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Ello Embebe

Exposición / Galería Weber-Lutgen / Fray Diego de Cádiz, 9 a-b / Sevilla, España
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Cuándo:
22 feb de 2008 - 14 mar de 2008

Comisariada por:
Margarita Aizpuru

Organizada por:
Galería Weber-Lutgen

Artistas participantes:
Macarena Nieves Cáceres
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Sevilla 

       


Descripción de la Exposición

Comisaria: Margarita Aizpuru

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En sus trabajos se conjuga la expresión creativa visual con la poética, creando una suerte de narraciones plásticas que pueden ser leídas tanto desde la imagen como desde la palabra. Poeta y artista plástica, a la vez que performer, se desliza, por tanto, con gran facilidad y fluidez de un territorio creativo a otro. Eso es algo que hemos podido observar en sus diferentes proyectos, como el mencionado Soy la isla, en la que la parte visual se interrelacionaba al mismo nivel con la textual. De ahí que en el proyecto fuesen tan protagónicos tanto la exposición como la publicación.

Y es que Macarena N. Cáceres crea tanto con palabras como con imágenes, sonidos y situaciones. Elabora su discurso artístico en un territorio mestizo, lleno de fusiones y contaminaciones creativas que parten de la palabra, del texto poético, para extenderse hacia el mundo de la visualidad y de la imagen, acompasándolo, a veces, al del sonido, para fraguar con todo ello un entramado creativo personal lleno de pensamientos, sensaciones, sentimientos, creencias, certezas, dudas y miedos. Un individual mundo creativo que tiene en cuenta tanto su pertenencia originaria y contextual a una geografía y cultura local particular y muy idiosincrásica, como su inclusión en un inevitable universo global en el que la comunicación y la información es general y simultánea en cualquier punto del planeta. Un mundo que es planteado desde la conciencia del ser mujer y desde posiciones críticas feministas de los roles y el statu quo que nos han sido asignados a las mujeres.

Ese es el sentido de muchos de sus trabajos, como los incluidos en el proyecto que ahora presenta en Sevilla para la Galería Weber-Lutgen bajo la forma de exposición titulada Ello embebe. Una muestra integrada por una serie de obras fotográficas y un vídeo que se centran básicamente en la condición humana y la brevedad de la vida. “La fragilidad de la vida frente a las cosas materiales que nos inventan. Todo concluye, todo embebe”, como ella misma afirma. Pero, también, unas obras expresadas entre lo analítico y lo poético, entre lo explícito y lo evocado, entre el deseo y el miedo. Para seguir hablándonos desde el cuerpo como territorio, a la vez que nos introduce en la consciencia de vivir un tiempo en el que la tradición y la contemporaneidad coexisten, en el que el ancestro y las tradiciones aún perduran medio ocultos en los entresijos de las actitudes y comportamientos contemporáneos actuales, y más en contextos sociogeográficos precisos como los de las islas canarias. Por eso juega, explora y confronta lo viejo y lo nuevo, lo oculto y lo evidente, lo originario y lo superpuesto, evolucionado y actual. Sigue ahondando pues en las temáticas e intereses que la mueven en sus trabajos, a los que abría que añadir su preocupación por la/s identidad/es humana/s y el fin de la vida, la muerte, en su versión de sujeto femenino, la muerta, y todo ello escudriñado desde una mirada feminista.

En esta exposición, la artista continúa efectuando conexiones entre lo que escribe y las imágenes que conforma, a modo de acciones fotográficas. Son acciones, como el conjunto de sus obras plásticas, que proceden de la poesía, para trasladarse al ámbito de la intervención corporal, aquí congelada en un espacio bidimensional y en el instante temporal de la toma fotográfica. Se trata de dos grupos de fotografías digitales, uno en mayor formato y en blanco y negro, y otro, de menor tamaño y en color. En el primero se confronta el cuerpo (lo humano/el sujeto) con el objeto (la materia). Mientras los cuerpos se presentan en blanco y negro, los objetos lo hacen en color, acentuando el protagonismo de éstos, resaltándolos y rescatándolos del posible olvido, situándolos en el espacio de la memoria. Y ello a la vez que nos ofrece una estética como de fotografía pintada a mano y unos sujetos —ella misma y personas cercanas de su entorno— escenificados sobre un fondo oscuro, acentuando los contrastes y confiriendo un halo casi teatral. En el segundo grupo, el de fotografías en color, se ha acentuado, por el contrario, una estética más cercana a lo publicitario, al souvenir o a la imagen contemporánea actual usada en los mass media y en el cine, sin que exista el tipo de referencia a la memoria y a una cultura de origen como podemos encontrar en las anteriores.

