-------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------

Alfred Baur (Andelfingen, 1865-Ginebra, 1951) fue un comerciante suizo que estableció negocios con Extremo Oriente. Entre los años 1907 y 1947 reunió una colección de más de 7000 piezas de arte asiático que actualmente configuran el fondo de la Fondation Baur-Musée de les arts d'Extrême-Orient de Ginebra. En 1924 inicio su colección de porcelana china que puede considerarse una de las más importantes del mundo. Con el asesoramiento del marchante japonés Kumasuku Tomita, reunió un conjunto excepcional de piezas datadas entre los siglos VIII y XIX. Las Colecciones Baur se exhiben habitualmente en un palacete adquirido especialmente para este propósito y se presentan en un ambiente íntimo que realza la belleza de las obras.

La muestra del Museo de Cerámica recoge sesenta y cuatro ejemplares que se presentan por orden cronológico de las dinastías imperiales. Dentro de cada época, las piezas forman grupos que ponen de relieve la importancia de determinados modelos, colores y decoraciones. El montaje remarca la influencia del arte oriental en la sensibilidad contemporánea. Las piezas de porcelana china conviven con las obras del Museo de Cerámica y crean un diálogo entre Oriente y Occidente, entre el arte antiguo y las creaciones actuales.

El descubrimiento de la porcelana

El arte de la cerámica tiene una larga tradición en China donde es considerada tan importante como la pintura. En el siglo VIII, los alfareros chinos descubrieron la porcelana, un material translúcido, duro, compacto y noble, blanco, plástico y sonoro. Con esta nueva arcilla fabricaron objetos sobrios y muy elegantes que muy pronto fueron apreciados y deseados. La porcelana llegó a Europa en el siglo XIV, a través de la Ruta de la Seda donde cuatro siglos más tarde se le conocía como el oro blanco. En época moderna, las piezas de cerámica china se exportaron a Méjico - a través del Galeón de Manila - pero a España llegaron en menor cantidad que a otros países occidentales.

La exposición explica brevemente el proceso de elaboración de la cerámica y da a conocer la novedad de los hornos donde se elaboraba. En la ciudad de Jingdezhen, el centro productor más importante, había más de 3000 hornos encendidos día y noche. Con el fin de aumentar su plasticidad, el barro se almacenaba y se mantenía húmedo de generación en generación.

La Ruta de la Seda

La conquista de China por Gengis Khan (1167-1227) favoreció los contactos con Occidente a través de la Ruta de la Seda. Los mercaderes de la corte de los Yuan importaron de Próximo Oriente el azul de óxido de cobalto con el que decoraron la famosa porcelana blanca y azul que se exportó en grandes cantidades a Indonesia, India, Europa y Próximo Oriente. Una parte de la producción, la más exclusiva, estaba destinada a la corte imperial.

El refinamiento de los Ming

Bajo el gobierno de los Ming (1368-1644), el imperio chino llegó al período de máxima plenitud. Construyeron palacios y residencias imperiales que decoraron con muebles y todo tipo de objetos preciosos. Fue el gran momento de la cerámica blanca y azul que convivía con piezas decoradas con esmaltes monocromos y porcelanas policromas ornamentadas con motivos vegetales y zoomorfos. Fue la época de máxima producción de los hornos del sur de China. A partir de este momento, las obras se marcarán en la base con el nombre de la dinastía y del emperador.

El renacimiento del ritual bajo los Qing

La dinastía Qing (1644-1911) recuperó los antiguos cultos imperiales y gobernó el país de acuerdo con el ideal confuciano del buen gobierno. El emperador acudía regularmente a los altares para celebrar sacrificios con gran pompa. Las vajillas que se utilizaban en los altares del Cielo y la Luna eran de porcelana azul, las de los altares de la Tierra y la Agricultura era de porcelana amarilla. En este período se introdujeron diferentes tipologías, colores y motivos ornamentales: blanco de China, rojo sacrificio y rojo coral, azul claro de luna, marrón polvo de té, negro espejo y los flameados.

La ceremonia del té

La porcelana imperial está muy relacionada con la ceremonia del té creada en época del emperador Shômo (724-749) y de acuerdo con el ideal del budismo Zen que propone vivir la plenitud del momento. Se trata de un ritual muy complejo y ceremonioso que exige a los participantes conocimientos de diferentes disciplinas y artes tradicionales. Las porcelanas que se utilizan en esta ceremonia siguen el ideal de armonía, pureza y sobriedad.

Orientalismo

La influencia de la porcelana china en las creaciones occidentales puede apreciarse de un modo muy especial desde finales del siglo XIX. El movimiento orientalista se inspiró en las formas puras y en los esmaltes monocromos originarios de la dinastía Song. Los artistas contemporáneos han investigado los procedimientos de trabajo de los chinos para recuperar la sofisticada sutileza de sus formas y adaptar efectos como la piel de liebre, las manchas de aceite o el flameado.