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Tras numerosas exposiciones, Ana Sánchez (Salamanca, 1964) comienza su nueva andadura con la galeria Astarté presentando sus últimos trabajos centrados en el estudio de las cualidades táctiles y sensoriales del papel. Un ... paso más dentro de una trayectoria artística que, si en su día se vio marcada por la visualidad del lenguaje, ahora nos arroja a un discurso plástico que se va despojando de todo lo prescindible para la valoración de la materia como detonante de la experiencia.

Pintura sin pincel, donde el soporte es quien habla, donde la representación desaparece y el tradicional hábitat de las dos dimensiones se abre y expande para rozar el ámbito de la escultura. Sin embargo, seguimos hablando de pintura. Nuestra artista sigue considerándose fundamentalmente pintora aunque su obra más reciente analice la materialidad del medio y se encuentre inmersa en la ambigüedad que separa unas disciplinas de otras. La deconstrucción del proceso pictórico y la re-evaluación de los métodos y materiales tradicionales de producción han hecho que su trabajo encuentre nuevas estructuras de apoyo.

Como espectadores, nos enfrentamos a una práctica de la pintura que rechaza los métodos de visualización convencionales. Bajo el estímulo de una experiencia distinta a la habitual, nos vemos abocados a mirar de otra manera y retornar al origen del material, que Sánchez nos presenta en su carácter esencial.

Ese material es el papel, por el que la artista lleva mostrando una especial devoción desde el comienzo de su carrera. A Ana Sánchez no le pasan desapercibidas las conocidas sensaciones a las que nos sigue remitiendo este componente: su corporeidad, textura y fragilidad continúan de plena actualidad en unas obras que, apelando a nuestro sentido del tacto, provocan en nuestras manos un inmediato deseo de acercarse.