Descripción de la Exposición
El tiempo que no está:
El tiempo...el ayer fue ayer, hoy es hoy, el ahora sería la confrontación directa con la realidad, el pasado es la base de los recuerdos y el futuro de las expectativas.
Nuestra percepción del tiempo nos hace pensar que vivimos en una sucesión de imágenes en la que las cosas se suceden en intervalos encadenados, pero la física cuántica con esa mística más allá de lo científico nos lo explica de otra forma diferente, en la que el tiempo fluye a través de nosotros ó tan extraño como que el espacio también lo hace. Einstein ya se encargó de invalidar la relatividad como constante universal. El pasado presente y futuro no son absolutos, estos cambian según el ojo del espectador. El tiempo es relativo según la posición del espectador y el movimiento afecta directamente al paso del tiempo, incluso podríamos llegar a pensar que el tiempo es solo una ilusión, un flujo de imágenes que conforman la realidad. Pero para alguien alejado de nosotros que se distancia a gran velocidad, nuestro presente no existiría, de igual forma si se acerca a nosotros podría ver nuestro futuro. Bajo este concepto, todo lo sucedido desde el principio hasta el final de nuestra existencia, sucede, existe en el mismo espacio-tiempo.
Todo lo que percibimos como tiempo no es más que la evolución de la conciencia, posiblemente todos “los ahora “suceden siempre y es la percepción de la conciencia la que lo hace real, lo que es ”el ahora”.
El hombre necesita ver para creer y nuestro cerebro crear para verlo, para percibir el movimiento de la materia en el universo.
Para los adultos el transcurso del tiempo es diferente que el de los niños, para el adulto seria, (valida la afirmación) “si no ocurre nada llegaremos a tiempo”...Para los niños el recorrido es lo importante, el juego intermedio, el explorador gana importancia en confrontación con el hecho de llegar a tiempo. Es ese, el tiempo libre del más pequeño, el condicionado por la mirada de un adulto. Es decir el observador condiciona la libertad en el juego del niño.
Antes, no salir de casa se consideraba un problema, hoy si sale sin la compañía de un adulto es un problema también. El riesgo controlado, ese placer que el niño descubre, se le veta a la mayoría. Dejar jugar libremente y permitir que se encuentren con el riesgo en sus juegos (adecuado a sus edades), de esta manera conseguiremos una parte fundamental en la que se basa el juego que al final es la realización de un deseo.
El aburrimiento - escusa para no crear nada nuevo, las tecnologías y el bloqueo generado por las pantallas. El juego sin compañeros reales crea ese sentimiento de omnipotencia y limitación de posibilidades, porque es el juego compartido donde el niño aprende como son los demás y van formándose su propia imagen. Desgraciadamente tenemos el veneno digital en este aspecto para generar cánones imaginarios, virtuales, con los que se crea un sedentarismo preocupante.
El juego para el niño es algo primordial, es una necesidad que envuelve toda la vida del niño porque es una forma de aprender a relacionarse con el entorno que le rodea: los objetos, la naturaleza, los demás e incluso averiguar sus propias potencialidades y limitaciones engrandeciendo de esta forma un equilibrio y crecimiento sano. Es, pues el aprendizaje para la edad madura en la cual participarán más tarde.
El juego asimismo ayuda al desarrollo de distintas capacidades en el niño como la sensorial, motora, muscular, psicomotriz además de sus capacidades mentales como su ingenio, afectividad, creatividad... Y, por supuesto, contribuye a la formación de hábitos sociales como la cooperación y un conocimiento, a medida que avanza en edad, más realista del mundo que le rodea.
Las etapas
· Estadio pre operacional. El juego propio de este tiempo es el de tipo simbólico, es decir, el consistente en simular acciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego. Por eso también se llama juego de ficción. Etapa formada por obras más realistas, donde intento plasmar emociones.
· Estadio de las operaciones concretas. Se impone el juego de las reglas. Si bien estas ya aparecen en los juegos simbólicos, en este caso tienen un carácter más firme y ajeno a los niños: “el escondite” o el “corre que te pillo", las “canicas”, el “trompo”, etc., las normas se presentan como verdades absolutas, ajenas al acuerdo entre los jugadores. Cada menor cree que la forma que él conoce del juego es la única que existe.
Jugar para un niño es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo, sólo o acompañado de amigos, sabiendo que donde no pueda llegar lo puede inventar.
La infancia, el juego, es la base en este proyecto, en el que el dialogo de espacios con figuras se enlazan en el lienzo para darle forma a esa etapa de la vida variando representaciones según la época o normas sociales establecidas por los adultos y en este caso con los juegos de antaño como base del dialogo y creación.
El tiempo, el movimiento, las manchas, la fórmula de colocar los colores invitan a descubrir o inventar espacios imaginarios.
La idea “tiempo”, es representada creando espacios, proporciones con el encuadre en el total de la zona a trabajar, utilizando como imagen identificativa del motivo, la figura o figuras infantiles en algunos casos, con definición realista y en otras delimitando bordes o líneas donde llegan a formar sombras para representan una situación estática o de un juego en movimiento.