Descripción de la Exposición
Dentro de la cosmogonía y el ecosistema social de los pueblos ancestrales que sobreviven hoy, no hay diferencia entre lo cotidiano y lo sagrado, por lo tanto, tampoco entre manifestación artística y manifestación de la realidad espiritual. De la correcta relación entre las fuerzas invisibles de la naturaleza y el uso adecuado de sus tecnologías depende el equilibro que hace posible el ciclo de la vida y la muerte.
Partiendo de la idea de lo doble, lo simétrico y que se opone, que juega un papel protagónico dentro de los mitos fundacionales de distintas culturas pre coloniales, El Sol y la Luna propone una estructura de contrastes en la que se ponen sobre la mesa ideas de representación, fantasía, nostalgia y a la vez, conceptos metafísicos muy profundos como temporalidad, equilibrio y trascendencia.
Los opuestos, dentro de esta lógica sagrada, y a la vez eficiente, se comunican y alimentan. No son fuerzas independientes (como en el pensamiento occidental que tiende a dividir) y es a través de los mitos que las mujeres, las niñas y niños, y hombres de la comunidad, aprenden a mediar entre las dualidades. Aunque el Sol y la Luna, son representados por deidades distintas y conflictivas, en su esencia misma, su existencia depende del otro.
María Amilbia, es una mujer de sabiduría perteneciente al pueblo Emberá. Su obra reúne la iconografía necesaria para representar el universo visible e invisible. Sus dibujos realizados con tinta y Jagua son formas sagradas que componen el vocabulario que utiliza la naturaleza para manifestarse a través de sueños, poesía y en la biología. En su comunidad, ella celebra el rito del nacimiento, sus manos son las encargadas de traer los bebés a esta realidad y en su forma de ver el mundo, la partería es un arte mayor.
En la cultura Nonuya y en general de todos los pueblos originarios, la transmisión de saberes, ciencias y artes, se hace a partir del intercambio diario y cotidiano. Durante toda su vida, Aycoobo ha estado recibiendo intencional y metódicamente conocimientos de su padre, el maestro Abel Rodríguez. Sus piezas son mapas cósmicos y polifónicos en los que el artista intenta condensar saberes muy antiguos con pensamientos contemporáneos. Nociones como lógica, secuencia y concatenación, son reemplazados por ideas que se conectan más con el universo poético, tales como revelación, sincronía o intuición. Estos dibujos que parten del interés y necesidad por retratar la naturaleza orgánica, tienden por subvertir los patrones tradicionales de la representación y desembocan en revelaciones alucinógenas que develan las arquitecturas invisibles de la realidad.
El diálogo con las plantas sagradas, la astrología y las historias de ficción son un punto de encuentro en el trabajo de Tahuanty. Sus dibujos exponen una dualidad o identidad multifacética que cambia constantemente en el mundo intangible y espiritual. El cuerpo es entendido como una energía cósmica que transmuta dentro de un espacio físico.
Los dibujos de Sheroanawe que parten de líneas y figuras geometrías sencillas, dan cuenta de un momento estable, de lugares que permanecen en constante cambio y sin embargo no perecen ni se inmutan. Sus piezas dan cuenta de la sutileza de los sistemas en que la vida y la muerte pueden habitar simultáneamente en un cuerpo. Sus piezas se convierten en poderosas herramientas para una abstracción que no deriva del ejercicio conceptual, sino en cambio, de la sabiduría ancestral que parte, entre otras cosas, de los procesos de pintura corporal que realizaba su madre. Sus símbolos son expresiones de identidad que tienen una relación directa con su territorio físico y espiritual.
Aimema, proveniente del pueblo Uitoto, ha vivido su vida en una dualidad entre los territorios del Amazonas y la ciudad de Bogotá. Su trabajo parte de la búsqueda de sus raíces ancestrales y es por medio del Mambe, wito, sangre de drago, entre otros extractos naturales, que retrata los pensamientos y conexiones que surgen en su mente durante los procesos espirituales. Su trabajo es una investigación constante de las prácticas medicinales, sus ancestros y la historia y visión de sus territorios.
Eusebio Siosi utiliza la paleta de colores que representan los ritos y ceremonias. El rojo es transmisor y conector de energías, el amarillo con el sol y el negro con la tierra y sabiduría. De esta forma, las pinturas de Eusebio buscan trasladar la fuerza ritual de las ceremonias de su comunidad al espacio pictórico.
La obra de Tania Candiani, en primera instancia, cuestiona los cánones de representación de la Amazonía o lo Amazónico como categorías estéticas y morales dentro del cine. Sin embargo, en esta pieza llamada Las Indias, construida a partir de dos experiencias similares, pero geográficamente opuestas, deja manifiesto cómo las nociones de Oriente y Occidente son construcciones ficticias elaboradas a conveniencia y establecidas en la cultura a través de los siglos.
A fin de cuentas, el norte y el sur, lo opuesto y lo que se contradice, están determinados por la perspectiva desde la que se les mire. Hoy, más que nunca, creemos fundamental alimentar nuestra realidad de la sabiduría ancestral que ha logrado encontrar equilibrio a partir de darle sentido espiritual y práctico a las fuerzas que se oponen y complementan.
Beatriz López y María Paula Bastidas
Exposición. 26 jun de 2021 - 26 sep de 2021 / Instituto de Visión / Bogotá, Distrito Especial de Bogotá, Colombia
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España