Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------
El principio es una fotografía tomada en 1959 en la Escuela Rural de Nuestra Señora de Cogullada (Zaragoza). En ella aparecen tres alumnos en un ejercicio práctico de injertos frutales, de rodillas, con la cabeza baja, concentrados en la manipulación de patrones de almendro. El alumno a la izquierda de la imagen es mi padre. Lo siguiente fue una reunión, en julio de 2014, con María Ángeles Moreno, investigadora científica del Departamento de Pomología en la Estación Experimental Aula Dei (EEAD) de Zaragoza. La idea era participar con esta institución en el diseño de un árbol multi-injertado. A partir de un patrón desarrollado íntegramente por Moreno, se irían injertando otras variedades de árboles hasta que con el tiempo se formase un árbol frutal adulto. La mañana del 30 de marzo de 2015, transplantamos dos patrones del híbrido desarrollado por María Ángeles Moreno que servirá de base para los futuros injertos. Este híbrido es un prototipo experimental formado por varias especies de melocotonero, almendro y ciruelo. En septiembre de 2015, el árbol todavía es poca cosa, no más de 40 cm de alto, pero ha trascendido en una serie de ejercicios artísticos que reflexionan en torno al tiempo orgánico y la tecnología, la información como paisaje, y la reclamación de la medida humana en un mundo dominado por el paradigma de la velocidad. "El injerto" es un método de propagación vegetativa en el que una porción de tejido procedente de una planta se une sobre otra ya asentada, de tal modo que el conjunto de ambos crezca como un solo organismo. Pues bien, para obtener un injerto es necesario que haya afinidad entre las partes y esta afinidad resulta de cierta analogía en la estructura anatómica, de nutrición y de vegetación. La experiencia, y sólo ella, ha permitido establecer exactamente los casos de afinidad y los casos de antipatía de las diversas especies frutales para los diferentes portainjertos, pues no existe ninguna regla que permita determinar a priori esta afinidad o esta antipatía. Ni hueso ni pepita, título de esta exposición, hace referencia a la relación de antipatía existente entre la tecnología y la naturaleza. Mientras la naturaleza se rige por el principio de autolimitación en términos de tamaño, velocidad o violencia, generando un sistema sutil que tiende a equilibrarse con su entorno; la tecnología actúa como un cuerpo extraño, exponencial, y particularmente voraz con los recursos naturales. Este proyecto quiere convertir el experimento botánico del injerto en una acción decrecionista y abrir un debate sobre el uso de las nuevas tecnologías desde el paraguas del equilibrio natural. "Más grande aun que el misterio del crecimiento natural es el misterio de la finalización natural del crecimiento", afirmó E. F. Schumacher en 1973. [Enrique Radigales. Septiembre, 2015]