Descripción de la Exposición
El Museo Universidad de Navarra inaugura el 6 de octubre En torno a María Josefa Huarte. Colección Museo Universidad de Navarra, una exposición que invita a descubrir con una nueva mirada las piezas que forman la Colección Museo Universidad de Navarra, entre las que destaca el legado de la coleccionista navarra María Josefa Huarte, donado a la Universidad de Navarra en 2008.
Tras una primera presentación de la colección en 2015, siguiendo criterios de ordenación por autores, la distribución de esta nueva muestra se articula de manera dialéctica, en cuatro ámbitos diferentes, dedicados a la figuración, al muro como espacio de creación, a la abstracción informalista y a la abstracción geométrica.
La muestra reúne obras de artistas como Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo, Antoni Tàpies, Pablo Picasso y Mark Rothko, entre otros. Además, exhibe por primera vez piezas de la Colección que no se habían mostrado antes. Por ejemplo, pueden contemplarse obras de Manuel Gómez Raba, Elena Asins, Tsuguharu Foujita y Jaime Burguillos.
Esta nueva disposición en salas, que se vertebra en torno al legado de María Josefa Huarte, permite el diálogo y la interrelación entre las diferentes obras y autores que componen la Colección Museo Universidad de Navarra. La incorporación de nuevas piezas, que completan, contextualizan y ayudan a comprender las obras anteriormente expuestas, permite trascender el carácter de colección particular que tenía la donación original y presentarse de manera museística.
A las 47 piezas iniciales de 18 artistas diferentes, reunidas por María Josefa Huarte, se han ido añadiendo nuevas obras centradas principalmente en la abstracción, que nos hablan del arte contemporáneo español desde la década de los 50 hasta la actualidad, lo que nos permite trazar un recorrido sobre la construcción y la percepción de la imagen durante este periodo a través de las obras expuestas. Estas incorporaciones reflejan, además, el hecho de que la Colección está abierta y viva, e incluye obras de pintura y escultura, fotografía, videoarte, dibujo e instalaciones.
La disposición actual de las piezas permite establecer un diálogo entre autores y obras y no tiene un carácter cerrado y excluyente, ya que muchas son poliédricas y tienen varios niveles de lectura que pueden ser interpretados siguiendo el criterio de las diferentes temáticas en las que se ordena la colección.
El itinerario propuesto se estructura en torno a las cuatro temáticas, divididas en las cuatro salas de la planta 0 del Museo.
FIGURACIÓN
La sala 3 del Museo alberga una selección de obras figurativas de la colección.
Debido a la aparición de la fotografía en 1839, los artistas pudieron transitar por caminos diferentes a los del arte clásico o vasariano imperantes desde el siglo XVI ya que, gracias a esta, ya no necesitaron representar la realidad tal cual era, propiciando el surgimiento de la modernidad y las vanguardias. Aunque las artes plásticas se encaminaron hacia la abstracción, la figuración continuó manteniendo un peso importante, experimentando también con las diferentes formas de representación, desde aquellas ligadas a la tradición histórica a aquellas otras que se aprovecharon de esta libertad para articular nuevas formas de representar la realidad. A las primeras corresponden el Descendimiento, de Foujita, el Espectador de espectadores del Equipo Crónica, pieza realizada para los Encuentros de Pamplona promovidos por los Huarte en 1972; o Composició amb cistella, de Tàpies, ligada al Arte Povera, en la que un objeto sin interés artístico se convierte en una pieza de arte.
El resto de los autores presentes en la sala reinterpretan la realidad según sus diferentes intereses plásticos, desde la visión con una perspectiva múltiple en la obra de Picasso; a la introducción de la materialidad y la tridimensionalidad en la de Millares; pasando por la asimilación de la parte por el todo en Ipoustáguy o la figuración a través de la escritura en Mompó. En el caso Oteiza, sus esculturas parten de una figuración de carácter expresivo, que avanzan ya las investigaciones de este autor sobre la introducción del vacío en la escultura, y que evolucionará hacía soluciones de carácter abstracto. Por su parte, tanto Ugalde como Gordillo utilizan la fotografía como recurso expresivo y formal para realizar su obra: el primero de manera lúdica para crear collages y el segundo mediante la repetición de formas cuyo colorido y textura altera en una deconstrucción que tiende a la abstracción.
EL MURO COMO ESPACIO DE CREACIÓN ARTÍSTICA
La sala 2 del Museo permite explorar al visitante la concepción del muro como espacio de creación artística para distintos artistas de la colección. Entre las diferentes formas de creación artística que implicaba el concepto de abstracción, muchos de estos artistas trabajaron la investigación de soluciones formales en torno al muro como espacio de creación y de representación. Y cada uno lo hace desde una opción personal e íntima, buscando formas de expresión propias. En esta sala se enfrentan dos de las principales obras de la colección, Incendi d’amor, de Tàpies, poderosa y con gran fuerza expresiva, y Homenaje a Bach, de Oteiza, más sutil y etérea. En esta obra, un relieve directo que ocupaba la pared del comedor de casa de María Josefa Huarte, el autor centra sus experimentaciones sobre la desocupación del espacio. La pieza, tratada como una partitura musical, en bajo relieve o relieve en negativo, la luz juega un papel importante, ya que va revelando las diferentes texturas de la superfi cie.
