La obra de Aymara Zegers se desarrolla en torno a los límites del cuerpo como receptáculo del tiempo. Entiende lo corpóreo como entidad que aparece y desaparece ante sus propios límites, como objeto no sólo biológico sino cultural.
Todo cuerpo es vulnerable a la descomposición, mutando en su propia desaparición. En El quiebre de los amantes la vulnerabilidad se representa en manzanas atravesadas por flechas y en su putrefacción. Estas manzanas, algunas de bronce y otras reales, frenan el movimiento potencial de cada flecha generando una tensión entre ambos elementos. Mientras dure la exposición, las manzanas comenzarán a pudrirse reflejando la inevitable transformación de un cuerpo y sus poéticas vitales.
Evocando a la tragedia, Aymara busca expresar el destino ineludible de lo que vive: cómo el cuerpo y sus actos, atravesado por el tiempo, se transforma y descompone. "El quiebre de los amantes reúne distintos estados materiales que se contraponen en las...mismas formas, manzanas y flechas, aludiendo a las tensiones de una tragedia y a sus eventos que cambian repentinamente el sentido de una acción." explica la artista.
En su última exposición Del cuerpo no podemos caer, 2013 y 2014, Aymara abordó esta misma problemática registrando explosiones de cráneos. Si en la vez anterior fueron calaveras, esta vez son manzanas las que alegorizan el tiempo como modificador de las formas.
Entrada actualizada el el 13 oct de 2014
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