Descripción de la Exposición En los últimos años hemos visto como la abstracción lírica de Dolores Gálvez nos remite a ideas concretas, definiendo las obras por una suerte de musicalidad en el gesto. Esta depuración se realiza, con progresiva radicalidad, a través de la destilación de los elementos de su pintura anterior provocando, por medio de la retroalimentación, la sintetización una pintura basada en el binomio figura-fondo, que preside el momento actual de la trayectoria de la artista. Dentro de los parámetros en los que desarrolla su obra podemos detectar una búsqueda de mayor precisión técnica, consecuencia de la seguridad en la manipulación de la materia, de lo que resultan imágenes limpias, como ilustrando en un sentido cercano a Buonaroti, la relación entre acabamiento formal y definición intelectual y conceptual.
La gestualidad como una forma de profundizar en el color y la luz se erige con mayor firmeza en la obra de D. Gálvez como protagonista absoluto, al tiempo que sugiere la idea del vuelo, con sus evoluciones marcadas por un aparente decorativismo. Se pone de manifiesto la tensión que surge entre el gesto libre y la racionalidad, encarnada en la ortogonalidad del lienzo, de modo tal que invita al espectador a emprender un itinerario presidido por un sentido profundamente lúdico.
Los juegos que propone el gesto de Dolores Gálvez en sus lienzos se presentan como revelaciones de una realidad mayor, como un modo de interpretar el mundo. Por ello el gesto evoluciona desde un carácter expresivo, como forma encerrada en el cuadro, hacia ese otro que se mueve libremente entrando y saliendo del lienzo. La levedad de lo Mercúreo y la musicalidad Apolínea se conjugan armónicamente con un sentido barroco que nos remite al juego cortesano en el que la regularidad del jardín encuentra espacio para la desinhibición en los espacios mas recogidos de los bosques.
Retomando la idea del vuelo que apuntábamos anteriormente, la imagen de lo leve que acompaña a todas las criaturas aladas, desde Mercurio hasta las propias representaciones angélicas, aparecen asociadas a la victoria o la divinidad, pero sin duda es Pegaso como portador del carro de la aurora quien mejor ilustra la relación que propone Dolores Gálvez. El vuelo y la luz aparecen asociados, una imagen que se refuerza portentosamente con la del manantial surgido de las patas del animal divino: el fluir de la pintura como agua, la luz del lienzo como aurora, las evoluciones del gesto como sugerencia del vuelo y el objeto artístico como encarnación apolínea.
Es Apolo como deidad de las artes y la música, quien gobierna sobre las musas, quien nos trae la luz de la aurora, pero no olvidemos que es un dios oracular aquel que en un sentido próximo a lo hermenéutico desentraña verdades de la madeja de los misterios y el tiempo, del mismo modo que la artista revela la realidad de sus ideas en esa parte visible y tangible que son sus lienzos.
Partiendo de una síntesis de elementos de la obra anterior, tal y como se afirmaba al comienzo de este texto, D.Gálvez prescinde de las anécdotas a través de las que construía anteriormente sus lienzos. El resultado si bien es clásico en sus fuentes prístinas, como la búsqueda apolínea, lo cierto es que ésta se hace mirando hacia la barroquización del mundo clásico, el helenismo y Roma, tanto como a la Francia de Luis XIV. Esto sitúa a la obra de la artista en una posición cercana a la tradición del pliegue barroco del que hablaba el filósofo Gilles Deleuze. Los pliegues son el elemento incluyente de la luz y el color, en los propios pliegues está presente la densidad que lleva a la oscuridad por acumulación de materia pictórica y la luz por eliminación de la misma; en el gesto está presente tanto el afán de trascendencia como la dependencia de la materia para la expresión de este ideal.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España