Dentro de ese primer grupo ubicamos la fotografía que marca este nuevo trabajo, Agitadores. Una pieza que estuvo incluida en la exposición colectiva denominada Dawn Ardent, con la que inició su andadura la Galería Weber- Lutgen, exhibiendo trabajos de cada uno de los siete artistas cuyos proyectos integrarían el programa expositivo de la galería durante la temporada 2007- 2008. En ella se muestran los cuerpos desnudos de dos personas, una mujer y un hombre, la propia artista y su pareja, en un claroscuro y una posición frontal clásicos pero confrontados, a modo de collage visual, por una bolsa de carbón vegetal en color, que tapa la desnudez de ella e incluye un texto contundente de reminiscencias pop. Lecturas múltiples desprenden la imagen: miedos, temores, dudas, desavenencias y reencuentros de seres que se muestran desnudos por fuera y desean encontrarse desnudos por dentro. Cuerpos vivos que acompañan espíritus emparejados mientras la vida, efímera, más breve de lo que debiera, dure, esté, y las emociones y sentimientos mantengan una luz proveniente de la llama que arde, pero en un fuego cálido que perdure. No obstante, la vida, los cuerpos están ahí para ser consumidos como el carbón en la brevedad del tiempo.

También busca descontextualizar elementos de la tradición canaria, jugar con códigos pre-establecidos que se consideran propios de esa cultura pero que es muy probable que tenga sus orígenes en otras culturas, quizás en las actitudes y formas de vida de las campesinas francesas del siglo XV aproximadamente, ya que los conquistadores franceses también estuvieron en las islas. En distintos proyectos realizados, como en este que nos ocupa, Macarena N. Cáceres ha efectuado cuestionamientos de la cultura estática tradicional, de la considerada fija e inmóvil, confrontándola a la modernidad y llevando a cabo cuestionamientos e interrogaciones. Construye ironías sobre las imágenes que se consumen de postal turística y de retratos estereotipados. Ese es uno de los sentidos que podemos encontrar en la fotografía Cabeza de cristal, vientre de bernegal o en la titulada D(en)ominación de origen. El bernegal es un recipiente donde se pone el agua para beber, una pieza de barro vinculada a la cultura prehispánica y que tradicionalmente ha sido un objeto de uso muy habitual en todas las casas canarias. Ahora se encuentra cada vez más en desuso, y es observado casi como souvenir y/o artículo decorativo o de museo antropológico. En esta primera imagen M. N. Cáceres muestra su autorretrato desnuda con un bernegal a la altura del vientre y un cuenco de cristal superpuesto, a modo de casco, sobre la cabeza, en una suerte de conjunción entre el cuerpo, la cultura ancestral y la naturaleza biológica del barro proveniente de la tierra, y el intelecto, el pensamiento y el espíritu racional y lógico simbolizado en esa geometría fría, artificial y transparente que cubre la cabeza. En D(en)ominación de origen se centra en el cuestionamiento de las identidades y las denominaciones de origen que ella interrelaciona, estableciendo un juego de palabras en el título, con el concepto de dominación-poder de unos sobre otros en la sociedad y de un género, masculino, sobre otro, femenino. Para ello incluso ironiza con las denominaciones populares canarias, como la referida a los pimientos secos utilizados en la cocina tradicional, que allí se les denomina “pimientas de la puta la madre”. Unas “pimientas” que recorren su espalda desnuda en un autorretrato clásico, a la manera de Ingres, pero reinterpretado de forma subjetiva desde los anteriores parámetros.

Dentro de este mismo grupo de obras fotográficas también situamos a las tituladas Ello embebe y Lección de suspensión. La primera comprende una serie de tres obras que, siguiendo con las mismas intenciones y planteamientos de las anteriores, son construidas a modo de bodegón que incorpora un personaje femenino, de nuevo ella misma, y unos botes de cristal con mermeladas caseras. La vida como contemplación y misterio, pero también como acción femenina integrada en unos roles establecidos e impuestos a las mujeres a lo largo de la historia, en este caso la elaboración de la comida en el ámbito doméstico. Pero una acción que a su vez es vista desde ópticas de complicidad y solidaridad, y tal vez desde la aceptación de una acción positiva, siempre que esta no esté vinculada a estereotipos funcionales genéricos y pueda ser enfocada como actividad humana generalizada. Mientras que con Lección de suspensión hace un acercamiento, desde la lectura abierta, a la gravitación, el peso y la suspensión de los cuerpos y de los personajes, femenino y masculino. Nos muestra la ambigüedad de una escena, en la cual una mujer de torso desnudo, siempre ella, se encuentra sentada sobre una tabla de madera que se apoya, a su vez, en una caja, mientras que un hombre, también de torso desnudo, corta con una sierra la tabla en el otro extremo, sin que sepamos si seguirá cortándola o no y que incidencia podrá tener en el aparentemente seguro asiento de ella. Aquí la artista emite algunas preguntas, desde esa plurilectura: “¿Quién da una lección a quién?, ¿el personaje masculino al espectador, al personaje femenino, que está de espaldas, o el personaje femenino da la lección al masculino y al espectador?”

