Descripción de la Exposición La obra de Encarna Robles es pura experimentación técnica en una búsqueda constante de nuevos territorios en los que expresar un universo particular de formas, colores e inquietudes. Fruto de esta intensa actividad creadora surge una obra muy personal, que funde las luces y colores de su Castilla-León natal (Luces de mi memoria) y los de su Asturias de acogida, llena de matices que traspasan lo meramente estético y ahondan en un mundo interior que muestra reflexiones, pensamientos e imágenes, en ocasiones atormentadas (Mutaciones), oníricas y fantásticas (Sueño Añil), o más terrenales (Mediterránea). Si bien no se puede establecer un estilo particular definido, puesto que la inquietud técnica le lleva a probar diversos géneros, se observa un elemento común en toda su obra, y es el carácter sumamente evocador de las imágenes, tanto para el espectador como para ella misma, que potencia con planos ambiguos, diversidad de puntos de vista y una inquietante mezcla de abstracción y figuración. Las piezas concebidas por Encarna Robles para esta exposición se alejan, nuevamente -en concepto y forma-, de su obra anterior, y surgen como fruto de una profunda y refinada libertad de expresión artística, que le conduce a explorar por diversidad de caminos técnicos, configurándose esta evasión metodológica como otro elemento diferenciador y característico de la creadora. La serie Estructuras Fugadas tiene origen en el reciclaje y el juego ligados íntimamente a la investigación. Tras la labor de estampación, de obra propia y ajena, pasa los rodillos manchados con las tintas calcográficas sobre cartones recuperados de un pasado familiar que mantiene muy presente, obteniendo como resultado numerosas cartulinas ricas en manchas geométricas, gotas perdidas, tintas secas adheridas y demás accidentes que sabiamente recorta, abriendo una ventana que enfoca el conjunto más sugerente y evocador. Así, Encarna Robles parte de unas trazas abstractas originadas por el azar y la actividad grabadora, y las hace suyas; escudriña entre las formas, líneas y manchas, juega con los acabados, gira las representaciones, en busca del juego de planos y matices adecuados, consiguiendo el enmarque más sugestivo. En el momento en que la artista adhiere estos cartones sobre el lienzo, las imágenes inician un proceso de crecimiento natural, en el que las líneas -los planos- se fugan en el más amplio significado de la palabra, se escapan de su marco inicial para desarrollarse fuera de él, se expanden, se liberan y dispersan geométricamente en una huida insinuante, llena de significados ocultos, aludiendo finalmente a ciudades perdidas, a imágenes del desierto, a coloridos barcos o a ámbitos íntimos de la creadora y, por qué no, del observador más intuitivo. Jugando con varios de estos cartones conforma puzles, en los que obtiene imágenes donde impera una marcada abstracción geométrica, que, en ocasiones, se convierte, según ella misma afirma, en la base para composiciones naturalistas, con un mensaje o denuncia ecologista, tanto en el medio rural como en el urbano, renovando sus áridos paisajes de los años ochenta o recuperando el añil de finales de los noventa y sus alusiones a lo intemporal en una meditación cósmica sobre el aislamiento del individuo. Finalmente, se rescatan sus magníficas Esculturas en un jardín o Nocturnos, relieves creados hace una década, en los que incorpora diversos metales a la obra pictórica, y que se muestran como un paso en la evolución de la artista hacia la escultura exenta, y antecedentes de sus Ensamblajes. De nuevo se combinan una sutil abstracción geométrica con un figurativismo evocado, insinuado conceptualmente, para profundizar en un rico mundo interior, donde el paso del tiempo, la naturaleza o las complicadas relaciones humanas se erigen como argumentos a los que Encarna Robles retorna con frecuencia en una obra llena de matices materiales e intelectuales, que invita a la reflexión y a la ambigüedad de interpretación, en un juego con el espectador del que ella misma se nutre.