Habitamos en nuestros propios laberintos (ciudades, espacios..) como un camino iniciático en la búsqueda de una salida. Nosotros buscando los minotauros imaginarios de la angustia de no saber qué elegir, de estar atrapados en nuestras telas de arañas, sin saber qué hacer, condicionados, desconcertados de quienes somos,

de dónde venimos y a dónde vamos. Buscando nuestro hilo de identidad. Las armas que nos ayudan a salir, el huso cuyo hilo nos permitirá recorrer el camino de vuelta, el labris que nos defenderá. Armas que son la imperfección interior, la necesidad de desenvolverse, de retarse, de recoger la fina cuerda de la evolución, de la metamorfosis.

El héroe que penetra hasta lo más profundo de sus propios laberintos, y reta a sus sombras en un reencuentro dentro de su imaginario.