Todo lo que pinta Willy Ramos está vivo. A veces cuesta descubrir qué es lo que une sus bodegones de flores con sus paisajes de Chicago o con sus bustos femeninos. Pienso que es la vida, o mejor dicho, la fuerza de la vida. Todo lo que crea Willy Ramos tiene su élan vital, el hálito, el misterio de lo vivo. No hay nada inerte, nada amanerado, ningún sucedáneo ni ninguna pose: es la pura vida. Por ello cada cuadro suyo, cada aguada, cada dibujo, atesora algo que nos sorprende, que nos impacta, que nos perturba. No hay ni un sólo trabajo de Willy Ramos que no recoja esa necesidad de captar al vuelo lo vivo, el alma de las cosas. Estoy seguro de que sus bustos femeninos 'ese selecto gineceo que Willy ha ido construyendo a su alrededor' dialogan entre ellos cada noche cuando el artista ... abandona el estudio. Me imagino a la Mujer enamorada satisfecha por esa última pincelada que ha realzado su ondulada cabellera pelirroja, o a la Mujer bonita emocionada porque aquella tarde el artista se ha detenido de pronto frente a ella y con suma delicadeza le ha retocado una de sus largas pestañas. Estoy convencido de que Willy Ramos habla con ellas, y de que ellas también, a su modo, siguen su trabajo, lo comentan y lo celebran. Y, como yo mismo, se admiran de la fuerza de la creación, de aquello tan indefinible que hace que de la nada surja algo hermoso. Sus Flores de Argel o sus Flores 'à la Cézanne' tienen algo de conmovedor y de mágico, de desmesurado e imaginario. Dicen que Cézanne pintaba sus bodegones utilizando flores artificiales, seguramente de papel, porque su proceso creativo era tan lento que las flores naturales sistemáticamente se le marchitaban. Y, sin embargo, ¡cuánta vida rezuman aquellos bodegones florales del pintor de Aix! Si los cuadros de flores de los pintores flamencos 'aquellos bodegones aparatosos y pomposos, en los que entre las flores se mezclan mariposas, escarabajos e incluso alguna despistada lagartija' son algo falsos y grotescos, en cambio ¡cuánta autenticidad hay en aquellas sencillas flores de papel de Cézanne! ¡Y cuánta verdad hay en los cuadros de Willy Ramos! Porque lo artístico no radica en reproducir la superficie de las cosas sino en definir lo que subyace, su estilo, su raison d'être.

Sí, sin duda, Willy Ramos es un maestro en aprehender la fuerza de la vida. No conozco a nadie parecido a él. Por eso nunca me canso de mirar sus cuadros y de dialogar con sus bellas esculturas. Con el permiso del artista, por supuesto.

Martí Domínguez

Universitat de València