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El viaje (Paredes que hablan)

Exposición / Factoría Habana / O'Reilly 308 e/ Habana y Aguiar / La Habana Vieja, Ciudad de la Habana, Cuba
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Cuándo:
20 dic de 2012 - 20 mar de 2013

Inauguración:
20 dic de 2012

Organizada por:
Factoría Habana

Artistas participantes:
Antonio Eligio Fernández - Tonel

       


Descripción de la Exposición

Dibujos e instalaciones.

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Tonel (La Habana, Cuba, 1958) ha estado vinculado desde el año 2006 al Departamento de Historia del Arte, Artes Visuales y Teoría de la Universidad de Columbia Británica, Vancouver, Canadá, donde fue profesor adjunto de dibujo y pintura y es actualmente conferencista a tiempo parcial. En fecha reciente participó entre otras en las exposiciones colectivas The End of Money (Witte de With Contemporary Art Center, Rotterdam) y Crisis. América Latina, arte y confrontación (Museo del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México) ambas en 2011, así como en Las metáforas del cambio (Factoría Habana, La Habana, 2012). Su exposición Nada que aprender se inauguró en Galería Habana en diciembre de 2010. Las editoriales White Wine Press y Pisueña Press publicaron en edición bilingüe su ensayo Pérdida y recuperación de la ciudad (en el cine) (2010). Ese mismo año Tonel publicó Luis Camnitzer: la mano que sostiene el horizonte en el volumen Luis Camnitzer editado en Zürich por Daros Latinamerica AG y Hatje Cantz Verlag. Su ensayo visual 'Dispatches from the War Zone' aparece en la antología Caviar with Rum publicada por Palgrave Macmillan, Nueva York (2012).

 

El viaje. (Paredes que hablan) se plantea como un diálogo entre algunas piezas maestras realizadas por Tonel en los años noventa y las últimas creaciones del artista. La muestra declara sus intenciones desde su propio título: la fisicidad de la materia que se define recortándose sobre la superficie plana y neutra en la que reposa, mientras la ligereza del trazo se impone discretamente al muro. Y en términos conceptuales, ¿cuál es el punto de partida? El viaje. El recorrido por la identidad, la nación, el mapa local y el global, y de ahí al cosmos. Obras como 'Constructivo' (1994) o 'Mucho color' (1992) ahondan en un tema tan familiar para el público como para el artista, quien actúa en calidad de artífice e intérprete, al mismo tiempo. Tonel recurre a dos de sus obras esenciales de principios de los noventa, en las cuales se con­solida un lenguaje iniciado a finales de los ochen­ta que tuvo una gran trascendencia para toda su generación. El re­greso, tras dos décadas, a un viejo lugar común es inequívocamente irónico; se trata de una aproxi­mación crítica a la historia cubana y paralelamente, a la historia de esta historia -esto es, de su imagen, de su iconografía, de su dis­curso-.

 

La vocación 'edificatoria' de la bandera es algo más que una metáfora de la construcción identitaria, es la constatación de cómo se diluyen las fronteras entre las realidades mate­rial y simbólica. Al bloque de hormigón, elemento básico cuando se trata de construir, Tonel superpone la bandera renovando así las resonancias simbóli­cas del pabellón insular. El mapa de Cuba, dibujado sobre una estructura de ladrillo monocromático, nos remite en 'Mucho color' a la comprensión primigenia de la insulari­dad como detonante de una vocación exploratoria y expansiva. Se pone en cuestión en este caso la extendida percepción de la condición insular como aislamiento físico y/o intelectual. Aquí es, nue­vamente, el dibujo el que establece delimitaciones arbitrarias entre lo propio y lo exógeno, invitándonos a incluir la propuesta del último Foucault de rehuir la disyuntiva afuera-adentro para colocarse en las fron­teras. La presencia cercana de otra obra, igualmente emblemática y de la misma serie, 'País deseado' (1994), aporta matices adicio­nales al conjunto. ¿Qué otra cosa es el mapa sino el cuerpo palpable de la nación?, se preguntaba retóricamente Tonel: la mención de lo corpóreo no puede ser más apropiada ya que también en esta pieza emergen las vísceras de la identidad nacional, en forma de una suma de pequeños objetos que dan forma a la realidad cubana dibujando un espacio de mestizaje e hibridación.

