Descripción de la Exposición
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza dedica por primera vez una exposición monográfica a una artista española, Isabel Quintanilla (1938-2017), una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo. La muestra reúne 90 obras de toda su carrera, incluyendo sus pinturas y dibujos más sobresalientes, muchos de los cuales no se han visto nunca en España ya que pertenecen a museos y colecciones de Alemania, donde tuvo gran éxito y reconocimiento en las décadas de 1970 y 1980.
Quintanilla vivió y trabajó en un momento de la historia de España en el que las mujeres artistas no tenían ni el peso ni el protagonismo de los artistas masculinos, aspecto que no pasaba por alto en sus declaraciones públicas para reivindicar el valor de su trabajo y el de sus compañeras.
La exposición, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, propone un recorrido por el universo de la pintora, protagonizado por sus objetos personales y por la intimidad de sus viviendas y talleres. Pero estos ambientes y elementos cotidianos forman parte, a su vez, del imaginario colectivo, por lo que apelan directamente a las emociones del espectador, un objetivo que la artista siempre tuvo presente.
La pintura de Isabel Quintanilla es el resultado de un dominio rotundo de la técnica y de un oficio adquirido en distintas escuelas, pero, sobre todo, de un trabajo continuado en el tiempo. La artista se refería con frecuencia a la lucha constante que supone resolver los problemas que la pintura plantea a todo el que quiere valerse de ella para experimentar la realidad de otra manera.
La selección de obras abarca las seis décadas en las que Quintanilla estuvo en activo, desde La lamparilla (1956), la obra más antigua que se conserva, hasta Bodegón Siena (2017), la última que entregó a su galerista poco antes de fallecer, y se presentan a través de seis secciones temáticas y cronológicas en las que se suceden bodegones, interiores, paisajes y jardines.
Isabel Quintanilla forma parte de un grupo de artistas que vivieron y trabajaron en Madrid desde mediados de la década de 1950, a los que unía tanto su formación y trayectoria como relaciones familiares y de amistad. Conocido como los realistas de Madrid, entre sus integrantes se encuentran Antonio López (1936), María Moreno (1933-2020), los hermanos Julio (1930-2018) y Francisco López Hernández (1932-2017), Esperanza Parada (1928-2011) y Amalia Avia (1930-2011).
Como ellos, Quintanilla conoce las vanguardias, pero pronto se inclina por el realismo dentro de la tradición española, que siente como algo propio y cercano. Pinta su entorno. Ya sea un bodegón, un interior doméstico o un patio, lo que retrata son sus objetos personales, las habitaciones de sus casas, los árboles y plantas de su patio. Se interesa por motivos cotidianos, lo que tiene más a mano, como el vaso de cristal, protagonista de decenas de obras. En ocasiones, sus pinturas y dibujos descubren homenajes a su madre modista o a su marido escultor, a través de una máquina de coser, unas tijeras de costura, un molde o un saco de escayola.
Isabel Quintanilla nace el 22 de julio de 1938 en Madrid. Durante la Guerra Civil, su padre lucha en el ejército republicano y muere en 1941 en un campo de concentración de Burgos, por lo que su madre tiene que sacar adelante a sus dos hijas con su trabajo como modista.
Con once años empieza a asistir a clases en talleres particulares de artistas y con quince ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Allí conoce a Antonio López, a Julio y Francisco López y a María Moreno, que está en su mismo curso. En 1959 obtiene el título de profesora de Dibujo y Pintura y empieza a dar clases como ayudante en un instituto. Además, expone por primera vez en una muestra colectiva organizada por la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada.
En 1960 se casa con Francisco López y se trasladan a Roma durante cuatro años, ya que el escultor ha obtenido el Gran Premio de Arte de la Academia de Bellas Artes para formarse en Italia. Conocen a artistas, músicos y creadores y viajan por Europa. Quintanilla también sigue formándose y presenta su primera exposición individual en Caltanisseta (Sicilia). Tras su regreso a España, retoma la docencia pero no deja de pintar, y en 1966 protagoniza una exposición en la galería Edurne de Madrid con obras realizadas en su mayoría en Roma, en la que vende casi todo lo expuesto.
Éxito y reconocimiento en Alemania
En 1970 Isabel Quintanilla conoce a Ernest Wuthenow, coleccionista y socio fundador de la Galería Juana Mordó de Madrid, encargado, además, de la promoción de sus artistas en el extranjero. Junto a los galeristas Hans Brockstedt y Herbert Meyer-Ellinger, consigue exponer su obra por toda Alemania durante las décadas de 1970 y 1980, en muestras colectivas como Arte después de la realidad: un nuevo realismo en América y Europa, en Hanover (1974), y la Documenta 6 de Kassel (1977), y en exposiciones individuales en Fráncfort, Hamburgo y Darmstadt, entre otras ciudades alemanas, y es en este país en el que vende gran parte de su producción.
También presenta sus obras en París, Nueva York, Helsinki, Róterdam, Múnich y, por supuesto, en España, donde par
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