Descripción de la Exposición
El Pasado Adelante es un proyecto ideado y producido por AECID en el contexto de las celebraciones del Bicentenario de las Independencias de los países centroamericanos.
Se trata de una exposición internacional que cuenta con siete sedes simultáneas a ambos lados del Atlántico: los 6 Centros Culturales de la Cooperación Española en Centroamérica (Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá), así como Casa de América en Madrid. Esta propuesta conjunta presenta un acercamiento al arte contemporáneo más vibrante de la región.
El proyecto cuenta con la dirección y curaduría de Tamara Díaz Bringas y Ricardo Ramón Jarne y además forman parte del equipo curatorial un grupo de reconocidos investigadores, artistas y curadores de cada país centroamericano: Walterio Iraheta (El Salvador), Gabriel Rodriguez Pellecer y Lucia Ixchíu (Guatemala), Julio Méndez Lanza (Honduras), Illimani de los Andes (Nicaragua), Paula Piedra, Lola Malavasi y Daniela Morales (Costa Rica) y Adrienne Samos (Panamá).
Es una exposición innovadora en su concepto espacial y político, ya que cruza el Atlántico de manera simultánea y en ambas direcciones, y en la que el océano se convierte en espacio enmarcador. A través de un código QR se puede acceder a la información completa de la exposición en sus 7 sedes.
La Red de Centros Culturales de la Cooperación Española, que tiene una enorme presencia y significación en América, se une por primera vez, en una muestra simultánea, con una institución con sede en Madrid. De esta manera se visibiliza un ejemplo del excelente trabajo que esta Red viene desarrollando, desde hace muchos años, en el continente americano, en múltiples sectores. En este caso, apoyando a la creación local contemporánea y fortaleciendo procesos de integración regional, como los que se llevan a cabo en el Espacio Cultural Iberoamericano (ECI) o el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
La muestra reconoce las diversas temporalidades que conforman el presente de la región y el título está inspirado en una frase, “El pasado está delante”, con la que el artista maya Tz’utujil Benvenuto Chavajay hace referencia a su cultura y a la manera de entender el pasado y la relación con los ancestros.
Lo que no vemos crece de todas formas
Vivimos con una idea ilusoria de que la “humanidad progresa” en un único proceso lineal, acumulativo y constante. Sin embargo, más allá de cómo se ha construido esa idea desde los ideales de la blanquitud occidental, es preciso cuestionar si el transcurrir del tiempo per se trae avances beneficiosos para la sociedad, o solo la falsa concepción de que las condiciones del presente superan las del pasado.
Los procesos de colonización y extractivismo han supuesto un intercambio desigual que ha aplastado aquellos saberes que no responden al poder hegemónico. De ahí la necesidad de buscar estrategias para resistir ante ciertos procesos industriales y tecnológicos en un presente en el que los recursos naturales están colapsados. La supervivencia del planeta depende de cambiar los métodos y ritmos impuestos por el modelo productivo del capitalismo, cuyo fin es maximizar las ganancias monetarias, ignorando el impacto que este tenga sobre el medio ambiente.
Desde esta realidad, la propuesta de Ingrid Cordero y Sofía Ureña propone concebir formas sostenibles de producir materiales textiles al permitirse imaginar un futuro en el que el ciclo de estos materiales acaba con su retorno a la naturaleza. De esta manera, problematizan la vida “útil” del objeto textil y, señalan el costo ambiental de producir a partir de componentes sintéticos e industrializados.
Precisamente, para enfatizar esta postura, las artistas trabajan desde la instalación artística como recurso para recrear las tensiones existentes entre la producción textil industrial y la producción de un textil a partir de biomaterial. Ellas dicen: ‘’cuestionamos nuestras decisiones con respecto al material con el que trabajamos, en un contexto acelerado donde hacer una pausa y reconocer el proceso es un acto revolucionario. El diálogo que surge entre estos materiales, de origen antagónico, otorga un nuevo valor a los procesos de producción biomaterial, y permite reconectar con lo natural y los saberes que provienen de la naturaleza‘.’
Dentro de la instalación, la presencia del biotextil es una performance en sí mismo. Todos los microorganismos que lo componen, de manera casi imperceptible, se reproducen gracias a que se han propiciado las condiciones ambientales para facilitar su crecimiento. Los resultados del cultivo del material son el reflejo del espacio y sus características, que conjuntamente se corresponden. Es decir, el material está vivo: se ve afectado por su entorno y a la vez, el entorno se ve afectado por el material.
Paralelamente, ante lo vívido del biotextil se contrapone la trama rígida, a menudo hecha de plásticos que no son degradables, del textil industrial, resultado de un sistema de producción y consumo devastador.
Lo que no vemos crece de todas formas es una invitación a hacer una pausa necesaria en un contexto acelerado para replantearnos la relación que tenemos con los materiales que elegimos, que nos rodean y que consumimos. El espacio es a la vez un laboratorio, una suerte de experimento vivo en escala real que pretende generar preguntas, conversaciones y sobre todo otras posibilidades de entender la vida humana en relaciones más gentiles y respetuosas con todo lo vivo.
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