La galería Pilar Serra presenta el último proyecto de Darío Urzay, en el que el artista nos acerca a sus últimas exploraciones en torno a la imagen.
La primera vez que la galería (entonces Galería Estiarte) expuso la obra de Urzay fue en 2003, en aquella ocasión se trataba de una treintena de pinturas sobre papel, serie Ae – mol, que nos mostraba la preocupación del artista por la hibridación de procesos y conceptos, las relaciones entre el arte digital y su faceta virtual, fotografía y realidad. En esa serie se alternaban procesos digitales de estampación con pintura diluida y estratificada, en un extraño mundo que confronta e integra formas y antiformas, la estructura química de la materia y su presencia con un comportamiento aleatorio y sorprendente.
En 2007 la galería expuso un proyecto realizado a partir de una acción sobre el paisaje de La Rioja, se tituló Paisajes, y nos mostró...una nueva ampliación de las posibilidades de significar imágenes. Urzay planteó el carácter autorreferencial del proyecto con respecto a su propio contenido, concretamente a la cualidad de un paisaje determinado, localizado en Sazarraja, La Rioja, implicado en una acción (una performance realizada in situ ) que integraba determinados sucesos de carácter emocional y vivencial.
Cuatro años más tarde, se presentó Phaistos, que partía de imágenes y datos originales, recopilados por Urzay, de lo que queda de esta ciudad cretense, y los introdujo en el ordenador, donde procesados a través de algoritmos y programas especializados dieron resultados que serían posteriormente reformulados por el artista, creando un mundo paralelo, una realidad hipotética en una particular reinterpretación de la ruina, que presenta en una forma indisoluble naturaleza y construcción.
En Construyendo en las Ruinas (2014) se vislumbraba su mundo cotidiano, podríamos decir que sus pinturas se originaban en el espacio de eventos reales y se continuaba en un espacio de eventos imaginables. Mediante pigmentos y resinas comenzó interactuando con pequeños bloques de plástico, que disolvía y fundía con la pintura, trasvasándolos fotográficamente al soporte pictórico.
En esta ocasión el artista nos presenta su última serie, algunas de las obras han sido exhibidas en sus últimas exposiciones, en Bélgica y en Santander. El punto de partida es la realización de un vídeo que muestra cómo se derrite un modelo a base de agua y pigmento que previamente, para conservar su forma tridimensional, ha sido congelado en un molde. Para ello el artista ha realizado una construcción a base de pequeños bricks de plástico y a través de un molde ha conseguido una pequeña escultura de barro helado con la apariencia exacta de la primera. El proceso de descongelamiento ha sido fotografiado cada 30 segundos durante varias horas, hasta que la pequeña escultura ha quedado reducida a líquido. De la imagen tridimensional ha pasado a un plano bidimensional en superficie pero que en su espesor líquido contiene la materialidad que parece perdida en las imágenes finales.
Las más de 2000 instantáneas son los fotogramas que han servido para el montaje del vídeo en un proceso acelerado cuya duración se ha comprimido en un par de minutos. La proyección final se ha montado a modo de “loop” añadiendo los mismos fotogramas en sentido temporal inverso, de esta manera la construcción va desapareciendo hasta un punto de retorno en el que comienza a reconstruirse.
De entre todos esos fotogramas, fracciones de un proceso entrópico de degradación, Urzay selecciona algunos de ellos y los traspasa a varios soportes que son la base de la serie de pinturas que conforman la exposición actual en la galería.
El tiempo de realización de las pinturas dura semanas, el proceso temporal de las imágenes iniciales se desvía hacia otro territorio que tiene otra materialidad y que queda finalmente inmovilizado una vez que el artista decide dar por concluida una imagen. De la temporalidad del vídeo se pasa en cada una de las pinturas a la síntesis de fragmentos temporales que se ofrecen al espectador en presente continuo. El tiempo de ejecución queda como vestigio mediante capas.
La exposición reúne algunos de los ingredientes comunes del lenguaje plástico del creador que juega la contraposición de opuestos al enfrentar la tensión entre las dimensiones micro y macro o entre lo estático y lo aleatorio.
A través del tiempo hemos visto que Dario Urzay ( Bilbao, 1958) ha desarrollado en nuestro país una de las reflexiones plásticas más contundentes e interesantes en torno a la permeabilidad de las disciplinas artísticas y científicas, explorando –entre otras- las relaciones entre el arte digital y su faceta virtual, la fotografía y la realidad y las nuevas codificaciones de la pintura, una pintura, la suya, abierta al contacto exterior y a la contaminación lingüística. Su obra estimula en el espectador una inquietud, una curiosidad ante la construcción, nada casual, de la realidad de la obra. Lo despiertan hacia una postura de responsabilidad crítica ávida por desenmascarar los mecanismos que provocaron esos mundos que brotan en el trabajo de Urzay. El mundo visual que nos propone es tan ordenado como caótico, aparentemente científico, resultado de una asimilación personal de conceptos de física, geografía, y antropología. “Trabajo en ese espacio en el que lo real y su imagen se solapan, creando una tensión que es apreciable en la imagen resultante, que revela y atrapa la luz, entrega contornos quebrados que hacen evocar la fractalidad”
Darío Urzay se licenció en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, donde asimismo fue profesor de 1983 a 1988. Pasó un año en Londres en la Residencia Delfina Studios y de allí se trasladó a Nueva York donde permaneció durante una década. Actualmente reside en Bilbao.
Entrada actualizada el el 11 nov de 2016
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