Descripción de la Exposición
EL PESO DE LA LUZ
La pintura hay que experimentarla, contemplarla, tenerla delante. ¿Por qué conformarse con su imagen en una pantalla o publicación?
Me gustan las diferentes intensidades que transmiten las capas de color. Los pintores son cocineros de la materia. Para disfrutar la pintura hay que tenerla cerca, no es suficiente con las imágenes que nos llegan de lejos, es necesario percibir el calor o el frio que desprende, la huella invisible de su olor, experimentar la densidad, el peso y el volumen, las veladuras, los fundidos entre los colores luz, las intensidades del naranja o el verde, del violeta, del rosa, del amarillo…
Mirar y esperar a la pintura, contemplarla en la galería, en el estudio y en el museo, entrar en ella con la mirada y perderse. Percibir las dimensiones reales de su cuerpo, sentir el abrazo del formato horizontal en el espacio, la espiral invisible que guía a la mirada a recorrer el cuadrado, o ascender con el formato vertical. Fijarse en la materia que desborda de los límites de la pintura, valorar la distancia o el vacío entre las piezas y descubrir la energía que desprende la luz de los colores desde el interior, o verlos flotar y expandirse.
La pintura es una cuestión de superposiciones y capas, de color sobre el color, de tonos, de matices, de transparencias y luces que a veces entendemos cuando la miramos de lado. No olvidemos que pintar es un acto físico pues se trabaja con la materia, una materia que puede ser luz o extensión de luz coloreada, o luz que es materia.
Todas estas cosas están en el aire, en la mirada que se enciende, en el cerebro, y levitan en el espacio expositivo, en la incertidumbre de nuestro tiempo.
Din Matamoro.