Descripción de la Exposición A principios del siglo XX, la escultura no contaba con un Cézanne en quien apoyarse. Me refiero a que, al iniciarse el siglo, la escultura carecía de una figura comparable a la de Paul Cézanne en la pintura. Recordemos que él, junto con Van Gogh y Gauguin, no sólo fueron los más destacados pioneros de la pintura del nuevo siglo, sino los más legítimos impulsores de su trayectoria. Auguste Rodin, el último de los grandes escultores del siglo XIX, no fue lamentablemente más que eso, un escultor decimonónico cuya influencia en el arte del nuevo siglo sería prácticamente nula. La rebelión contra su filosofía creativa fue de hecho un rasgo común en la mayoría de los escultores innovadores de aquel inicio de siglo. Para los artistas de aquel momento, el modernismo, en escultura tanto como en pintura, aparecía como un ideal formal que debía seguirse a cualquier costo, o incluso como un vasto almacén de tecnicismos pictóricos que cada uno podía elegir a su antojo según la tarea creativa que estuviera emprendiendo. Este empeño tradicional por la pureza artística y la verdad formal constituye el eje central del costarricense Jiménez Deredia, cuya carrera emerge en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ya que la búsqueda perfeccionista de la verdad suele verse ligada a nociones de simplicidad, cohesión y, últimamente, de formalismo irreductible, es natural que un creador como éste se sienta intrigado por la forma elemental y primordial de ciertos objetos esféricos provenientes de su tierra natal que proporcionan inspiración para su obra. Deredia reduce la escultura a sus fundamentos: la forma ovoide, la tabilla, la caja, la bola; esa forma elíptica redondeada que asemeja una piedra suavemente desgastada por la corriente de un río; y otras por el estilo. Con estas formas concibe una escultura de gran simplicidad y veracidad, una contribución de peso al vocabulario formal del arte latinoamericano del siglo XXI. La imaginación creativa de este artista es tan excepcional que su volición parece bastar para dar vida a sus piezas. Pero el arte nunca se crea en el vacío. Toda forma artística, por muy novedosa o excepcional que parezca a primera vista, siempre ha sido precedida e inspirada por otras. En el caso de Deredia, podemos señalar varias fuentes de inspiración: la historia y tradición cultural de su país, las mitologías precolombinas, las formas simples de la naturaleza, el espíritu religioso y artístico de Europa. Emplea todos estos recursos, pero la cualidad esencial de su producción viene dada desde su propio ser interior, de donde emana un concepto creativo de la escultura que no sólo resulta relevante para la actualidad, sino que permanece leal a los propósitos más trascendentales del arte. El artista condensa lo más esencial de su temática en su obra, destilando y compactando cada vez que puede lo complejo dentro de lo simple, convirtiéndose en un gran maestro de la «omisión», al reducir con destreza lo irrelevante a lo relevante. Aunque su obra pudiera parecer un tanto abstracta, no llega a esto deliberadamente. Si por ejemplo es atraído por la perfección de la forma circular, no es sólo por lo formal, sino también por la misteriosa promesa contenida en el círculo. A pesar de su perfección, si aquél llegase a abrirse algún día, quién sabe lo que podría salir de él. Esa profunda capacidad de contenerse en lo fundamental de la vida es lo que diferencia la obra de Deredia de la de sus contemporáneos. Piezas suyas que asemejan ensamblajes de «piedras suaves» retienen no obstante una cualidad de «preñez», como si contuvieran la vida, actuando más como semillas que como piedras. La visión esencialista de este escultor contemporáneo es demasiado fácil y al mismo tiempo demasiado difícil de emular. Demasiado fácil porque para imitar su arte basta con poseer algún talento técnico, y demasiado difícil porque su nivel conceptual es tan alto que, si intentásemos copiarlo en un formato tan simple, fracasaríamos y tendríamos que admitir públicamente la escualidez de nuestro talento e imaginación. Se reconoce en Jiménez Deredia a una de las figuras preeminentes del arte latinoamericano del siglo XXI, ciertamente uno de los escultores más influyentes y un visionario con determinación. Aparte de su evidente integridad y dedicación, su trabajo también contiene un asombroso sentido de enfocada armonía, proveniente de la experiencia de una clase de arte que es «todo de una pieza», pues emana de una trayectoria vital centrada en dar forma a sus intuiciones de lo que es eternamente significativo en la vida. Jiménez Deredia, nace en la ciudad de Heredia, Costa Rica, el 4 de octubre de 1954. Su actividad escultórica toma vida en los años 70. Obtiene su licenciatura en escultura en la Academia de Bellas Artes de Carrara, Italia, y desde 1980 hasta 1986 estudia en la facultad de arquitectura de la Universidad de Florencia. Su intuición de una visión globalizante del Ser con el Universo, se fortalecen gracias a la recuperación de la conceptualización de las esferas precolombinas de la antigua cultura Boruca costarricense. Estas misteriosas piezas mueven al escultor hacia estudios que conciernen tanto a la forma como al material utilizado; a la función y a la simbología ligada a la esfera y al círculo. En 1985 desarrolla las primeras Génesis, obras que describen distintas fases de mutación de la materia en el espacio a través del tiempo, poniendo así las bases de su ideología artística, el Simbolismo Transmutativo. El escultor participa a la Bienal de Arte de Venecia en las ediciones de 1988, 1993, y 1999. En ocasión del Gran Jubileo del 2000 Deredia coloca una escultura monumental en un nicho de la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano. El nicho que hoy alberga la escultura del artista costarricense fue diseñado entre el 1544 y el 1564 por el escultor y arquitecto renacentista Miguel Ángel Buonarroti. Deredia se convierte así en el primer artista no Europeo presente en el fulcro de la Cristiandad. En el 2006, después de una importante exposición personal en la ciudad de Florencia, el escultor es nombrado «Accademico corrispondente della Classe di Scultura», por parte de la Academia de las Artes y del Dibujo de Florencia. Durante la historia de esta prestigiosa institución han sido nombrados académicos: Miguel Ángel Buonarroti, Tiziano, Tintoretto, Palladio y Galileo Galilei, entre otros. En el 2009, Deredia lleva a cabo una importante exposición individual en la ciudad de Roma, en esta ocasión, el Foro Romano abre por primera vez en la historia sus puertas al arte contemporáneo. En 43 años de actividad este singular artista y pensador latinoamericano ha esculpido en mármol y fundido en bronce, obras monumentales para museos y lugares públicos de Europa, Estados Unidos de América, Asia y América Latina. Ha realizado 50 exposiciones individuales y ha participado en más de cien colectivas.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España