Incendi d’amor se articula a manera de un muro cerrado con espacios tapiados sobre los que se sitúa la cruz como signo positivo que suma. En esta obra el autor plasma su universo creativo mediante series de símbolos que se convierten en motivos recurrentes en sus obras: huellas de pisadas, manchas negras, la repetición triple de elementos, y, sobre todo, la presencia de la cruz y de la T invertida, incisos o sobrepuestos, a modo de grafi tis callejeros, ya que para él el muro tenía un poder evocador muy fuerte, asociado a sus experiencias vitales. Finalmente, Ráfaga, de Sistiaga, se nos ofrece como un contrapunto de color donde prima el proceso gestual, el trazo ágil y rápido que nace del inconsciente del artista, vinculado a la pintura automática, en una obra monumental que se relaciona con el mural de 18 metros que realizó para el restaurante de Ruperto de Nola, en el edificio Torres Blancas de Madrid, obra emblemática de Construcciones Huarte.
La relación entre diferentes formas de investigación formal sobre el muro se mantiene en la sala 1, donde nuevamente se ven enfrentados Oteiza y Tàpies. En L’esperit català, el muro sirve de soporte a las reivindicaciones de carácter político del artista, ligadas a su catalanidad, en este caso con una fuerte carga simbólica. La obra, muy rica en texturas, genera dos planos espaciales mediante la superposición cromática. Y lo mismo ocurre en Negre sobre gris, donde una mancha negra flota sobre un fondo gris, jugando con la tridimensionalidad de la obra, y vinculada a las reflexiones de Tàpies sobre la escala y el espacio.
En Elías en su carro de fuego, de Oteiza, se remarca la condición de colección particular, ya que el tema elegido se liga al fuego y formaba el frontal de la chimenea de la casa de los Huarte. Frente a la sutilidad de Homenaje a Bach, en esta obra el relieve en positivo adquiere fuerza y potencia, interfiriendo en el espacio, generando una sucesión de planos, en los que, pese a la pesantez y el volumen de la piedra, se invierte la gravedad y el relieve se percibe con un eje ascensional. La experimentación de Oteiza sobre la desocupación del espacio y sobre la introducción del vacío lo vemos también en Sólido abierto con módulos de luz, Estela para un pueblo pacífico que era Gernika y Poliedro vacío, esta última perteneciente a su serie Propósito experimental, que participó en la Bienal de Sao Paulo de 1957 y que le consagró como escultor. En todas ellas la perforación de las superficies y la sucesión de planos y texturas crea un juego de luces y sombras que nos hablan de la exploración del vacío en su obra, y de la relación que esta establece con el espacio en el que se ubica.
DOS CAMINOS DE ABSTRACCIÓN
Abstracción informalista
Tras el surgimiento de la modernidad y las vanguardias, la representación artística va a posicionarse en la abstracción, que se convertirá en la corriente imperante a lo largo del siglo XX, alcanzando su máximo desarrollo en la segunda mitad del siglo. Al contrario que otras vanguardias, la abstracción no fue una corriente homogénea, con unas características comunes, sino que cada artista la interpretó de manera libre, siguiendo diferentes orientaciones. Y dentro de estas destaca la abstracción informalista, en la que se busca la expresividad a través del gesto, la materia, el color, la mancha o el soporte. Estos conceptos definen la obra, experimentado con diferentes recursos plásticos que proporcionan los materiales, todo ello buscando percepciones sensitivas por parte del espectador.
Uno de los artistas más representativos de este momento es Mark Rothko, quien articula su obra en torno a la sencillez cromática, conseguida por medio de veladuras sutiles, trascendiendo con ello a lo espiritual y propiciando espacios de meditación que se activan al ser contemplados por el espectador. En torno a su figura, la colección de María Josefa Huarte recoge a autores españoles como Feito, Rueda, Burguillos, Ruiz Balerdi o Gómez Raba. Sus obras engloban diferentes formas de expresión, desde la pintura matérica, que utiliza la densidad de la capa pictórica, así como las texturas con ella conseguidas como elemento expresivo; a la desestructuración del trazo y las formas; pasando por los valores plásticos del color, aplicado en diferentes tonalidades dentro de una misma gama cromática, que juegan, de manera subjetiva, con la luz y las texturas de la superficie, produciendo irisaciones, espacialidad y movimiento. En muchas de estas obras lo procesual es más importante que el resultado final, lo importante no es la obra en sí, sino el proceso que la ha generado.
Abstracción geométrica
Junto a la abstracción informalista, otra de las orientaciones que más impulso tuvieron en el siglo XX fue la abstracción geométrica, que buscaba la expresividad de la obra a través de las composiciones geométricas proyectadas sobre un espacio, en busca de una mayor racionalidad frente a la percepción más emocional del informalismo. A través de las construcciones geométricas esta orientación busca la conversión de un espacio bidimensional en tridimensional, mientras que en otras ocasiones, siguiendo corrientes cinéticas, intenta la introducción del movimiento en la obra. En cierta medida supone también la recuperación del orden en la concepción de la obra, con una articulación racional que define el espacio y su percepción por parte del espectador.
En el caso de Palazuelo viene propiciado por su intento de acercarse a la divinidad, creadora de esa naturaleza que se descompone en formas geométricas perfectas. En sus primeras series vemos también la introducción del color y la influencia de los mándalas, que poco a poco dará paso a una simplicidad cromática. Experimentará también con la escultura, buscando la proyección de esas formas geométricas en el espacio.
También Sempere trabajará tanto con pintura como con escultura, en este caso buscando la introducción del movimiento en la obra, siguiendo corrientes cinéticas. Y esa percepción del espacio, de la masa y el vacío, la vemos también en las obras de Oteiza y Chillida, ésta última muy relacionada desde el plano formal con la de Muniategiandikoetxea. Mientras que Asins plantea en sus obras la búsqueda de un imposible, la trascripción sobre el papel de la cuarta dimensión.
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