A partir del desplazamiento y la apropiación del término plástica dinámica acuñado en la década de los treinta, la presente muestra conforma un gabinete de evidencias de las diferentes rutas que este artista dispuso como territorio de acción, incidiendo en campos paralelos al del arte visual; específicamente al de los proyectos arquitectónicos que permitieron a Mérida operar como parte de iniciativas de gran envergadura social, diluyendo su autoría en relación a los conjuntos urbanos de los cuales participó, disgregando las fronteras de lo que se veía como “arte alto y artes menores” creando fisuras a partir de su proceso, mismas que favorecieron la apertura de las posibilidades creativas en colaboración con otros creadores de su época, sembrando en la escena los orígenes de una estética local en torno al dinamismo del arte en un país en desarrollo, mismo que hoy se define por las contradicciones que su propia institucionalidad genera.