 

Las obras que completan la planta baja de Factoría Habana articulan el tránsito de lo micro a lo macro, añadiendo a la capacidad metafórica del mapa y de la ciencia geográfica grandes dosis de ironía. 'Earth - Moon - Box (Cosmic Trade)' / 'Tierra - luna - caja (comercio cósmico)' (2011) y 'La geografía es la ciencia que conecta a la tierra con la luna and seven houses' (2000) remiten a las nociones de intercambio y conexión, al tiempo que presentan escenarios despojados de toda presencia humana. La comunicación simbólica es, en lo que a la espectacularidad concierne, el pretexto y la coartada de una concatenación de relaciones estériles, de diálogos improductivos.

 

La figura humana emerge en la primera planta del espacio expositivo y con ella, el tono crítico resulta si no más intenso, sí más ex­plícito. 'Just Follow the Money' / 'Simplemente, ve detrás del dinero' (2012), presenta un camino sin retorno y sin alterna­tiva hacia una felicidad, supuesta y prometida (por el capital) que, al menos por el momento, nos ha dejado solos. '(Elogio del) darwinismo' (2010) juega con el vocablo asere. Aquí la sobriedad aparente del volumen escultórico, muy geométrico, se suaviza con la irrupción simbólica del dólar (a$ere) para señalar una mutación, un tránsito de la amistad al interés. Y cerrando este pequeño círculo, la sempiterna fricción entre el elitista existir separado de lo artístico -de sesgo aristocrático antaño, mercantilista, ahora- y su inequívoca función política, no en su sentido más ideologizado, sino en la naturaleza misma de la producción material y del establecimiento de espacios discursivos como en 'Art Shouldn't Be Expensive to Make' / 'Hacer arte no deberÌa ser caro' (2009-2012). No se detecta en ninguna de estas obras un sentido profético sino, más bien, el reflejo de una certeza, del precio emocional y simbólico que la reverencia ante el afán de lucro económico nos impone. De hecho, Tonel no se expresa con grandilocuencia, ni tampoco movido por el afán de erigirse cronista de una determinada época, sino que lo hace con la cercanía de quien expone lo que ha vivido y el modo en que se ha visto afectado por lo que le rodea. Cuánto hay en ello de testimonio de época, y cuánto de provocación o catarsis, es algo que como espectadores podemos valorar. No es casual que la obra comparta espacio con una serie de dibujos dedicados a presentar, desde la ironía, la coyuntura política internacional, en particular en lo relativo a una Europa en la que el espectáculo y la voluntad de un mercado encarnado en los principales líderes políticos fagocitan la identidad y la historia continentales. En otro punto del globo, las falsas expectativas generadas por la primavera árabe hacen reaccionar visceralmente a Tonel ante lo inexpli­cable, lo incomprensible... La indignación se transforma así en fuerza, en capacidad crítica y ésta en una auténtica explosión de garabato coloreado. El fuego de 'Iluminaciones' (2012) no deja de ser un guiño a la racionalidad ilustrada; pero la luz que nos guía puede convertirse y en ocasiones se convierte, en la luz que nos ciega.

 

'Cuatro cosas, las cuatro tienen huecos' (1997) cierra el recor­rido, permitiéndonos volver sobre nuestros pasos para cohe­sionar el discurso expositivo, al hacer alusión de manera direc­ta a la oquedad explicitando el contenido sexual, que el dibujo no presenta tanto por denotación como por connotación. En este laberinto conceptual la obra se utiliza como juego semiótico: junto a la oquedad explícita, la oquedad implícita -la porosidad del hombre tanto física como intelectualmente, y en consecuencia la permeabilidad de su identidad y su cul­tura- y la penetración, implícita, aportada por un espectador que abandona la condición de voyeur que la historia del arte le ha reservado históricamente, para adoptar un papel activo en la representación. Paradójicamente, la unión de un dibujo sumamente sintético y privado de la sensualidad del color, desposeído del erotismo de la música y la poesía, suscita una consumación que es, a la vez, carnal e intelectual. Tonel consigue transmitir, con precisión y elocuencia, la capacidad del dibujo para desnudar la semántica -esto es, la realidad- y evidenciar aquello que, en ocasiones por ocultamiento y en ocasiones por sobreexposición, no po­demos, no queremos... o no sabemos mostrar y/o apreciar. Dibujo, sí, pero de refinada carga conceptual.

 

Concha Fontenla

Dra. en Historia del arte contemporáneo

 


Imágenes de la Exposición
Tonel, El viaje -Paredes que hablan-

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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