Descripción de la Exposición
El tiempo que no está
El niño lo ve todo en novedad puesto que se encuentra siempre ebrio. Nada viene a ser tan parecido a aquello que es la inspiración como la alegría con que el niño absorbe la forma y el color.
“Las vocaciones”. Charles Baudelaire (1821-1867).
En su nueva serie “El tiempo que no está”, Celestino Mesa se desmarca del academicismo clásico y del purismo visual imperante en mucha de su obra precedente, optando por fondos en abstracción sobre los que se plasman las siluetas infantiles como proyecciones del pasado.
Con un lenguaje estético diferente, Mesa abre una ventana a un ayer compartido y nos plantea la posibilidad de echar la vista atrás, a la tradición perdida de los juegos infantiles que transcurrían en la calle, al aire libre y en compañía. Un pasado no tan lejano en el que rasparse las rodillas configuraba una prueba irrefutable de diversión y en el que el mundo era escenario de una creatividad sin límites, lejos de la impuesta hoy en día por los universos virtuales.
La creatividad, de hecho, es junto a la inocencia, la ternura y la vitalidad, preceptos que Celestino Mesa consigue evocar no solo a través de los temas representados sino mediante la imprecisión estudiada, las tonalidades de gamas medias y la atmósfera abocetada que envuelve las sombras infantiles. Tal es el caso de los primeros cuadros de la serie, como El apuro, Regreso del cielo, Jugando con su sombra, o La reverencia de Tatiana. No obstante, los tonos más oscuros de Riesgo controlado, El arresto de Tatiana o Tarea, lectura el tiempo pasado, se manifiestan cuando el autor desea transmitir cierta inquietud vital asociada a la amenaza de un futuro incierto, el desasosiego puntual del presente y a la percepción melancólica del pasado. La síntesis de estas emociones se ve reforzada por la representación de los componentes, figurativos o no, que nos hablan de cierto simbolismo oculto, así como el uso que Mesa hace de los fragmentos de color negro que delimita los bordes de algunos de los cuadros y que establece un diálogo entre éstos y la parte donde se desarrolla la acción.
Con la infancia como protagonista de cada lienzo y el juego como motivo principal entorno al que se perfila la obra, el autor involucra emocionalmente al espectador al recrear un pasado capaz de remover los recuerdos individuales y al optar, a su vez, por despersonificar los rostros infantiles. Esto implica, al contrario que una estética más realista, una mayor disposición empática por parte del receptor, ya que puede llegar a resultarle sencillo reconocerse a sí mismo en los rasgos obtusos.
La amplia gama de colores vibrantes parece reproducir la risa distante de los niños, mientras que el impecable tratamiento de la luz y la pincelada libre y suelta consiguen recrear el dinamismo. A su vez, los planos que se superponen mediante líneas rectas y diferentes perspectivas, avivan la sensación ilusoria de encontrarse ante retazos de añoranza, jugando con la posibilidad de hallarse, a un mismo tiempo, ante todas las oportunidades que depara el futuro.
Mesa nos habla de una realidad casi perdida pero presente aun en muchos de los espíritus presentes. Un lenguaje comprensible por todos pero que conmueve a unas generaciones más que a otras. En definitiva, un canto a la nostalgia por el “tiempo que ya no está”; la infancia, los juegos y sus normas.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España