Aunque el silencio, el misterio e incluso la belleza de los cuadros de Elena Goñi puedan evocar la gran pintura del pasado, la sofisticada composición, la temperatura del color, la factura y, en definitiva, la contemporaneidad que destilan estas imágenes por todos sus poros indican que son hijas de su tiempo, el siglo XXI. Pintura resucitada, todavía viva, pintura de ahora. '¡Qué importante debe de ser la pintura para que cada cierto tiempo haya empeño en darla por muerta!', escribía recientemente Margarita de Lucas. Y no le falta razón, porque pintar hoy se ha convertido casi en un acto de rebeldía, aunque tal vez siempre lo fue. Cuestión, pues, de actitud.

Elena Goñi pertenece a esa generación de pintores que sabe que más allá del oficio aún es más difícil aprender a ser pintor que aprender a pintar. La docena de ... cuadros que ahora expone, plenos de calma, apacibles y firmes, convincentes y libres, dan fe de ello.