Descripción de la Exposición
Entendemos que la forma es, que su percepción está limitada por los sentidos; que está velada y que sólo podemos ofrecer en cualquier caso un aspecto de lo que es. Lo que nos cuentan los sentidos es una metáfora de la realidad desde la estética humana, pero tenemos que tener en cuenta que la forma permanece por encima de la visión del hombre.
Hay una manera de comprender el mundo subversiva con respecto a la visión positivista, racionalista y evolucionista que practicamos en el pensamiento occidental, que por otro lado significa casi la totalidad de sistemas que tenemos de relacionarnos con el mundo. El modo occidental es un método casi criminal, en el que la comunicación con el resto de lo que nos rodea es piramidal, de una sola vía. El hombre es un dios que gobierna y decide sobre todo lo demás.
Uno de los caminos estéticos emprendidos por las vanguardias clásicas, movimientos rupturistas con el academicismo, se refiere a “esa manera de comprender el mundo subversiva” a la que aludo más arriba, y deriva del redescubrimiento y puesta en valor por parte de la filosofía, a partir del siglo XIX, de la estética primitivista, de la antigüedad presocrática y del pensamiento oriental; se trata de entender que hay algo más allá de lo que el hombre nombra, algo velado a lo que mediante procesos mágico-religiosos se puede acceder.
Tenemos, hasta el presente, tendencias estéticas que fijan la atención en la esencia que todos llevamos dentro, un asunto relacionado con la forma y la memoria. El hombre lleva en su interior una conexión con lo que todos somos y, si creemos esto, a través del arte podemos acercarnos, desvelar de algún modo la verdad de esa apariencia.
Inmaculada, a su pesar (y lo digo así porque la acompaño desde hace dos años en la mesa en la que desarrolla su trabajo artístico) conecta con esta esencia de la forma. Me explico: en su voluntad está representar fidedignamente, en la medida de lo posible, las imágenes que elige.
Pero por sus circunstancias vitales, que la limitan en cuanto a visión y pulso, tiene inevitable e inmediatamente que remitirse, cuando empieza a pintar, al recuerdo del objeto que posee en su memoria. Cuando vemos una pintura de Inmaculada no solamente vemos una síntesis de la estructura de la figura, también la idea de la imagen que representa. Y aunque ella es consciente de la torpeza de su trazo y la no correspondencia con su deseo de representación fiel, los que la acompañamos valoramos sobremanera su arrojo y voluntad, nos emocionamos con su manera de hacer.
Inmaculada Linares, una persona entregada y cariñosa, generosa y buena, de un humor envidiable, es una entusiasta del arte y de la cultura. Con sus creaciones nos desvela esa realidad, expresa un camino hacia la forma, y nos ofrece una visión prístina que podría ser pueril si no hubiese detrás una voluntad férrea de representar, una intención artística.
David López Panea. Sevilla 2016
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España