacia un lenguaje más geométrico que recuerda las formas totémicas y los elementos americanos aborígenes de su procedencia. Son obras de gran contundencia y rotundidad, buscando su propia reafirmación.
Participó en la III Bienal Hispanoamericana de Arte (1955) que se celebró en Barcelona donde conecta con la obra de los artistas europeos más relevantes. De este período cabe destacar las exposiciones que realizó en Cataluña y en el ámbito nacional e internacional: Museo Municipal de Mataró (1956), Galerías Layetanas de Barcelona (1957), Ateneu Barcelonès (1958), Sala Gaspar –muestra promovida por el Club 49 -, Sala Neblí de Madrid, Galería Kasper de Lausanne (1959), Museo del Arte Contemporáneo de Barcelona (1961), así como en diferentes galerías europeas de Milán, Basilea y Múnich. Por otro lado, también es invitado por André Breton a participar, conjuntamente con Dalí, Miró y Granell, en la exposición internacional de Surrealismo (París, 1961). Después del periplo europeo, en 1964 regresa a su país continuando con la temática de las antiguas civilizaciones americanas, donde en 1965 expuso en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Desde finales de la década de los años sesenta hasta su muerte, su trabajo transitará y se centró en la Serie Pata Pata, en la que experimentó con los motivos iconográficos de piernas y zapatos, a los que posteriormente incorporará paisajes e insectos.
Esta suite tomó un especial relieve a partir de 1967 y el primero de estos trabajos lo realizó en Nueva York. «Venia cansado de la etapa precolombina y de la abstracción. Quería entrar en una figuración. Hice el dibujo de una mujer, pero lo rompí enseguida. Aquello ya se había hecho», explica el artista. «Entonces tiré los pedazos del dibujo, pero se quedaron las piernas. Me quedé asombrado, tomé esas piernas como referente». Son obras estructuradas siguiendo los geometrismos de la América aborigen. Piernas y pies que no se alejan de su ancestralidad para hablarnos del tiempo y del espacio; unas obras de eco minimalista en las que sobrevive la construcción de espacios y un potente cromatismo. Con reminiscencia a su estilo histórico, las sugerencias figurativas aparecen para materializar unas obras moduladas por áreas texturales y ritmos secuenciales hechas de restos y fragmentos que son dignificados y llevados a otra dimensión.
Joan Gil Gregorio
Comisario
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España