Por otro lado, nos encontramos con el segundo grupo de obras, en color, y de menor formato, donde se encuentran dos series fotográficas y una fotografía compuesta de otras tres a modo de un puzzle. En primer lugar Mort blanche, una serie de fotografías muy pequeñas que van colocadas en el interior de una bolsita de tela negra, como de gasa transparente. Un pubis de mujer impregnado de semen y repetido cuatro veces, en una suerte de imágenes que van más allá de lo erótico, aunque no lo rehúsan, situándose entre el placer y el dolor, entre la vida y la muerte, convertidas en una especie de relicarios laicos, de huellas o rastros de lo que es y fue.

El sueño breve también es una serie pequeña de nueve fotos de un color brillante que muestran distintos momentos del sueño placido de un hombre en la cama. La brevedad del sueño, como la vida, volviendo a recrear, como en proyectos anteriores, su preocupación por el tiempo y su transcurso que nos acerca inexorablemente a la muerte. Pero también el sueño, como un estado de conciencia necesario para dejar escapar a la razón y al pensamiento estructurado, espacio para liberar las constricciones, las sujeciones y normativizaciones de las conductas y comportamientos.

Para finalizar, dentro de este segundo bloque, con El almuerzo desnudo. Una fotografía integrada por otras tres que, encajadas, forman una imagen recompuesta de interesantes y diferentes lecturas. Una obra que, en principio, la autora pensaba denominar “Desayuno para Burroughs” expresando claramente el homenaje a este escritor norteamericano, para dejarlo definitivamente con su título actual. El almuerzo desnudo, como se sabe, es la novela más conocida de W. S. Burroughs y uno de los libros míticos de la literatura norteamericana del siglo XX. En él realiza una denuncia ácida, onírica y alucinatoria contra la sociedad contemporánea, desde un fuerte pesimismo, a modo de un descenso al infierno. En él refleja una rebelión contra las convenciones sociales, contra la hipócrita moral burguesa, la manipulación de los medios de comunicación, la criminalización de las drogas y la prepotencia del imperialismo colonial de Estados Unidos, su país. Rebelión que lleva a cabo también contra el lenguaje y la narración lineal, utilizando técnicas de escritura no convencionales: entrecruzamientos y fusión de fragmentos de relatos, citas propias y ajenas, trozos de canciones y de poemas, párrafos de cartas, frases de periódicos, sueños y escenas imaginadas. Una especie de collage de palabras y textos, utilizando la técnica del cut-ups de la que hacen uso muchos artistas cibernéticos. Despedaza el lenguaje para hacer emerger nuevas palabras y significados. Eso es lo que también realiza M. N. Cáceres aquí, en esta fotografía recompuesta de fragmentos en la cual dos personajes masculinos y una serie de cuchillos, sobre cuyas superficies se refleja, fragmentariamente, el propio rostro de la artista, recomponen una escena, en la que las metáforas resultantes, de una estética surreal, nos inducen a pensar en la violencia que esos cuchillos pregonan y que se ciernen, mostrándola, sobre ella, ante las miradas y actitudes impasibles de los personajes masculinos, ensimismados en sus existencias cotidianas.

Por último, y como cierre de este proyecto expositivo, el vídeo titulado La pretenciosa. Una obra acerca del miedo, mejor dicho de los miedos que la acechan, que nos acechan a los humanos, tanto con respecto al paso del tiempo, el envejecer o el enfermar, como con respecto a nuestros propios actos y comportamientos, herir, asesinar a alguien. Pero también miedo a sufrir, al dolor, físico o psíquico. Miedo tanto a saber la verdad y sus consecuencias, como al engaño y las suyas. Miedo a la locura. Miedo a la muerte. Aquí, de nuevo ella, se mira en un espejo y se graba con una cámara de vídeo, dejando la huella de su existencia y la toma de conciencia personal de esta. Mirarse y grabarse a una misma, con esa mirada escrutadora e interrogante, llena de dudas y de miedos, esperando de sí misma una respuesta. Respuesta que no es sino una búsqueda y una multitud de infinitos caminos fragmentarios recogidos, a modo de personales rituales catárquicos, en obras de lo que llamamos arte.


Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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